El popular Miguel Valor, de 70 años, asumió ayer la Alcaldía de Alicante asumió ayer la Alcaldía de Alicante en sustitución de la dimitida Sonia Castedo Sonia Castedo en un acto al que asistieron cerca de 400 invitados, entre ellos una amplia representación del PP que desembarcó en el Salón Azul del consistorio con el propósito de escenificar una ruptura con la etapa anterior. El quinto alcalde de la democracia y el primero en jurar el cargo en valenciano, se marcó como reto «devolver la confianza a los alicantinos», tendió la mano a la oposición ofreciéndole «diálogo, respeto y lealtad» a cambio de «propuestas constructivas» y anunció un paquete de ocho proyectos -con una inversión de más de 11 millones- que tiene intención de acometer en los poco más de cuatro meses que restan de mandato hasta las elecciones de mayo. Tras su toma de posesión, hoy anunciará los cambios en su equipo de gobierno.

En su discurso, Valor cuantificó la inversión en 14 millones de euros, si bien desde Hacienda matizaron después que, finalmente, serán algo más de 11 millones los que se solicitarán al Gobierno para llevar a cabo las actuaciones y el propio alcalde validó este último dato. El regidor recordó que el lunes se aprobará, en un pleno extraordinario, la adhesión del Ayuntamiento al Fondo de Impulso Económico del Gobierno para obtener el crédito con el que financiar la reivindicada torre de comunicaciones para unificar las antenas en el Castillo de San Fernando, la remodelación de los paseos de la Playa de San Juan y de Urbanova, la reforma del edificio de la antigua Cámara de Comercio de la calle San Fernando, la rehabilitación de la vieja estación de autobuses y actuaciones de urbanización en Santa Cruz y la plaza del Puente.

Aunque Valor asume la Alcaldía cuando apenas quedan cuatro meses para que acabe el mandato y como consecuencia de la dimisión de su predecesora por sus imputaciones judiciales, el de ayer fue un pleno de toma de posesión masivo, solemne, con una gran expectación mediática y con un amplio montaje de sillas, alfombras y pantallas televisivas que, según fuentes municipales, costó 6.900 euros. Discurrió en un ambiente festivo, amenizado con actuación de los Nanos y Gegants y la música de la dolçaina i el tabalet desde la plaza del Ayuntamiento poco antes de las diez y media de la mañana coincidiendo con la llegada de los primeros invitados al pleno, que arrancó pasadas las once. Entre los asistentes se encontraban el presidente del Consell, Alberto Fabra, el vicepresidente del ejecutivo valenciano José Císcar y las conselleras Isabel Bonig y Asunción Sánchez Zaplana así como la presidenta de la Diputación, Luisa Pastor, el delegado del Gobierno, Serafín Castellano y el subdelegado, Alberto Martínez. Otros políticos, senadores, diputados, representantes de colectivos sociales, vecinales o empresariales, de las universidades así como autoridades militares y eclesiásticas abarrotaron los salones nobles del Ayuntamiento. Entre los exalcaldes, no hubo sorpresas. Asistieron Fernando Flores (de la etapa predemocrática) y Luis Díaz Alperi, quien fue abordado por los medios de comunicación a su entrada para preguntarle sobre el informe policial que le atribuye un delito de cohecho por recibir dinero de Enrique Ortiz para pagar los pisos de sus hijos. De Castedo, que hoy declarará ante el juez por su imputación en el caso Rabasa, no hubo rastro.

Una vez se acomodaron las autoridades dio comienzo el pleno, que estuvo presidido por el alcalde accidental Andrés Llorens. Primero tomó posesión del cargo la nueva edil del PP, Carolina Concepción, para ocupar la vacante dejada por Castedo en el equipo de gobierno. Después, intervinieron los candidatos de cada grupo político. Primero lo hizo el portavoz de UPyD, Fernando Llopis, el de EU, Miguel Ángel Pavón y posteriormente la cabeza de lista y exportavoz del PSOE, Elena Martín. Todos ellos aludieron en sus discursos a los escándalos de presunta corrupción, aunque fue la intervención de Pavón la más vehemente y la que más incomodidad levantó entre los dirigentes populares.

Valor intervino también durante cuatro minutos, en los que recriminó a la oposición sus «ataques a la anterior alcaldesa» recordando que «no hay ninguna sentencia» -tras el pleno defendió su gestión y afirmó que con ella «se ha cometido una injusticia»-. El nuevo alcalde salió también en defensa de Llorens -procesado en el caso Magallanes- para defender que está «plenamente habilitado para sus funciones». Después, Valor defendió su candidatura y se remontó a éste y otros mandatos municipales del PP para recordar algunos proyectos que han visto la luz, desde la restauración de la Cara del Moro del Benacantil a la llegada del AVE o la salida de la Volvo.

Tras las intervenciones, los ediles de todos los grupos políticos introdujeron en una urna de cristal su voto para elegir al alcalde. Tal y como le garantizaba la mayoría absoluta del PP, Miguel Valor fue proclamado alcalde con los 18 votos de los ediles populares. Arrancó un aplauso multitudinario y procedió entonces a jurar el cargo. Llorens le entregó acto seguido la medalla de la ciudad y la vara de mando que exhibió visiblemente emocionado ante la sala. Una emoción que le acompañó durante todo su discurso de investidura, en el que tuvo que realizar algún parón, sobre todo en las alusiones al apoyo recibido por su familia, que le acompañó en el acto. «No sigo porque voy a ponerme a llorar», dijo.

Valor se recuperó y prosiguió con su discurso de investidura, en el que incidió en abrirse a la oposición y ofrecerles «diálogo, respeto y lealtad». A cambio les pidió «propuestas constructivas».

El nuevo alcalde admitió que el de ayer fue un pleno de toma de posesión «atípico» como lo fueron, según dijo, sus «primeras palabras como alcalde». Valor no obvió que se situación es fruto de «los imprevistos derroteros de la política», como se refirió a las circustancias que lo han alzado a la Alcaldía «hasta las elecciones municipales».

Le quedan por delante poco más de cuatro meses, pero aseveró que «es tiempo suficiente para desempeñar una labor de entrega y apertura a la sociedad» y para que Alicante «destaque por lo que ofrece a sus vecinos y a quienes nos visitan». Agradecido por «la confianza» depositada en su figura, «especialmente» a Fabra y a sus «17 compañeros» de equipo, aseveró que el PP «trabajará en bloque» por la ciudad. Añadió al respecto que en su partido «estamos más unidos que nunca» y se mostró «convencido de que tras las siglas hay un equipo compacto y diciplinado que va a superar la gestión de estos meses venideros».

Tras nombrar algunas de las obras en marcha en la ciudad, como las del acceso sur, la Explanada o la Cantera, agregó que «el movimiento se demuestra andando» y anunció los nuevos proyectos que prevé ejecutar en lo que queda de mandato o, al menos, dejarlos «medio hechos».

Prometió comunicación a los funcionarios y sindicatos, a los colectivos sociales, vecinales, comerciales, culturales, deportivos y festeros así como a la oposición. «La vara de mando municipal será el bastón en el que me apoye para el consenso y el diálogo», dijo Valor, quien aseveró que sus «profundas convicciones religiosas» le ayudarán a que «todo funcione mejor». Y es que, como admitió el alcalde, «afrontamos los últimos meses de una legislatura que no ha sido fácil para nadie». Al respecto, añadió: «Queremos devolver la confianza a los alicantinos, que se vuelvan a ilusionar». Con su compromiso para «trabajar por Alicante», dando las gracias y con «visca Alacant» cerró su discurso.

Los aplausos dieron paso a los himnos de Alicante, la Comunidad Valenciana y España, que pusieron el colofón al pleno de la elección del alcalde.