Alberto Aguilar nunca olvidará el momento en el que vio a su hija, por primera vez, tras ser rescatada de la secta peruana por la que fue captada y por la que huyó de sus casa durante un año y medio. Recuerda a la perfección los días que estuvo fuera. La familia trata ahora de dejar todo eso atrás y seguir adelante. Y lo están consiguiendo, para sorpresa de todos, apenas dos meses después de que la joven regresase a España. Y es que, contra todo pronósticos, la joven ya vuelve a ser la que era cuando se fue. Patricia Aguilar ha retomado sus estudios, prepara el acceso a un ciclo de grado superior que quiere usar como puerta de acceso a la universidad. También ha retomado el contacto con sus amigos y su vida cotidiana en su barrio, el Sector V, donde se la puede ver en acciones tan cotidianas como ir a comprar el pan, explica su padre.

Tras el gran trauma por el que pasó en Perú, y tras el choque psicológico que supuso la detención de Félix Steven Manrique y la ruptura de la vida que llevaba mientras fue presa de la secta, lo que se esperaba es que tardase mucho más en recuperar su vida. Sin embargo, Patricia tiene claro que ahora, lo que debe hacer, es recuperar el tiempo perdido y, sobre todo, asegurarle un futuro a su hija, de apenas seis meses. Es por ella por quien ha decidido estudiar, sacarse una carrera y desarrollar su vida profesional. Alberto cuenta, con una sonrisa, cómo ha podido recuperar en este tiempo a su hija para que sea la misma niña que era cuando se fue, tras cumplir los 18 años -en enero cumplirá los 20-.

Recuperación

No obstante, el proceso de recuperación psicológica no ha terminado, y tampoco ha sido fácil llegar al punto en el que está ahora, pese a que ha recuperado el optimismo y la ilusión en un tiempo récord. De hecho, y aunque es consciente de la repercusión mediática que ha tenido su caso, los psicólogos le han recomendado que se mantenga alejada de los medios de comunicación durante una temporada. Sí mantiene el contacto con otra de las mujeres con las que convivió, y que fue víctima de la secta. Es la chica cuya familia acogió a Alberto Aguilar en Perú cuando viajó para acelerar los trámites de la investigación policial. La tercera joven, aún sigue vinculada emocionalmente al líder de la secta y no ha podido pasar página.

El hecho de haberse visto abandonada, maltratada y a punto de morir en mitad de la selva, cuenta su padre, le hizo tocar fondo en Perú, y darse cuenta de que todo lo que le había prometido Steven era mentira. Patricia y su bebé estaban desnutridas cuando fueron rescatadas, por lo que necesitaron atención sanitaria. La joven había estado conviviendo sola en mitad de la selva en las últimas semanas, y con cinco menores a su cargo: su propia hija recién nacida y los cuatro hijos de las otras dos mujeres que había captado la secta. Tras recibir atención médica, se trasladó a un convento de monjas españolas, donde estuvo hasta su regreso a España.

Tampoco la vuelta fue fácil. El hecho de haber tenido a la niña en Perú complicaba, legalmente, su salida. Finalmente, Patricia la inscribió en el registro, pero lo hizo como si se tratase de una madre soltera, ya que Steven Manrique no reconoció a la pequeña, por lo que, como ella estaba en situación irregular en el país, pudo volver. Toda su familia estaba aquél día, a mitad de agosto, en la estación de tren de Alicante, donde llegó tras aterrizar en Madrid y coger el AVE.

En el campo

Patricia pasó el resto del verano en el campo. «Siempre le ha gustado mucho», cuenta su padre. Allí ha estado rodeado de su familia -la joven publicó un vídeo junto a su prima Noelia, quien ha ejercido todo este tiempo como portavoz de la familia- en el que dejaba ver la tranquilidad con la que afrontaba su recuperación. Se ha cambiado de look, dejando atrás el pelo largo con un estilo más moderno, con el que se le puede ver diariamente en su barrio.

En casa, también ha podido «recuperar» la habitación que tomó su hermano tras su marcha, donde duerme ahora también su hija. Y es que, la pequeña Naomi es sin duda el gran cambio en la vida de Patricia Aguilar con respecto a cuando se fue. Por ella está luchando, no solo para sacar su vida adelante, sino para conseguir las pruebas necesarias y ganar la batalla judicial contra quien le convenció para abandonar a su familia. La joven tiene ganas de hablar, explicar lo que ha vivido este tiempo «y no de vengarse, pero sí de que se haga justicia», cuenta Alberto.