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Desde Irak y Afganistán a Mutxamel

Ocho refugiados llegan a la provincia desde el campamento francés de Calais

Desde Irak y Afganistán a Mutxamel

Me reciben con un té, con una sonrisa y con una calurosa bienvenida propia de la hospitalidad árabe. Seis kurdos y dos afganos abren las puertas de su hogar en Mutxamel para mostrar su nueva vida en España, lejos de la guerra, la inseguridad y de la falta de oportunidades que actualmente hay en sus territorios de origen.

«En nuestros países no teníamos futuro», afirma Hoshmand, de 30 años, natural del Kurdistán y veterinario de profesión. «Mi ciudad está ocupada por el ISIS y sólo hay dos opciones, o te obligan a unirte a ellos o escapas», añade Hawkar, de 27. Estos ocho refugiados -los primeros que llegan a la provincia de Alicante- llevan cerca de un mes viviendo en un piso ubicado en el centro de Mutxamel y que ha sido cedido por una voluntaria de Rafar (Red Alicantina de Familias Acogedoras de Refugiados). Así, en esta casa conviven historias diferentes pero que tienen algo en común: un viaje de alrededor de tres meses para cubrir la distancia que existe desde sus lugares de origen hasta el campo de refugiados de Calais, en Francia. Unos 5.000 kilómetros de recorrido que hicieron a pie, en coche, en camión y en tren.

«El peor momento que recuerdo fue cuando un niño estuvo a punto de morir ahogado en el container de un tren», manifiesta Hoshmand con la voz entrecortada. «También fue muy duro caminar más de 15 horas seguidas sin un sitio donde dormir y mojado por la lluvia», añade. Sus testimonios reflejan lo difícil de su huida. El más joven del grupo, Hawkar Muhamad, de 18 años y panadero de profesión, pasó su infancia en Irak sin poder asistir a la escuela y perdió a su padre en la guerra. Además, asegura que en su viaje hasta España fue retenido 17 días en una cárcel de Bulgaria porque se negó a identificarse «por miedo a que no le dejaran continuar su viaje por Europa».

Y el más veterano, Hoshmand Muhamad, de 42 años, ha tenido que dejar a su mujer y a sus tres hijos en el camino, a los que Rafar está intentando localizar. Todos coinciden en que el camino que han recorrido ha sido muy largo y «terriblemente duro». Sin embargo, aseguran que el viaje que han realizado ha sido menos peligroso que la realidad que se vive en Afganistán y el Kurdistán, porque «si te quedas, mueres».

Ahora, ya instalados en Mutxamel, afrontan su día a día asistiendo a talleres y actividades que organiza la ONG Rafar, descubriendo la cultura española, aprendiendo el idioma y recorriendo los rincones de Alicante. Únicamente esperan que sus solicitudes de asilo sean aceptadas para poder encontrar trabajo y completar sus estudios. «Necesitamos una vida normal, a mí me gustaría formar una familia», afirma Hoshmand.

Pero el mayor deseo de todos es que el conflicto que existe actualmente en Oriente Medio se solucione para poder regresar cuanto antes a sus ciudades.

Porque, si bien se sienten agradecidos por haber tenido la oportunidad de llegar a España, no quieren despedirse para siempre de sus orígenes y sueñan con volver a encontrarse lo más pronto posible con sus familiares y amigos.

Rafar

La Red Alicantina de Familias Acogedoras de Refugiados ha sido la encargada de dar asilo a estos ocho exiliados. Esta organización viaja con frecuencia al campamento de refugiados francés de Calais, en el que hay alrededor de 8.000 personas. Desde este punto, Rafar reparte ayuda humanitaria y asesora a los refugiados sobre sus opciones en Europa.

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