Mientras los grandes grupos continúan con el recorte de sus redes, en un intento de reducir sus gastos y aumentar su rentabilidad, Caja Rural Central ha decidido apostar por la estrategia contraria. La entidad oriolana, la única de las nacidas en la provincia que sobrevive como caja independiente, celebró ayer su primer centenario en pleno proceso de expansión, con el claro objetivo de aprovechar el repliegue de sus competidores para elevar sus cifras de negocio y consolidarse entre los principales actores financieros de la zona.
De esta forma, si el año pasado ya inauguró dos nuevas sucursales -entre ellas, una en San Vicente del Raspeig-, este ejercicio tiene previsto poner en marcha otras cuatro: una en San Miguel de Salinas, que está operativa desde hace unos días; otra en Villena y dos más en la Región de Murcia, en Caravaca y Alcantarilla, lo que elevará a 79 el total de delegaciones que posee la entidad. Y para el próximo año ya anuncian otra remesa de entre tres y cinco nuevas oficinas.
Como apuntaba ayer su director general, José Víctor Guillén, poco antes del acto con el que Caja Rural Central conmemoró su aniversario en el Teatro Circo de Orihuela, la intención final es cubrir la totalidad de las provincias de Alicante y Murcia en el medio plazo. Para lograrlo la entidad se vale de un balance más saneado que la media -gracias a que no cayó en la trampa del ladrillo durante los años de la burbuja- y de un modelo de banca de proximidad que le permite granjearse la confianza de la clientela que se siente abandonada por los grandes bancos.
Y, de momento, parece que le da resultado. Según Guillén, la cooperativa de crédito lleva tres años con un crecimiento medio del 15% en su cifra de inversión y cerró el último ejercicio con un volumen de negocio superior a los 3.000 millones y unos beneficios de 10,9, un 31% más que en 2017. Y todo ello con un ratio de solvencia cercano al 14,5%, muy por encima de lo exigido. De cara a este año, el ejecutivo prevé nuevos incrementos de dos cifras en su actividad.
Ya durante el acto oficial, al que asistieron numerosos representantes de las organizaciones empresariales, instituciones públicas y organizaciones sociales de toda la provincia, el presidente de la caja, Manuel Ruiz, también hizo referencia este proceso de crecimiento que calificó de «necesario». Eso sí, también dejó claro que aplicará el mismo principio de prudencia que ha caracterizado históricamente la gestión de la entidad y que se hará «sin perjudicar la solvencia y la rentabilidad». Y es que, entre otras cosas, Ruiz presumió de que Caja Rural Central siempre ha mantenido el «equilibrio entre inversión y recursos captados», en alusión, aunque sin citarlo, al endeudamiento al que recurrieron otros grupos en los años del boom.
Combatir la exclusión
Manuel Ruiz recalcó que, «para ser eficiente y aportar valor, lo que realmente vale es el modelo de negocio y de gestión, sin que el tamaño sea un obstáculo» y recordó que, para aquellas actividades que necesitan del ahorro que proporcionan las economías de escala, la entidad ya cuenta con las distintas sociedades del Grupo Caja Rural. Igualmente, destacó que la «capilaridad financiera que aporta hoy la caja genera un gran valor a la sociedad, sobre todo en los pueblos», donde está evitando «la exclusión financiera». «Nuestros objetivos comerciales nunca van a estar por encima de nuestros principios y valores», aseguró el responsable financiero, que recordó que «el modelo de banca local o de proximidad» que practica Caja Rural Central tiene una triple vertiente -financiera, social y cultural- que le permite estar «muy imbricada en la sociedad».
Previamente, Manuel Ruiz realizó un repaso de la historia de la cooperativa de crédito oriolana, nacida el 6 de junio de 1919, cuando «un grupo de personas altruistas, mayoritariamente agricultores, decidieron crear la Federación de Sindicatos Agrarios Católicos de Orihuela para defender sus intereses comunes y acabar con la usura que entonces se dejaba sentir». La aportación inicial de sus socios fue de 450 pesetas, con la que se pudo comprar fertilizante a un precio inferior al del mercado e iniciar la actividad financiera. Desde este momento, la hoy Caja Rural Central jugó un papel clave en el desarrollo del sector agrario de la zona -impulsó y financió la canalización de las aguas del Segura para crear 25.000 hectáreas de regadío en 16 municipios de la zona- y también de su industria auxiliar, como la de la seda o la del cáñamo.
En la misma línea, Ruiz recordó que durante décadas la caja también fue clave para financiar viviendas a precios asequibles en la zona. Igualmente, destacó como hito la incorporación de la entidad al Grupo Caja Rural en 1998, que fue decisivo para que ampliara sus actividades al conjunto de los sectores económicos. Por último, en 2017 la entidad se sumó al Sistema Institucional de Protección creado por las cajas rurales, que les garantiza asistencia mutua en caso de necesitarla.
Sintonía con el Consell
Por su parte, el conseller de Hacienda, Vicent Soler, recalcó que Caja Rural Central es «un ejemplo de buen hacer» y de la «banca de proximidad hecha con rigor y sin clientelismos», muy en línea, según dijo, con lo que trata de fomentar la Generalitat. En este sentido, recordó que el Instituto Valenciano de Finanzas ha puesto en marcha un programa para financiar la instalación de cajeros en los municipios que se han quedado sin banco para combatir la exclusión financiera. Por su parte, el alcalde de Orihuela, Emilio Bascuñana, recordó los lazos que le unen a la entidad, de la que fue fundador uno de sus abuelos.
