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Elda

La muerte del Sapo

Comienza el derribo del ruinoso edificio público seis meses después de que el Consell anunciara que la actuación era «inminente»

La zona fue acotada con vallas para evitar accidentes y los operarios comenzaron a extraer los residuos del interior del edificio. CARLOS RODRÍGUEZ

El ruinoso edificio del paraje del Sapo tiene las horas contadas. Sus treinta años de historia van a quedar reducidos a escombros en apenas una semana porque la demolición de sus 44 pisos comenzó ayer, tras una cuenta atrás que no parecía llegar nunca a su final.

Seis meses han transcurrido desde que el director general de Obras Públicas, Proyectos Urbanos y Vivienda, Vicente Dómine, visitó la ciudad y anunció, tras mantener una reunión con la alcaldesa Adela Pedrosa, que la Conselleria de Infraestructuras, Territorio y Medio Ambiente iba a proceder a la «inminente demolición» del marginal bloque de viviendas públicas que pertenecía al IVVSA.

El dirigente del PP adelantó que el derribo iba a costar 198.000 euros más el IVA y admitió que el edificio se encontraba en un avanzado estado de ruina y no reunía «el más mínimo elemento básico para ser habitable». Y no le faltaba razón además de que la zona seguía acumulando basuras de todo tipo. Fundamentalmente residuos industriales. Las ratas lo habían convertido en su «macronido» y, aunque las ventanas bajas y puertas de acceso al inmueble fueron tapidas en 2013, seguían accediendo «okupas» a su interior a través de butrones que reaparecían pocos días después de ser sellados.

Ayer todo el perímetro fue vallado para evitar accidentes y una potente pala excavadora comenzó, a primera hora de la tarde, con las primeras tareas preparatorias de la demolición. Y mientras las nubes amenazaban tormenta los operarios retiraban del interior ingentes cantidades de basura.

Pero lo del Sapo viene de lejos. El inmueble fue desalojado en 2013 y las últimas seis familias que habitaban sus insalubres pisos fueron reubicadas en diferentes viviendas sociales de la ciudad. Cabe recordar que estos pisos pertenecían al Instituto Valenciano de la Vivienda, se construyeron hace más de 30 años y todos sus moradores fueron desahuciados, en un proceso iniciado en la anterior legislatura, porque la única medida razonable que se le podía aplicar era echarlo abajo. Una muerte, la del Sapo, que los vecinos de los barrios de la Estación y la Torreta esperaban desde hacía años.

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