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Medio millón de indecisos decidirá

Los partidos centran la recta final de la campaña en convencer a un tercio de electores que todavía no se ha decantado por ninguna opción - El PP confía en retener el poder con 150.000 apoyos

¿La izquierda sumará el número de escaños necesario para formar gobierno tras el próximo 24-M? ¿O el PP podrá retener el Palau con el apoyo de Ciudadanos (C's) como única alternativa? Esas son, junto a algunas otras, las principales incógnitas que resolverán las urnas este domingo. Los últimos sondeos -la ley impide la publicación de nuevas encuestas a partir de hoy- coinciden en que el resultado estará en un pañuelo. La balanza podría decantrarse hacia un lado u otro y los próximos días se antojan claves para que los principales partidos convenzan al electorado de que su proyecto es el idóneo para que la Comunidad Valencianas encauce el rumbo de salida a la crisis.

Conscientes de que la contienda no se decidirá hasta la última jugada, las formaciones intensificarán esta semana su presencia pública en la calle y los ataques al contrario se recrudecerán. La estrategia es sencilla: las cartas ya están sobre la mesa y ahora el objetivo final es convencer a los indecisos. Que no son pocos precisamente. De acuerdo con los datos que manejan los principales partidos, hasta un tercio de los electores de la Comunidad no ha decidido todavía qué papeleta depositará el próximo domingo en la urna autonómica. O, lo que es lo mismo, alrededor de medio millón de personas que tienen decidido votar aún no sabe a quién apoyará.

Ellos decidirán si la derecha conserva el poder tras 20 años ostentándolo o, por el contrario, la izquierda toma la alternativa. Ya sea con un hipotético tripartito -si EU termina quedándose fuera- o con un cuatripartito -si la fuerza liderada por Ignacio Blanco rebasa la barrera del 5% y mantiene la representación parlamentaria-. Previsiblemente, los indecisos no se decantarán por una u otra opción hasta el viernes, el sábado -día de reflexión- e incluso hasta el mismo domingo de votaciones, de acuerdo con la información que se maneja en la sala de mando de los partidos.

Hasta entonces, todos ellos pondrán su maquinaria a engrasar para captar parte de esos votos. Entre ellos, el PP. La formación de Alberto Fabra es consciente de que las mayorías absolutas de antaño han pasado a mejor vida. Tanto en el Palau como en parte de los municipios en los que gobiernan. La corrupción que le ha salpicado durante los últimos cuatro años, por una parte, y la crispación social que se ha vivido en la calle por los impagos, por otra, han lastrado la marca y pueden provocar que los populares se dejen casi la mitad de los escaños que cosecharon en 2011. Por aquel entonces, con Camps al borde del procesamiento, el PP rompió todos los pronósticos y logró 55 diputados autonómicos (el 50,7% de los votos). Una mayoría absoluta holgada. Pero ahora, los últimos sondeos apuntan, incluso, que podría perder la mitad de sus apoyos. El reto de los populares pasa por sumar esta semana 150.000 votos. Sea como sea. En 2011 rozaron los 1,2 millones de papeletas en las urnas y ahora podrían recabar las 750.000. Si logran tener esos apoyos, tendrían el camino expedito para bloquear que la suma de fuerzas de la izquierda pudiera llegar a la mayoría y negociar con Ciudadanos.

El PSPV, por su lado, tirará de argumentario. En primer lugar, los socialistas reforzarán la idea de que es urgente un cambio para que la Comunidad deje de relacionarse con la corrupción. Además subrayarán que el 24 de mayo se debe «pasar página» con fórmulas reales que permitan apartar a los populares del Palau. O, lo que es lo mismo, los ataques a Ciudadanos se recrudecerán. Y, por último, se reiterará la idea de que el PSPV es la única alternativa de gobierno posible. «No es un viaje a la nada», sentenció ayer uno de los notables socialistas. Tanto Compromís como Podemos se disputan lograr un espacio clave para tener influencia en el Consell. La que más elevará el tono será EU, dado que el próximo domingo se juega el todo o la nada. Si supera el 5% de los sufragios se mantendrá con vida en el Parlamento, pero si no llega caerá en el ostracismo. La suerte está echada.

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