Las aparadoras de Elche han decidido dar un paso al frente y denunciar una situación que aseguran que está tan arraigada en el entorno como la industria del calzado. Se trata de un grupo de trabajadoras del sector que han desarrollado la mayor parte de su trabajo en sus domicilios, sin contrato ni derechos, y que se han unido en una asociación para alzar la voz y denunciar los hechos que han acabado por poner en riesgo su futuro, y que ahora ven reflejados en forma de enfermedades que no están reconocidas como fruto de su actividad profesional. Nace así la Asociación de Aparadoras y Mujeres Trabajadoras del Calzado de Elche, con el objetivo de visibilizar a las empleadas del sector, que afirman que han sido «maltratadas por la industria» y «víctimas de la economía sumergida». La fundación de este colectivo se materializará el viernes, en una asamblea que está previsto que se lleve a cabo a las 19.30 horas en el salón de actos del centro social Francesc Cantó.

Siguiendo los pasos que en el sector de la hostelería han dado las camareras de planta de los hoteles, conocidas como las «kellys», el colectivo ilicitano se pone en marcha para combatir la precariedad, generar redes de apoyo, y para trabajar por mejorar las condiciones laborales y sociales de las mujeres en el sector zapatero.

Según un estudio sobre economía sumergida elaborado por la Universidad de Alicante, el 88% del trabajo de aparado se realiza al margen del sistema legal. Este mismo informe dice que, frente a los 1.542 hombres que trabajan sin contrato laboral en el sector, hay hasta 7.332 mujeres que carecen de contrato.

Por otro lado, según los datos que aporta el Instituto Nacional de Estadística (INE), sólo el 30% de los empleos del sector zapatero los ocupan mujeres. Un dato que los sindicatos y los expertos consideran erróneo, ya que se da por hecho que la presencia femenina en el sector es mayor, pero que no está registrada por el alto impacto de la economía sumergida en los puestos relacionados con las trabajadoras.

Una de las impulsoras de la Asociación de Aparadoras y Mujeres Trabajadoras del Calzado de Elche, Isabel Matute, reconoce a sus 57 años que, pese a llevar más de tres décadas trabajando para el sector, sólo cuenta con seis años cotizados, ya que la mayor parte del tiempo que ha estado trabajando como aparadora en su domicilio no ha sido contratada. Isabel Matute dice que «la necesidad de conciliar la vida laboral y familiar nos ha llevado a estar hoy totalmente desprotegidas».

Por eso, insiste en que ha llegado la hora de reclamar derechos y de unirse, «porque nuestras demandas nunca llegan a las administraciones y a las instituciones, y nadie mejor que nosotras para luchar por nuestros derechos», según proclama.

Las impulsoras de la asociación sostienen que «unidas somos visibles y si se nos ve no podrán mirar para otro lado cuando hablemos de las enfermedades de las trabajadoras del calzado que no están reconocidas». Problemas de columna, síndrome del túnel carpiano, artrosis y mala circulación sanguínea son algunas de las dolencias que arrastran las trabajadoras del calzado, y que desde este colectivo quieren que se reconozca por la Administración cuando acuden a pedir ayuda.

El primer paso lo han dado una veintena de empleadas que son las que van a constituir esta semana el colectivo, aunque invitan a sumarse a todas las mujeres que se encuentren en su situación, ya que el fin último es erradicar la precariedad laboral vinculada al puesto que ocupan las mujeres en el sector zapatero. Para ello, subrayan, es fundamental crear una conciencia social en contra de las malas prácticas.

Las fundadoras de este colectivo afirman, finalmente, que «unidas podremos aprender, formarnos, construirnos y armarnos de los conocimientos que nos permitirán librar las batallas por nuestro futuro desde una mejor posición».