Las tres últimas Clarisas que custodiaban a la Santa Faz en el monasterio de Alicante reciben desde el sábado por la noche los cuidados de sus compañeras en el convento de la orden en Cieza. Así lo confirmó ayer la hermana Irene desde el monasterio de la ciudad murciana, indicando que velarán por su «bienestar y seguridad», sin querer valorar todo lo que ha ocurrido con el traslado de las últimas protectoras de la Reliquia. Su marcha ha interrumpido 500 años de oraciones de las monjas Clarisas en el monasterio alicantino, desde el 17 de julio de 1518.
La que más cuidados necesita es sor Rosa, operada hace una semana de una grave dolencia, de la que se estaba realizando curas en el Hospital de Sant Joan. Además de esta hermana, que se marchó en el asiento delantero de un coche pese a su reciente operación quirúrgica, se fueron sor Gladys y sor Clara Isabel, las tres llorando. En los últimos días una cuarta monja estuvo en el monasterio para cuidar a sor Rosa, aunque pertenece al convento de Cieza.
Las últimas monjas protectoras de la Santa Faz y la acompañante se fueron precipitadamente el sábado por la noche en dos coches con otras dos religiosas, las conductoras, 24 horas después de que el Obispado y la Federación de Clarisas emitieran comunicados garantizando que la Santa Faz nunca se quedaría sin custodia.
Aunque no fue así. La Reliquia estuvo durante varias horas en un monasterio vacío, hasta que el alcalde envió policías para garantizar la seguridad y el Obispado establecía turnos de devotos para custodiar a la Santa Faz en el camarín donde está expuesta tras exigírselo el Ayuntamiento como patrono del monasterio. El dispositivo se mantenía ayer en una jornada tranquila en el entorno del recinto tras la tensión vivida a lo largo del fin de semana.
Donaciones
El traslado de las tres monjas de la Santa Faz a Cieza es fruto de una larga sucesión de desencuentros con el Obispado. Aunque ninguna de las dos partes ha confirmado oficialmente las desavenencias, uno de los primeros problemas con que se encontró el exalcalde Gabriel Echávarri cuando accedió al cargo fueron una serie de escritos amenazantes que la curia episcopal dirigió a las monjas para desalojarlas, tal y como desveló él mismo. Según Echávarri, la madre superiora que había entonces le aseguró que el Obispado quería llevarse la Reliquia para hacer dinero con ella y que el primer paso era sacar a las monjas del monasterio, que cada año recibe a miles de peregrinos y numerosas donaciones económicas de los alicantinos para la Santa Faz. El Obispado garantizó el viernes que la Reliquia no se moverá, pero las monjas se fueron al día siguiente.
Vecinos de la pedanía y personas del entorno de las Clarisas corroboran que en los años 90 también se intentó dar al monasterio un uso de parroquia para celebrar bautizos y otras ceremonias, a lo que se negaron las hermanas, que querían tranquilidad para centrarse en la clausura. Un dirigente franciscano voló a Roma y la idea no se llevó a término.
Las Clarisas dejaron Santa Faz horas después de la reunión que el viernes mantuvieron el Obispado, el Cabildo y la madre federal de la orden y última abadesa del monasterio alicantino, que se saldó con la emisión de dos comunicados con pocos minutos de diferencia. Ambos salieron del mismo ordenador, el del vicario general, Vicente Martínez, donde además los dos escritos fueron previamente modificados.
El Obispado aseguraba en el comunicado su respeto a la autonomía de vida del monasterio y de la Federación de Clarisas, y que habían procurado, «con toda insistencia», poner los medios necesarios para que las religiosas permanecieran en el monasterio. La Federación decía en el suyo que las monjas no abandonarían el convento y que renovarían a las moradoras.
