Vida nueva (y extra) para Stephane Emaná. El delantero camerunés ha levantado el vuelo en el momento más oportuno, cuando estaba en la rampa de salida para hacer hueco a otro delantero. Otro cantar es que los dueños Enrique Ortiz y Juan Carlos Ramírez hubieran estado por la labor de rascarse aún más el bolsillo para traer a otro delantero además de Jona Mejía, a quien ya se le firmó un contrato importante por dos temporadas y media.

En apenas dos semanas Emaná ha despejado las razonables dudas que había en torno a su rendimiento y que desde dentro del club siempre negarán haber tenido. Pero sus números eran preocupantes. Contra el Villarreal B vio puerta cuatro meses después y lo celebró con rabia porque motivos no le faltaban. Preso de la ansiedad por su falta de puntería, el camerunés no había encontrado hasta entonces el premio a su esfuerzo diario y al cambio de hábitos experimentado desde sus primeras semanas en Alicante.

En verano llegó sin pretemporada y sufrió hasta tres lesiones musculares que hicieron temer lo peor. El cuerpo técnico y los servicios médicos centraron toda la atención en él, le diseñaron un plan específico de trabajo, pusieron a su disposición un nutricionista para que ordenara su alimentación y aún hoy tiene un seguimiento especial debido a sus singulares condiciones. Es un jugador explosivo, muy potente y Planagumà ya ha advertido en varias ocasiones: «Si intentamos limitarle o cambiarle estas características, nos quedamos sin Emaná, no sería el mismo».

El resurgir del punta de 24 años, hermano pequeño de Achille (que destacó en el Betis), coincidió con la llegada de Jona Mejía, por quien el Hércules apostó muy fuerte hace dos semanas para adelantarse al UCAM Murcia y a otros «gallos» de Segunda B que peleaban por un punta que siempre goleó en la categoría de bronce.

Emaná marcó ante el filial del Villarreal y volvió a hacerlo de manera consecutiva ante el del Espanyol, donde incluso rozó el doblete con un remate cruzado al palo tras una gran jugada combinada por la banda derecha.

«Hay que creer en estos jugadores porque son los que nos van a llevar a Segunda, el vestuario se alegra por el buen momento de Emaná y cuando los compañeros hablan como han hablado de él, yo poco tengo que decir ya», declaró Planagumà hace pocos días. El exdelantero del Nàstic de Tarragona es una pieza importante en el vestuario, «tiene el cariño de sus compañeros y un compromiso muy grande con el club», deslizan desde las oficinas del Rico Pérez.

Emaná, como muchos otros jugadores de la plantilla de este año, necesita relanzar su carrera tras varios cursos de ocaso futbolístico. Tampoco aprovechó la oportunidad que tuvo en la segunda vuelta de la temporada pasada en el filial de un grande como el Atlético de Madrid, ya que los problemas físicos le pasaron factura.

Ahora tiene cinco meses por delante para reivindicarse en un Hércules que le necesita como el comer, ya que el director deportivo Portillo no realizará más fichajes en estos dos días que quedan de mercado de invierno aunque a principio de mes tenía los cinco sentidos puestos en la situación de Benja, del Elche, que por sigue sin salir de allí.

El resurgir de Emaná ha provocado que el último fichaje Jona Mejía apenas haya podido ayudar en los dos primeros partidos. Jugó los minutos finales ante el Villarreal B, en los que demostró personalidad y buen juego de espaldas, pero no participó frente al Espanyol B ya que Planagumà prefirió asegurar la victoria con la entrada de los mediocentros Pedro Torres y Paco Candela, además del mediapunta Juli en el tramo final.