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Juli acierta con la espada

El Hércules vence en el 90' en un buen debut en el que acorrala al Ontinyent, pero en el que malogra ocasiones claras

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La épica victoria del Hércules sobre el Ontinyent en imágenes

Sobresaliente con la muleta, con varios pinchazos con la espada, pero entre vítores al final. El Hércules de Planagumà tiene buena planta y en su estreno liguero dejó patente que sabe lo que quiere. No se entretiene en la construcción, se vuelca sobre los costados e insiste en una finalización que ayer no llegó hasta el 90'. Hasta entonces fue una tromba estéril sobre la meta de Craviotto que se encargó de cortar de raíz un Juli que revolucionó el partido y el marcador con su salida al campo a falta de quince minutos.

El Ontinyent persiguió las maneras de un Hércules encabezado por dos perfiles tan antágonicos como eficaces. El sosiego de Diego Benito, esta vez más preciso y más participativo que ante el Murcia, y la electricidad de José Fran, que plasmó con diferencia su mejor partido como blanquiazul.

De sus botas surgió el primer aviso en el 9' con una falta trazada con tiralíneas que empujó Samuel a la red de un certero cabezazo y que invalidó el linier por fuera de juego. Sólo un minuto después el extremo santapolero empujaba, esta vez sí en posición legal, un balón muerto en el área pequeña tras un remate en semifallo de Chechu. La jugada la había ideado un Carlos Martínez que actuó de «9» con el «10» a la espalda por la ausencia de Emaná y que metió en la zona de peligro un balón raso desde el costado derecho que terminó enganchando José Fran.

Diez minutos después el propio José Fran pudo poner tierra de por medio con una vaselina que le adivinó Craviotto, tras un envío largo de Íñiguez a la espalda de la defensa del Ontinyent, ahogado por la persistencia de un Hércules voraz de alegrías y de tranquilidad.

El primer y único pecado que cometieron los de Planagumà lo pagaron caro. Muy poco tiempo todavía para que cambien tantas cosas. David Torres le ganó la partida a Samuel en velocidad y se plantó esquinado dentro del área, donde fue derribado inocentemente por un Falcón que debió haber evitado el contacto. Gol del exdelantero herculano desde los once metros. Catorce partidos y un tanto en cinco meses de blanquiazul y gol a las primeras de cambio con el Ontinyent. También suele pasar. El ariete petrelense lo celebró con rabia, pero sin maldad.

El Hércules siguió con buena letra cociendo un partido que sabía suyo. Candela probó fortuna con una falta lejana, Íñiguez a la salida de un córner y Chechu con un remate que olía a perfume caro. Muchas pruebas, idéntico final: un inspiradísimo Craviotto que amenazaba con abortar la puesta de largo de Planagumà.

Un monólogo blanquiazul desde entonces hasta el final solamente interrumpido por otro traspié evitable. Una falta lateral prescindible que casi emboca nuevamente David Torres en la red tras merodear sin dueño por el área.

Premio merecido

Más descabalgado por la urgencia, pero sostenido eficazmente por Paco Candela en el centro, el Hércules continuó golpeando a un Ontinyent fiado al viejo oficio y a una pillería que le costó más de una merecida tarjeta amarilla. Inmediatamente después del entreacto Pol Roigé cruzó un balón que repelió abajo una oportuna mano sonora de Craviotto.

Antes del éxtasis final, el árbitro volvió a desbaratar otro gol coreado por una grada entusiasta porque Carlos Martínez marcó en el 79' con el banderín del linier en alto.

Cuando el problema se convirtió en necesidad y las piernas reclamaban asueto, Juanjo Nieto asumió galones. Cuando todo se nubla, aparece él y de ello se aprovechó un Hércules espoleado por el terremoto Juli, que jugó sólo 15 minutos pero que terminó dando la merecida victoria tras el enésimo balón que sirvió Juanjo al área. El experimentado mediapunta atinó a la primera con la espada que habían pinchado sus compañeros. Zapatazo al primer toque tras un desvío tan involuntario como crucial de Carlos Martínez. Justicia divina para un conjunto de Planagumà que gustó en su primera muestra y que dispara la ilusión de un proyecto diferente. La renta pudo y debió ser mayor, pero el Ontinyent sólo mordió por despistes ajenos y no por aciertos propios.

El Hércules saca pecho, mira alto y descuenta kilómetros. Hay trayecto por delante.

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