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La campaña llega al final con los partidos pendientes de la abstención y los indecisos

El PP está convencido de entenderse con Ciudadanos mientras que el PSPV juega a dos bandas: mira a Compromís y Podemos pero sin descartar a la marca de Albert Rivera

La campaña electoral se cerró anoche casi como empezó: con los partidos pendientes de la abstención, de los indecisos, de la incertidumbre de un resultado que se decidirá por muy pocos votos y eso sí, como novedad, con una desesperada llamada del PP y del PSPV para concentrar el voto de la derecha y de la izquierda con el objetivo de intentar frenar el fuerte retroceso que las encuestas les vaticinan a ambos. El camino que, finalmente, tomen los indecisos -los datos que manejan los partidos apuntan todavía a un 20% de electores sin resolver sus dudas- y el volumen de participación se han convertido en la clave de un resultado que, a 24 horas de abrirse las urnas, es incierto e imprevisible por el nivel de deterioro de las dos grandes siglas -PP y PSOE- que se han turnado en el gobierno de las principales instituciones desde la Transición y el avance de otras marcas como Ciudadanos, Compromís o Podemos -la continuidad de EU en las Cortes está en el aire- que aspiran a partir del 24-M a ocupar una porción decisiva de la escena política de la Comunidad.

Los últimos mensajes de las principales fuerzas políticas, precisamente, reforzaron el hilo conductor de una campaña que ha tenido como «estrella» las investigaciones por corrupción que afectan al PP, al mando de la mayoría de las instituciones desde hace veinte años pero que, en esta ocasión, se juega continuar al frente de la Generalitat y de decenas de municipios. Los socialistas, de hecho, han intentado ofrecer un perfil más moderado pero ayer lanzaron un guiño a los descontentos calificando al PP de «estafa». Compromís y EU dispararon, como han venido haciendo durante toda la campaña, con las balas más gruesas de su artilleria. Mónica Oltra, por ejemplo, reclamó apoyos suficientes para acabar con una etapa de «corrupción» y de «abuso de poder» que vinculó con la gestión del PP. E Ignacio Blanco volvió a percutir con las grabaciones del «caso Rus» en un intento de salvar los muebles. Podemos y hasta Ciudadanos -convertidos en la «gran vedette» de la campaña ante la perspectiva de un gran resultado- también apuntaron, igualmente, en esa dirección. Los populares, sin mucho éxito, han intentado responder con la mejora de la economía o, en el caso de Alicante, con el agua, aunque sin llegar a calar en la agenda de la campaña electoral.

En esta situación, de acuerdo con los datos que se manejaban en la sala de mandos de los partidos en el cierre de campaña, la correlación de fuerzas tanto en las Cortes como también en decenas de municipios es impredecible y los bloques pueden decidirse por apenas un puñado de votos. La Generalitat se podría estar jugando, de acuerdo con estos datos, por un escaño de diferencia a favor de un bloque de derechas en el que el PP está convencido de que, finalmente, podrá contar con Ciudadanos para formar gobierno. Y otro conglomerado de izquierdas en la que estarían los socialistas, Compromís y Podemos con el futuro de EU en el aire. El PSPV, como constatan notables de la formación, juega a dos bandas. Sabe que podría contar con la izquierda si, finalmente, acaba sumando. Pero, al tiempo, tampoco descarta explorar una entente con Ciudadanos, con cuya cúpula, desde Madrid, ya se han mantenido contactos.

Tanto Fabra como Ximo Puig se ven presidentes pero no será tan fácil. Habrá mucha tela que cortar. A unos y otros, de hecho, no les ha quedado otra que encomendarse en el último momento al voto del miedo para intentar frenar el retroceso elect0ral y, fundamentalmente, para tener una posición de más fuerza en el momento que llegue la negociación de los pactos poselectorales. Todo, en cualquier caso, es posible. Ahora hablarán las urnas.

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