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La cúpula del PP aísla a Castedo y eleva la presión para tratar de forzar su renuncia

La dirección popular admite que el escenario es difícil y Fabra insiste: «Son temas muy serios. Tiempo al tiempo. Los comportamientos inadecuados no caben en la política»

La cúpula del PP aísla a Castedo y eleva la presión para tratar de forzar su renuncia

Cada vez más aislada por la cúpula del PP, la presión sobre la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, se eleva día a día para intentar forzar su renuncia. La primera edil, con su doble imputación a cuestas por el presunto amaño a favor de Enrique Ortiz de proyectos urbanísticos en Alicante, resiste pero la dirección regional popular empuja y empuja un poquito más: hace tiempo que la regidora alicantina no tiene participación activa en la vida interna del PP; el presidente de la Generalitat evita por todos los medios acudir a actos de partido en la capital; las visitas a otras ciudades -caso de Elche- contrastan con su presencia cada vez más reducida en Alicante; y ahora, además, el jefe del Consell también ha ampliado esa estrategia al plano institucional con su ausencia del primer gran acto de una nueva edición de la Volvo Ocean Race. A sabiendas de que un golpe de mano dentro del grupo municipal del PP es impensable, la única salida pasa por provocar la marcha de Castedo con la idea de evitar un mayor desgaste.

En la cúpula regional del PP hay mucha preocupación. Reconocen que el escenario político en Alicante es cada vez más enrevesado. A la situación judicial de la alcaldesa y a la dimensión del escándalo con las escuchas entre Castedo y Ortiz dando la vuelta a España, de hecho, se suma ahora la crispación social que se vive en Alicante después de la tensión del último pleno municipal y a la espera de la manifestación convocada para mañana por 26 entidades y fuerzas de la oposición como EU, Compromís o Podemos para exigir la dimisión de Castedo. En esa tesitura, la cúpula regional del PP sigue manteniendo que la marcha de la alcaldesa de Alicante calmaría los ánimos, permitiría preparar las elecciones en mejores condiciones y, de paso, facilitaría la transición. Nadie la puede obligar pero la distancia es cada vez más evidente y esa situación continúa caldeando el termómetro de la tensión interna dentro del PP.

Ayer mismo, sin ir más lejos y con su decisión de evitar la foto con Castedo en la Volvo en el centro del debate político, el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, en los pasillos de las Cortes, evidenció su incomodidad con el decorado. «Son temas muy serios», reconoció el jefe del Consell después de enfrentarse al síndic de Compromís, Enric Morera, en la sesión de control parlamentaria a cuenta del plan Rabasa. «Tenemos que tomar estas cuestiones rigor y también con decisión», insistió antes de rematar. «Desde luego, los comportamientos inadecuados, como ya he dicho muchas veces, no caben en la política», zanjó Fabra que, de cualquier manera y puede que sin querer, reconoció su impotencia para resolver con un golpe de autoridad la crisis del PP en Alicante. ¿Una solución para Sonia Castedo? «Tiempo al tiempo», subrayó en clara alusión a la «línea roja» que ha fijado contra los imputados por corrupción y que marca su expulsión de las candidaturas electorales aunque, sin embargo, admitió igualmente que «hay que ser respetuoso también con lo que dijeron los ciudadanos en su día y respetar las mayorías».

La estrategia de Fabra con el vacío a Castedo tanto en el plano político como ahora también en el institucional, de una manera u otra, acaba minando a la alcaldesa. La presión unida al avance en la investigación judicial con la declaración de Castedo en los juzgados el próximo 27 de noviembre, como apuntan fuentes del PP, puede ser una baza, a medio plazo, para que Castedo mueva ficha sobre su futuro. Pero, sin embargo, ese movimiento con carga de profundidad de Fabra ha abierto otro frente que amenaza también la estabilidad interna del PP. Como es sabido la relación entre el jefe del Consell y el barón popular de Alicante, José Císcar, no pasa por su mejor momento. Y a eso, además, tenemos que añadir ahora el malestar entre notables populares por la ausencia de Alberto Fabra en ese primer gran acto institucional de la Volvo, la inauguración del Race Village celebrada anoche. «No se ha dado cuenta de que esa decisión, al margen de evitarse la foto con la alcaldesa, es una falta de respeto a los ciudadanos», coincidieron cargos alicantinos del PP.

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