Las excavaciones de la plaza de la Fruita han finalizado después de más un año en obras. Y han acabado con el hallazgo de 120 esqueletos de época islámica.

Se trata de la tercera fase de las catas arqueológicas realizadas en los alrededores del Mercado Central que son obligatorias para determinar si el proyecto es viable o no tal y como está adjudicado ya a la empresa Aparcisa. Así lo ha señalado hoy el concejal de Urbanismo, José Manuel Sánchez, quien ha advertido que todavía queda una cuarta fase por desarrollar y que corresponde al frontal del edificio de abastos, próximo a los Baños Árabes.

Los cuerpos encontrados pertenecen a los siglos XI, XII y XIII y se situaban en cuatro niveles de enterramientos diferentes. El 60% de los mismos corresponden a menores de 12 años, lo que da una idea de la alta tasa de mortalidad infantil de la época. Por debajo de los restos óseos también han aparecido silos y "basura de la época, que los arqueólogos consideran que se trata de un importante manterial a estudiar", ha señalado el edil del área.

El pasado jueves la empresa arqueológica dio por finalizados los trabajos en esta calle del casco histórico de la ciudad que desde diciembre del año pasado está de patas arriba. A partir de ahí, la mercantil tiene un mes para enviar a la Conselleria de Cultura la memoria con el resultado detallado de los restos arqueológicos encontrados, lo que servirá para determinar si el proyecto puede avanzar o si la zona debe ser protegida. De cualquier manera, la incógnita sobre el futuro del edificio de abastos tardará todavía en despejarse, ya que si los restos no se conservan, quedan por delante más excavaciones.

A este misterio hay que sumar lo que pueda pasar con el refugio que hay debajo del Mercado, después de que el tripartito se comprometiera a buscarlo en el pasado pleno, y con el informe que ha encargado el alcalde, Carlos González, a un despacho de abogados externo para ver las consecuencias de romper el contrato.

La necrópolis

Fue en enero cuando comenzaron a aparecer los primeros cuerpos, bajo un mismo patrón: el esqueleto sin ajuar, en su día envuelto en sudario, en decúbito lateral, con orientación Sur o Sureste, depositados en una fosa con adobes con suelo de cal.

Y a partir de ahí, cada semana, la cifra de los cuerpos ha ido en aumento. Tanto es así que ha sorprendido incluso a los propios expertos que trabajan en la zona y que vienen de excavar en otras ciudades. La investigación del subsuelo de esa zona de época árabe, donde han aparecido enterramientos de tres tipos diferentes, esqueletos de niños, además de una infraestructura hidráulica extensa, es un proceso complejo y lento.