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Carlos Gómez Gil: «Alicante es una ciudad cada vez más desigual y contrapuesta, con amplias bolsas de pobreza urbana»

El sociólogo hace balance de un mandato local que encara su recta final tras cuatro años convulsos que resume con la letra de un bolero: «Lo que pudo haber sido y no fue»

El profesor Carlos Gómez Gil posa entre los ficus de la plaza de Gabriel Miró, uno de sus espacios favoritos de la ciudad. Pilar Cortés

A unos tres meses de las elecciones municipales, ¿en qué cree que se ha notado el paso de este mandato por la ciudad?

En el aumento de la frustración, como dice la letra del bolero, de lo que pudo haber sido y no fue. Creo que este mandato ha sido una oportunidad perdida, pero particularmente valiosa por la importancia de los desafíos pendientes.

¿Cuáles considera que son los principales retos de la ciudad para el siguiente mandato?

Creo que hay que simultanear, por un lado, la mejora de la calidad de vida en Alicante, cuidando con cariño todo lo que determina nuestro día a día, junto con un proyecto de ciudad que prime sus componentes mediterráneos, trabajando por la cohesión social y poniendo las bases para un futuro que atraiga empleo e innovación. El éxito del Distrito Digital [impulsado por la Generalitat Valenciana] dependerá también de lograr una ciudad moderna, agradable, sostenible, cualificada y capaz de ofrecer una alta calida de vida.

Por el contrario, como sociólogo y persona que observa la ciudad, ¿cuál es el principal problema que detecta en Alicante?

Alicante es una ciudad cada vez más desigual y contrapuesta, deshilachada, con amplias bolsas de pobreza urbana que se concentran en los barrios céntricos y tradicionales pero que la crisis ha extendido a otras zonas de la ciudad. Los nuevos PAU han generado barrios con altas calidades que contrastan con las carencias y limitaciones de otros muchos barrios, abriendo fuertes disparidades que hay que corregir para evitar que la ciudad tradicional se deteriore social, demográfica y urbanísticamente. La ciudad debe ser un proyecto colectivo, no sólo de sus políticos, y para ello es necesario un mayor compromiso y amor a la ciudad por todos los alicantinos, una asignatura aún pendiente.

Incidiendo en la desigualdad, ¿cree que existe solución para los barrios de la Zona Norte? Pasan los años, los gobiernos y la situación no parece que mejore...

Tenemos que acabar con la estigmatización de los barrios de la zona Norte porque en ellos existen elementos sociales muy valiosos: ricos movimientos vecinales y asociativos, experiencias enriquecedoras de interculturalidad, redes de proximidad y apoyo mutuo. El capital colectivo de estos barrios ha permitido afrontar importantes necesidades y desafíos que con un poco de atención, de inversión y cuidado permitirían mejorar notablemente sus condiciones de vida.

¿Qué se debe hacer para recuperar barrios afectados principalmente por la crisis, como el Pla, Carolinas, San Antón...?

El impacto de la crisis en Alicante fue mayor, entre otras cosas, porque no se desplegaron políticas para disminuir su impacto, especialmente en barrios de trabajadores y capas medias. El resultado es un avance de la pobreza, un deterioro de barrios, viviendas y espacios públicos, junto a un déficit de servicios esenciales, con una población cada vez más envejecida. Urge un buen diagnóstico para desplegar actuaciones que frenen el naufragio que viven los barrios.

Hablando de esos barrios, ¿qué le parece la principal actuación de este mandato en cuestión presupuestaria: la Edusi de las Cigarreras? No parece que los barrios beneficiarios vayan a cambiar sustancialmente.

Este proyecto se diseñó con escasa ambición y sin profundidad estratégica. Está muy bien cambiar las farolas y poner LED, pero cualquiera que pasee por sus calles sucias, contemple sus edificios deteriorados y vea el elevado número de comercios cerrados se da cuenta de que la Edusi no está deteniendo la degradación urbana y social que vive esta zona. Ni siquiera se ha tenido imaginación para mejorar la fealdad urbanística, cuyo máximo exponente es el bosque de medianeras espantosas.

¿Teme que los alquileres turísticos expulsen a los ciudadanos de las zonas más céntricas?

Alicante es un destino turístico de primer orden y su impacto afecta al metabolismo de la ciudad. Las plataformas de alojamiento turístico están cambiando la fisionomía en barrios que arrastran notables carencias y tienen una población envejecida. Al mismo tiempo, la gentrificación comercial que viven numerosas calles está teniendo un impacto devastador en el Centro, por lo que vigilaría muy de cerca la evolución de estos fenómenos combinados para evitar efectos indeseados.

Si le ofrecieran todos los partidos incluir una medida en sus programas electorales para las municipales, ¿qué propondría?

Una estrategia precisa y transversal de trabajo contra la pobreza y la desigualdad en la ciudad, en todas las dimensiones que están al alcance del Ayuntamiento. En la ciudad existían acusadas brechas sociales que la crisis ha acentuado y cronificado, dañando la cohesión social. No podemos seguir contemplando cómo determinados barrios de la ciudad viven una peligrosa degradación social y urbana sin que nadie haga nada por sanar el tejido cicatrizante.

Tras veinte años del PP en el gobierno, en 2015 llegó la izquierda al poder. ¿Cree que se preocuparon de las personas como habían prometido desde la oposición y en campaña?

No con la intensidad y profundidad que anunciaron. Desgraciadamente, no se puede decir que con el tripartito haya existido una estrategia clara y novedosa para trabajar a favor de los problemas más importantes de los ciudadanos, particularmente de aquellos en situación más desfavorecida. La falta de ideas, la torpeza y la ausencia de experiencia en algunos de sus concejales, junto a las energías perdidas en trifulcas estériles, llevó a que se abandonaran intervenciones clave que tenían que haberse priorizado para mejorar la vida de las personas.

Ahora que la extrema derecha parece que se hará un hueco en gobiernos locales y autonómicos, ¿como director del Observatorio de la Inmigración de la Universidad cree que en Alicante existe un problema con los inmigrantes?

Alicante, al igual que la sociedad española, ha dado una lección de tolerancia y madurez en la acogida e incorporación social de los inmigrantes llegados en las últimas décadas, incluso en la durísima crisis. Y lo hemos hecho aprendiendo sobre la marcha, sin situaciones destacables de tensión social. Ha sido un logro de los ciudadanos y profesionales como médicos, trabajadores sociales y profesores. Hay desafíos pendientes, pero podemos presumir de haber incorporado a los inmigrantes en un proyecto colectivo de sociedad en el que participan. No todos los países europeos pueden decir lo mismo.

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