La batalla por la candidatura del PP en Orihuela amenaza la estabilidad del partido en la Vega Baja, una comarca clave para el resultado autonómico pero también para el intento de los populares de repetir su mayoría en la Diputación. Parte del núcleo de poder de la cúpula de Génova -encabezado por el secretario general del PP y número dos de Pablo Casado, el murciano Teodoro García Egea- quiere mantener como número uno para las próximas elecciones municipales a Emilio Bascuñana, actual primer edil oriolano, contra el criterio de la dirección local, de la ejecutiva provincial y, fundamentalmente, del comité regional, que tiene las competencias de nombramiento de los cabezas de lista en los municipios de más de 20.000 habitantes. En Madrid, obvian los informes que revelan que el regidor estuvo al menos seis años -entre finales de 2007 y mediados de 2013- cobrando un sueldo de la conselleria de Sanidad durante la etapa del PP en la Generalitat sin acudir a trabajar.

Justo antes de Navidad, Teodoro García Egea llamó a consultas a la sede popular en Madrid al presidente provincial del PP, José Císcar, y a la número dos regional del partido, la también oriolana Eva Ortiz. Repasaron los nombramientos de los candidatos municipales. La estrategia que ha utilizado la dirección regional del PP es la de adelantar la designación de los alcaldables con un acto público de proclamación junto a Isabel Bonig. Esa confirmación se ha realizado en la práctica totalidad de los grandes municipios de la provincia de Alicante con alguna excepción. Y el principal «agujero» sigue siendo, en estos momentos, el caso de Orihuela. La dirección regional que tiene las competencias para designar al alcaldable a propuesta del comité local, controlado también por los críticos con Bascuñana, no ha realizado ningún tipo de movimiento para dar por designado a su candidato. ¿Por qué? Tiene decidido desde hace meses el relevo del primer edil oriolano como candidato a la reelección en 2019 y se le buscaba, de hecho, un sustituto. Se han llegado a barajar nombres como el del José Vegara, presidente de la Asociación de Moros y Cristianos. Pero lo cierto es que la resolución final está en el aire.

En aquella reunión previa a la Navidad, de hecho, García Egea se interesó por dos ciudades en concreto: Alcoy y Orihuela. En el caso de la capital alcoyana, los populares valencianos ya habían elegido al periodista Juan Enrique Ruiz, un perfil que se ubicaba en la órbita de la izquierda que ha levantado ampollas entre militantes del municipio y de la provincia. Génova tenía poco margen en esa localidad. Al no ostentar la alcaldía, no contaba con ningún elemento para intentar tumbar la elección de una alternativa. Pero en Orihuela, el escenario era diferente. Emilio Bascuñana logró la vara de mando en 2015 y en el PP siempre se ha respetado la voluntad de los alcaldes de repetir salvo voluntad manifiesta de no hacerlo. Así que el intento de relevar a Emilio Bascuñana desde la dirección regional, le daba pie a Génova a intervenir ante la ruptura de esa regla no escrita.

Pero, al margen de eso, hay otra cuestión más para poner en contexto esta batalla. Durante el proceso interno del PP, el primer edil oriolano se alineó primero con María Dolores de Cospedal y luego, en un movimiento para tratar de blindarse de cara a las listas se enroló con la opción ganadora de Pablo Casado frente al aparato provincial y regional del partido, que se posicionaron a favor de la candidatura de Soraya Sáenz de Santamaría. Así las cosas, Orihuela se ha convertido en un conflicto de primera magnitud para el PP. La dirección regional, la cúpula provincial y la ejecutiva local continúan con su intención de relevar a Emilio Bascuñana mientras una influyente parte de Génova juega la carta de su continuidad. Las competencias corresponden a Valencia, de acuerdo con los mismos estatutos que sirvieron en su día para elegir a Pablo Casado como líder del PP. El choque de trenes está servido.

Conflicto estratégico

No estamos ante una batalla de segundo nivel. Todo lo contrario. Es un conflicto estratégico para el PP que, reconocen los diferentes dirigentes consultados, afecta al conjunto de la Vega Baja. Y una crisis en ese territorio se convierte en un problema electoral para los populares. Se trata de una comarca que históricamente, desde los tiempos de Alianza Popular, es un granero de votos para la formación. Y la movilización de ese electorado natural, en estos momentos, es fundamental para el PP cuando es muy probable que la Generalitat pueda caer del lado de la izquierda o en el flanco de la derecha por un escaso margen. Pero, además, los populares tienen 3 escaños en la Diputación por esa comarca, los mismos que en l'Alacantí. Así que la crisis de Orihuela pasa a convertirse, de esta manera, en una patata caliente.

Y todo ello porque además hay otra cuestión encima de la mesa que lastra la figura de Emilio Bascuñana. Un prolijo y detallado informe de la conselleria de Sanidad que relata como el alcalde de Orihuela durante un periodo de al menos seis años durante el mandato del PP en la Generalitat recibió un sueldo de la conselleria de Sanidad sin que haya constancia de que acudiera a su puesto de trabajo. Bascuñana era lo que se conoce como un «zombie». Es muy probable que ese informe pueda acabar en manos de la Fiscalía.