Si resistir a los envites de la crisis ya es todo un reto para las tiendas tradicionales, la extinción de los contratos de alquiler antiguos en diciembre de este mismo año puede ser la puntilla para muchos de ellos, que aseguran que una subida de sus rentas les abocaría al cierre, siguiendo así la estela de otros establecimientos históricos que han ido cerrando sus persianas en los últimos años.

Los arrendamientos de renta antigua, caracterizados por los importes más bajos y tener una naturaleza vitalicia, quedaron heridos de muerte en 1985, con el denominado decreto Boyer que eliminaba la prórroga obligatoria de los contratos que regía hasta ese momento. Años después, en 1994, la nueva ley de arrendamientos, fijó un plazo de caducidad de 20 años para las rentas antiguas que finaliza en diciembre de este año. De este modo, en enero de 2015, los contratos de renta antigua rubricados antes de 1985 perderán su vigencia salvo que quien siga al frente del negocio sea el titular o su cónyuge, que están blindados hasta su jubilación o fallecimiento. Sin embargo, en la mayoría de los casos, los negocios se encuentran ya en manos de los descendientes del titular original. En muchas de esas situaciones, los propietarios de los locales podrán ejercer su derecho, a partir de 2015, de renegociar los contratos y actualizar las rentas a los precios del mercado actual.

Algunos de los propietarios de negocios de renta antigua desconocen la situación que se les viene encima y en qué medida se verían afectados, pero sí opinan que una subida del precio de los alquileres supondría el cierre de sus negocios. En ello coinciden las asociaciones de comerciantes consultadas y la Federación Alicantina de Comercio (Facpyme), cuyo secretario general, Francisco Rovira, asegura que «hay casos en los que los alquileres podrían pasar de los 300 ó 400 euros a los 1.800 ó 2.100 euros, lo que es inasumible para estos establecimientos». Según Rovira, la situación empujaría a muchos comerciantes a «cerrar sus negocios o a tener que buscar otro local con un alquiler más asequible», dejando así la ubicación en la que llevan toda la vida y que, ocasiones, se sitúa en lugares estratégicos.

En cuanto a la cifra de negocios que se pueden ver afectados por la extinción de las rentas antiguas en la provincia, desde Facpyme no se atreven a dar cifras, pero sí indican que serían bastantes. Explican que muchos de los comercios históricos ya han cerrado sus puertas y otros tienen sus locales en propiedad. Aún así, no es difícil encontrar por el centro de los municipios ejemplos de negocios con rentas antiguas, desde mercerías, como la de Arenas en Alicante que abrió hace casi noventa años en la calle López Torregrosa, a tiendas de reparación de calzado, como la que se creó hace 105 años en la calle Quintana de la capital, o la tienda de marquetería Arcos y Molduras R.

Llorens, que lleva 60 años en Alcoy. Hace apenas un mes, la emblemática Corsetería Albert tuvo que echar el cierre de su local en la avenida de la Constitución de Alicante en el que llevaba 46 años por, precisamente, no poder hacer frente a un incremento del alquiler. Ahora, los comerciantes de negocios históricos temen correr la misma suerte.