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Un mandato de seis años, tres meses y seis días

Castedo deja tras de sí una gestión marcada por las sospechas de presunta corrupción, sin sacar adelante un nuevo Plan General ni uno de sus proyectos estrella: la llegada de Ikea

La alcaldesa el día que tomó posesión de su cargo en 2008 JOSE NAVARRO

Seis años, tres meses y seis días. Es el tiempo que ha pasado desde que Sonia Castedo recibiera de manos de su mentor, el exalcalde Luis Díaz Alperi, la vara de mando de la ciudad. La primera alcaldesa de la historia de Alicante, que logró que las urnas le ratificaran en 2011 con la mayor victoria obtenida por el PP, se va sin acabar el mandato y deja tras de sí una gestión de luces y muchas sombras marcada a hierro por un urbanismo bajo sospecha y sus imputaciones judiciales por presunto trato de favor a Enrique Ortiz en la tramitación del Plan Rabasa y el Plan General. Una situación que ha terminado por apearla del sillón de la Alcaldía sin ver en marcha una de sus grandes apuestas: la instalación de Ikea.

Ni Ikea ni el nuevo Plan General ni otros grandes proyectos que, con la crisis, se quedaron en el tintero, como es el caso del Centro de Congresos. Sí pudo inaugurar el mayor proyecto de la ciudad, el AVE, aunque lo hizo entre protestas de corrupción, que le han seguido desde que en junio de 2011 tomara posesión del acta de alcaldesa tras arrasar en las urnas. En la columna del haber de su mandato figuran, por ejemplo, la celebración de la Volvo Ocean Race o proyectos como el tranvía a la Universidad. Castedo se enfrentó al Consell para exigir su puesta en marcha. Otros, de menor inversión, identifican su gestión, como son las coloridas setas de la calle San Francisco.

En la etapa de Castedo hay un antes y un después. El gran punto de inflexión lo marca su primera imputación judicial, que llegó a mediados de 2012.

Castedo asumió la Alcaldía el 17 de septiembre de 2008 pisando fuerte -«será un crack», aventuró entonces Alperi- y defendiendo una política de mano tendida. Su presencia en las calles y en las fiestas de los barrios, así como su empeño en poner «guapa» la ciudad con flores la definió en su primera etapa. También hubo espacio para los titubeos y marchas atrás, por ejemplo, en su decisión de reabrir al tráfico la Explanada para después rectificar o de instalar un «botellódromo» en la ciudad.

Su impronta en los barrios y su cercanía tuvieron su respuesta en las urnas. En 2011 Castedo fue ratificada como alcaldesa con un resultado arrollador: 18 concejales. La regidora, de fuerte carácter, no tardó en dejar sin competencias a los ediles díscolos y reducir las dedicaciones exclusivas dentro de la Corporación, eliminando los sueldos a la mitad de los concejales de la oposición.

Aunque antes de los comicios ya había salido a la luz la investigación sobre presuntas irregularidades en torno al Plan General, fue después de las elecciones cuando salieron a la luz los detalles del sumario. Castedo tomó posesión del cargo en junio de 2011 en medio de las protestas y sacó pecho amparada por su resultado electoral «Lo que las urnas han dicho no se puede modificar en otros lugares», dijo.

Además de alcaldesa, fue diputada en las Cortes Valencianas hasta primeros de este año y su gestión como tal se limitó a la intervención que, en diciembre de 2011, realizó para defenderse a sí misma de las acusaciones de presunta corrupción en la tramitación del Plan General. Su imputación y su declaración ante el Tribunal Superior de Justicia en 2012 reforzaron la maquinaria de presión desde su propio partido para que se marchara.

La gestión municipal no ha podido desprenderse del lastre de un urbanismo bajo sospecha, que ha monopolizado el debate en los plenos municipales, y es la Justicia la que ha venido marcando el ritmo de las grandes asignaturas pendientes en la ciudad como el Plan General bloqueado durante cuatro años en el Consell mientras la ciudad sigue regida por un documento de 1987 o la instalación de Ikea en Rabasa que, tras la anulación judicial del plan urbanístico, se tramita como una Actuación Territorial Urbanística.

Los escándalos judiciales y la situación económica municipal, que en 2012 abocó al Ayuntamiento a la intervención del Gobierno, han sumido a la ciudad en una situación de parálisis que ha puesto de relieve la falta de liderazgo de la regidora para marcar el rumbo.

El caos en la gestión económica municipal y los rescates del gobierno se han concertado dos créditos por 75 millones de euros para pagar facturas pendientes han abocado a aplicar recortes en diferentes áreas, desde servicios sociales, a la limpieza o el alumbrado público, así como a constantes subidas de tasas e impuestos.

Aunque su cercanía le ha valido muchos apoyos, también son muchas las críticas que Castedo ha recibido por parte de los vecinos. En el último año, han sido constantes las quejas por la proliferación de veladores, la falta de limpieza en los barrios, el retraso en proyectos o la falta de ayudas para rehabiltar viviendas en la Zona Norte de la ciudad. Aunque muchos de los proyectos pendientes o a medio ejecutar dependen de las inversiones de otras administraciones, tanto vecinos como oposición recriminan a Castedo su tibieza a la hora de reclamarlas.

La limpieza y la gestión de los residuos han sido puntos críticos de su mandato. Tanto por la polémica adjudicación del servicio a una unión de empresas participada por Ortiz, con recortes en limpieza y un aumento del coste del contrato al año, como por la reapertura del vertedero a la basura de otros municipios y la huelga de basuras que a primeros de 2014 llenó de residuos las calles de la ciudad durante más de una semana y que puso en evidencia la incapacidad del Ayuntamiento para frenarla. La gestión municipal permisiva con los bares y terrazas también ha generado protestas vecinales por el ruido, pero ha contado con el apoyo del sector hostelero que, pese a la crisis, ha levantado cabeza con el popular «tardeo».

En el último año, Castedo ha reducido notablemente sus apariciones públicas, volcándose en las redes sociales para dar cuenta de su actividad. Es en los últimos meses del año, con las elecciones a la vuelta de la esquina, cuando desde el equipo de gobierno han pisado el acelerador para poner en marcha numerosas obras.

El buen sabor de boca en la gestión se lo deja el haber dado, esta misma semana, el empujón al plan urbanístico del soterramiento o la declaración de las fiestas de Hogueras como Bien de Interés Cultural

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