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Conflicto

El ocio nocturno calienta la calle

Vecinos del Casco Antiguo exigen que no decaiga la presión policial contra el botellón y el ruido mientras los pubs defienden que la mayoría cumple la normativa

Suciedad y restos del botellón junto a la plaza de Quijano un viernes. CAROLINA ESCALANTE

La concentración de unos 5.000 jóvenes en las calles del Casco Antiguo a mediados de octubre durante una fiesta universitaria fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de los vecinos, que reclamaron al Ayuntamiento medidas urgentes para reforzar los mecanismos de seguridad ante concentraciones tan importantes de jóvenes y para garantizar su descanso. La Policía Local ha intensificado los controles desde entonces, pero los residentes reclaman que no se baje la guardia para tratar de atajar el botellón de los fines de semana y las malas prácticas de algunos pubs, que permiten sacar la bebida a la calle o promocionan el alcohol a bajo precio en sus fachadas. La Policía Local ya ha puesto seis multas por esto último.

Aunque, según los vecinos, la fiesta universitaria del «woki moki» puso en evidencia a la administración local a la hora de garantizar la seguridad ante la concentración de 5.000 jóvenes -el equipo de gobierno admitió desconocer la convocatoria-, el conflicto entre el ocio y el descanso en el Casco Antiguo se cada fin de semana. En concreto, desde la noche del jueves a la del sábado y, en especial, la de los viernes que, según vecinos y propietarios de pubs, es cuando hay más incidencia del botellón y presencia de menores en las calles del barrio.

«El problema es el botellón de la calle, que no es bueno ni para los vecinos, ni para los pubs que cumplen la normativa ni para los jovenes o menores que beben», subraya la presidenta de la asociación de vecinos del Casco Antiguo, María Dolores Peretó, quien incide en que «cuando la Policía Local sube la presión disminuye el problema, pero cuando bajan la guardia vuelve a surgir, que es lo que ha ocurrido en los últimos meses». Por ello, considera que «hay que mantener el control». Desde la otra asociación de vecinos del barrio, Laderas del Benacantil, reclaman al Ayuntamiento en su escrito que aborde el problema de una manera integral, con medidas orientadas a restringir los veladores y sus horarios, a realizar un mayor control de los pubs que no cumplen la normativa en cuanto a horarios o ruidos y a garantizar la limpieza de las calles cuando al día siguiente amanecen repletas de vasos y restos del botellón, de orines y de todo tipo de residuos. A este respecto, los residentes denuncian que se incumple la frecuencia de los baldeos del pliego de condiciones de la contrata.

Del otro lado, los propietarios de los pubs inciden en que la mayoría de ellos cumple estrictamente con la normativa. Admiten que el problema del botellón les perjudica, así como el que haya locales que tiran el precio de las bebidas y que no controlan que se consuma en la calle. «El problema no es la fiesta del «woki moki», que discurrió sin problemas, sino la bebida en la calle», esgrime la propietaria de uno de los pubs del Casco Antiguo, Rocío Ferrándiz. Otro hostelero, Sergio Sogorb, coincide en que «el problema está en la calle». Los propios empresarios señalan que ellos mismos han trasladado sus quejas a la Policía Local que, según afirman, está actuando. Este colectivo incide en su compromiso por conciliar sus negocios con los vecinos .

Desde la brigada de agentes adscrita a Urbanismo, que controla el cumplimiento de las licencias y el ruido, señalan que se realizan inspecciones y que en un buen número de casos se cumplen la normativa. La Policía Local asegura que hay mucha presión sobre los locales, que se enfrentan a multas de entre 60 y 600 euros cuando se trata de una infracción leve y que puede alcanzar los 6.000 en casos graves. Es el botellón, los veladores y la actividad en la calle cuando hay buena temperatura lo que más quejas genera, afirman.

La unidad de Vía Pública se ocupa de controlar esto último. Cada fin de semana los agentes recorren las calles del Casco Antiguo y otras zonas del centro para tratar de atajar el botellón que, según fuentes municipales, ha descendido de dos años hasta ahora. En las últimas semanas, tras las quejas vecinales, la vigilancia se ha extremado y los agentes han denunciado a varios locales por permitir sacar bebidas a la calle o suministrarlas a menores de edad. Además, se han puesto seis multas por publicitar bebidas alcohólicas en sus fachadas. Se trata de irregularidades que, según los agentes, están muy localizadas en algunos locales.

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