El deterioro de la situación judicial de Mónica Lorente, con cita ya marcada en el calendario para sentarse el próximo 29 de mayo en el banquillo en un procedimiento por falsedad documental, se ha saldado, finalmente, con la renuncia a sus competencias en la Diputación. La también concejal del PP en Orihuela, hasta ahora responsable de Ciclo Hídrico en el Palacio Provincial, mantuvo ayer un encuentro con Luisa Pastor, titular de la institución, en el que ambas acordaron escenificar una salida pactada. Un «arreglo» que, en la práctica, supone que Lorente, por un lado, deja sus competencias hasta que se resuelva el juicio, de forma «voluntaria» y un minuto antes de que la cúpula provincial del PP elevara la presión para forzar su destitución. Pero también, por otro, que la presidenta de la Diputación arranca una solución sin que se produzca derramamiento de sangre interno, en la línea de lo que la propia Luisa Pastor deseaba.

Tal y como adelantó este periódico, la exalcaldesa de Orihuela -que, con todo, mantendrá el acta y también el sueldo público- se iba a enfrentar en el arranque de esta semana a su relevo como responsable de Ciclo Hídrico, uno de los departamentos de más peso y gestión de la Diputación, después de conocerse su procesamiento por la contratación de las obras de una plaza que se remontan a su etapa como primera edil oriolana. La cúpula provincial del PP apostaba por una medida ejemplarizante. La vieja guardia campista quería acabar con la zaplanista Mónica Lorente para responder a la presión de Alberto Fabra sobre los imputados por corrupción que se sientan en las Cortes, todos ellos antiguos colaboradores de Camps. La decisión del juzgado de poner fecha a la vista sirvió en bandeja el trofeo a buena parte del bando campista.

La presidenta de la Diputación, sin embargo, no quería desestabilizar a su equipo de gobierno y, desde el primer momento, apostó por una solución pactada en la que, además, fuera la propia Mónica Lorente la que acabara dando el primer paso para dotar el proceso de un barniz de voluntariedad y generosidad. Y, efectivamente, ese acuerdo se cerró ayer. Pastor y Lorente mantuvieron una primera conversación telefónica para citarse a última hora de la mañana y acabar de vestir el santo. De esta manera, Mónica Lorente renuncia a sus competencias de forma temporal y hasta que se celebre la vista. Está por ver si Luisa Pastor se las atribuye provisionalmente a alguno de sus diputados o se quedan sin cubrir.

Y será la propia edil del PP en Orihuela la que lo anuncie en una comparecencia que se celebrará el próximo jueves en la Diputación, justo después de la reunión del grupo popular en la que además se abordará el tema, confirmaron fuentes de la Presidencia. Todos contentos. Mónica Lorente gestiona los tiempos de su marcha y maneja su salida. Y Luisa Pastor no se mancha las manos con una destitución por la fuerza y a las bravas. Y ganan tiempo a la espera de lo que dicte el juzgado.

Pese a todo, la marcha de Mónica Lorente no ha estado exenta de movimientos internos. Ni mucho menos. En el fondo, a la diputada oriolana no le quedaba otra solución que marcharse de forma voluntaria para tener opciones de volver al puesto en el supuesto de que salga indemne de este procedimiento judicial -también arrastra una segunda imputación por la operación Brugal- a sabiendas, además, de que si decidía enrocarse, la dirección provincial del PP presionaría a Luisa Pator para tomar medidas drásticas, algo que en último extremo se hubiera producido. Así las cosas, la situación interna de los populares en Orihuela todavía se agrava más: a la reciente imputación de la presidenta local del PP, Pepa Ferrando; se suma ahora el descenso a los infiernos de la carrera política de Mónica Lorente.