La exalcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, afirmó ayer que el sábado por la tarde vio al capellán de Santa Faz, José Luis Casanova, despedirse de la última monja de Cieza que vino a buscar a las de Santa Faz y cerrar la puerta lateral que da acceso a la tienda del monasterio y al camarín donde se custodia la Faz Divina.

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De este modo, quiere salir al paso de las afirmaciones del sacerdote que dijo no saber nada de la marcha de las Clarisaspese a haberle extrañado que no hubieran salido a cantar en la misa de las siete de la tarde, tras lo cual, según declaró, procedió a cerrar el monasterio, poner la alarma y marcharse.

Castedo dijo ayer, a preguntas de INFORMACIÓN y después de haberse expresado en este sentido en redes sociales, que «tras la misa, primero despidió a una pareja y después a la última monja de Cieza». La otra, dijo, estaba «esperando en el coche» cargado de enseres. Para entonces el vehículo con las tres últimas custodias de la Santa Faz ya había salido en dirección al convento de Cieza.

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«La monjita salió por la puerta lateral, la del camarín. Salió y vi a José Luis Casanova cerrar la puerta. Lo vi, ¿cómo puede decir que no lo sabía? ¿cómo se atreve a decirlo? Estaba no sólo cuando se fueron las monjas sino que les cerró la puerta. Lo vimos y no fui la única, éramos varios testigos. Sabía perfectamente lo que estaba pasando porque él estaba allí...y yo también. Simplemente lo vi».

Castedo también explicó que hubo dos intentos de abrir la puerta y salir, pero la cerraron. «La hermana acabó saliendo, muy contenta y pizpireta. Me dirigí a ella y le dije: Hola buenas noches, ¿por qué os habéis llevado a nuestras monjas? No me contestó, se subió al coche y salieron».

Unos minutos antes, la monja que conducía el vehículo sí que le respondió cuando le preguntó si se llevaban a las monjas. En un primer momento, ante su silencio, la exalcadesa le dijo que no le podía mentir por ser religiosa, a lo que la hermana le respondió: «es lo que hay».

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Además, Castedo aseguró que a las hermanas les hicieron firmar un documento aceptando salir voluntariamente que tuvieron que rubricar por el voto de obediencia «a pesar de estar avisadas para que no firmaran nada».

Por su parte, el deán del Cabildo, Ramón Egío, declaró en una entrevista en Cope que las monjas llamaron desde el coche al vicario general para decirle que habían dejado el monasterio, y que después el vicario llamó al obispo, y éste al deán, quien procedió, según dijo, a contactar con el alcalde.