La investigación abierta tras la muerte a puñaladas de un jubilado de 69 años presuntamente a manos de su mujer, de 45 años, y del cuidador y excuñado de ella en un aparcamiento de la Albufereta recoge un testimonio revelador. Uno de los amigos de la víctima, que estuvo en la boda y pasó la tarde del día del crimen con él, declaró a la Policía Nacional que el marido de Conchi le confesó que estaba arrepentido de haberse casado con ella a pesar de que no había transcurrido ni siquiera un mes.

Este testigo, que le prestó la furgoneta al fallecido para que acudiera a la encerrona disfrazada como supuesta cena romántica en la caravana de su esposa en Alicante, ha explicado a los investigadores que el hombre de 69 años, que se casó el 4 de agosto y no pasó ni una sola noche con la acusada, se sentía acosado por Conchi porque no paraba de llamarlo. La situación era tan extrema que la víctima le aseguró que estaba pensando en separarse de ella.

Además de este vecino de Guardamar que conocía a la víctima, la Policía tomó declaración a una mujer que también acudió a la boda y que el mismo día del crimen habló con Conchi por teléfono. La mujer del fallecido llamó a su marido cuando estaba con la testigo y ella habló con la presunta asesina. Según su relato, le explicó que le estaba preparando una cena romántica a su marido y ella estaba empeñada en recogerlo con su furgoneta para irse de luna de miel. Sin embargo, la víctima prefirió viajar por sus propios medios en el vehículo que le prestó su amigo.

El hecho de que se empeñara Conchi en ir a Guardamar a recogerlo puede revelar que ella y su cuidador, de 58 años y enfermo de cáncer según la investigación, se vieran obligados presuntamente a cambiar sus planes sobre la marcha e improvisaran un nuevo escenario para acabar con la vida del marido.

No admite su culpabilidad

«Eso no le he podido hacer yo». Este es uno de los múltiples pensamientos en voz alta de Conchi que se pudieron escuchar en los calabozos de la Comisaría Provincial durante los casi tres días que estuvo recluida, tiempo en el que permaneció inmóvil sin comer ni beber. No ha prestado declaración oficialmente, ni ante la Policía ni en el juzgado de guardia, pero sí ha dejado entrever desde el principio que ella, pese a ser sorprendida por una policía fuera de servicio cuando su esposo era apuñalado por el cuidador mientras ella estaba de pie y llegó a sujetarle, es ajena a la muerte de su marido y no reconoce su autoría.

De hecho, cuando fueron descubiertos por una policía que estaba de paseo el cuidador guardó silencio mientras que Conchi comenzó a decir que su marido «bebía mucho» y que «le estaban socorriendo porque le habían agredido unos negros» que habían huido en coche.

Nada más lejos de la realidad. La Policía Nacional considera que sufre algún trastorno y que su presunta incapacidad, que le tiene paralizado el cuerpo desde el cuello hacia abajo y que le obliga a ir en silla de ruedas, es una farsa para cobrar una indemnización de 200.000 euros por un accidente. La Policía entiende que ha tenido un comportamiento teatral, hasta el punto de que algún agente ha comentado que desempeña su papel mejor que el actor Javier Bardem haciendo del tetrapléjico Ramón Sampedro en la película «Mar adentro».

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La investigación abierta en el juzgado de Instrucción número 5 de Alicante también apunta a la posibilidad de que Conchi padezca un trastorno histriónico de la personalidad. Entre los rasgos de esta patología figura un patrón general de excesiva emotividad y una búsqueda de atención. Necesitan ser el centro de atención y muestran una «autodramatización, teatralidad y exagerada expresión emocional».

La muerte del jubilado de 69 años podría ser aún un crimen sin resolver si los autores no llegan a ser sorprendidos por una policía nacional que estaba fuera de servicio e iba caminando con un amigo por la avenida de Villajoyosa. Según esta agente, destinada en la Policía Científica, escuchó unos gritos desgarradores y al mirar hacia el aparcamiento de tierra de la calle Sol Naciente vio que había una persona chillando mientras otra le zarandeaba. A continuación se acercó a pie la mujer y la agente comenzó a gritarles advirtiéndoles de que iba a llamar a la Policía. Conchi se giró gesticulando para decir que no ocurría nada, pero el hombre seguía chillando y la policía bajó corriendo mientras llamaba para alertar a sus compañeros.

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Al llegar estaba la pareja inclinada sobre el hombre, que yacía muerto en el suelo. Se identificó como policía y tras quitar al agresor de encima de la víctima, vio que ocultaba lo que parecía ser un destornillador. Conchi dijo que estaba mal y se dejó caer al suelo al tiempo que pedía su silla de ruedas. Su cuidador comenzó a lavarse las manos de sangre y la policía le quitó la garrafa de agua. Unos minutos más tarde llegaron agentes de Seguridad Ciudadana y esposaron a los dos.

Desde entonces Conchi no ha vuelto a ponerse de pie y, según fuentes policiales, ha seguido simulando la enfermedad que le tiene paralizado casi todo el cuerpo.

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