Un país gobernado en funciones, donde el desempleo se aprecia a simple vista, sin necesidad de recurrir a estadísticas, y donde no existe una apuesta institucional decidida de ayuda a los refugiados. Esta es la imagen de España que construyeron en su mente los ocho asilados que llegaron a Mutxamel el pasado mesMutxamel de enero. Dos de ellos, afganos, se trasladaron a Valencia, mientras que otros tres, en este caso kurdos, decidieron marcharse al exterior, dos a Francia y otro a Holanda.

«Ellos quieren un futuro, están dispuestos a pasar tres años malos pero luego conseguir aquello con lo que sueñan», explica Nathalie Gidron, una de las voluntarias que actualmente presta asistencia a los tres refugiados que permanecen en la provincia. «Tienen el sueño de llegar a una gran ciudad que en realidad no existe, son jóvenes y si no lo ven claro se marchan, han pasado todo tipo de calamidades y nos trasladan que no quieren estar ni en Alicante ni en España», relata.

Los tres hombres que aún viven en Mutxamel cometieron «el error», tal como señala la voluntaria, de registrar sus huellas en España, por lo que no pueden solicitar asilo en otro país. La condición de refugiado les permite recibir asistencia -es decir, techo, comida, clases de español, posibilidad de ir al médico y recibir atención psicológica- durante seis meses. Pasado este periodo se convierten en «uno más» de los inmigrantes sin papeles que buscan mejorar sus vidas en la provincia.

Una red de acogida desaparecida

Si bien en todo este proceso existió buena voluntad de ayudar a los refugiados lo cierto es que el resultado ha sido un fracaso. Gidron señaló que la organización que colaboró en la llegada de los refugiados, Rafar (Red Alicantina de familias de acogida a los refugiados), ya no tiene prácticamente actividad en Alicante y son un grupo de voluntarios sin experiencia previa quienes ayudan a los tres asilados que comparten piso en Mutxamel.

«Les hemos aconsejado que acudan a Cruz Roja para tramitar su condición de refugiados, es una organización con enormes profesionales y experiencia y podrán ayudarles mucho mejor que nosotros», detalla la voluntaria. Gidron afirmó que solicitaron que se les dé asistencia en Alicante pero al estar cubiertas en la provincia las plazas a uno de los tres hombres lo trasladarán a Valencia y los otros dos esperan destino.

En este tiempo, los asilados reciben clases de español y realizan diferentes actividades que organiza un grupo de ciudadanos voluntarios con el objetivo de que logren integrarse. Nathalie insistió que existe la voluntad política y ciudadana en Alicante para dar respuesta y ayudar en la crisis de los refugiados pero que la administración central tiene bloqueado todo el procedimiento. «Recursos hay, el dispositivo que consta de abogados, psicólogos, médicos está preparado pero no se avanza», recordó.

Inicios

Una de las impulsoras de Rafar, Nuria Oliva, informó de que «políticos tanto de la Generalitat como del Ayuntamiento se comprometieron públicamente a atender como ciudad refugio a las personas que fueran llegando pero la realidad ha sido muy distinta. Pasadas las elecciones dejaron desamparados a los refugiados que han sido atendidos por la red alicantina». Oliva actualmente se encuentra en Calais, en el campo de refugiados de The Jungle, donde Rafar continúa su labor humanitaria.

«El Ayuntamiento alega que el Gobierno central tiene bloqueados los recursos locales para los refugiados que vendrán por los cauces "oficiales"-a través de Grecia e Italia-. Sin embargo, sabemos que en otras provincias se está atendiendo a asilados que llegan por sus propios medios», como ha sucedido en el caso de Alicante.

«Desde la red hemos puesto los recursos disponibles para ayudarles pero ya no podíamos cubrir los mínimos y se les recomendó y asesoró, gracias a Cruz Roja, de que estarían mejor en centros», señaló Oliva, quien agregó que «ello generó diferencias entre los voluntarios que estaban en los grupos de apoyo y poco a poco se fue desactivando el voluntariado y prácticamente esta iniciativa está inactiva en Alicante».

Estas dificultades generaron desconfianza entre los refugiados que no ven, tal como recordó Nathalie Gidron, un futuro esperanzador en Alicante.

La concejala de Cooperación del Ayuntamiento de Alicante, Julia Angulo, confirmó el relato de las voluntarias y aseguró que el Consistorio «poco o nada puede hacer ya que no tenemos control de nada». «Como Ayuntamiento se hizo una solicitud para que a los ocho chicos se les concediera el estatus de refugiado y como respuesta nos dijeron que era Francia quien tenía que tramitar dicho procedimiento, al estar en el campamento de Calais», argumentó Angulo.

Preguntada sobre el camino que otros municipios han emprendido al ayudar «por vía libre» a los refugiados, la edil aseguró que «trabajamos directamente con la Generalitat y hemos decidido esperar a que el Gobierno central desbloquee la situación».

Angulo apuntó en este sentido que en el caso de que se presentaran nuevos casos el Ayuntamiento se plantearía cambiar su postura frente al Ejecutivo central y actuar directamente en ayuda a los asilados. «Cruz Roja es la que tiene todos los elementos y está autorizada oficialmente para canalizar las ayudas y estamos permanentemente en contacto con ellos», concluyó.

La Generalitat habilitó a finales del pasado año hasta 300 plazas para acoger refugiados. Hasta 150 corresponden a la provincia de Alicante. A España han llegado por la vía oficial tan sólo 18 refugiados, tal como recordaron los voluntarios.