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Los tesoros que se dejó la CAM

La Universidad «hereda» los cuadros de Gastón Castelló y Gálvez y los relieves de Gutiérrez y Bañuls del palacete de 1923 propiedad de la caja que acogerá un campus urbano en la calle San Fernando

Un lujoso despacho, con las paredes recubiertas de madera, sillones de piel y alfombra clásica. pilar cortÉS

«Es un palacete precioso, de principios del siglo XX (1923), y sólo necesita pintura y limpieza. Está para entrar», señala el vicerrector de Infraestructuras y Espacios de la Universidad de Alicante, Rafael Muñoz, sobre el edificio noble situado en la calle San Fernando 40 obra del arquitecto Juan Vidal con la participación del escultor Vicente Bañuls que a partir del 21 de noviembre acogerá un campus universitario urbano con todo tipo de servicios para el alumno.

El palacete, sede de la extinta CAM hasta su intervención por el Banco de España, permanece cerrado desde el último trimestre de 2013 pero en menos de un mes volverá a tener un uso con la celebración de la próxima ceremonia honoris causa que acogerá el salón de actos con capacidad para 120 personas. En esa fecha estarán en funcionamiento un tercio de las dependencias, entre ellas una sala de estudio en pleno centro de Alicante abierta las 24 horas, y el resto progresivamente hasta Hogueras.

La Universidad ha conseguido que Sabadell CAM le ceda el emblemático edificio durante diez años, con todas las obras de arte que tiene depositadas, y que están incluidas en un inventario. Entre ellas los óleos sobre lienzo de gran tamaño «Mona de Pascua en el Castillo», «Baile en romería», «Vendedor de botijos» y «Haciendo bolillos niños», de Gastón Castelló, encastrados en las paredes de la que fuera sala de juntas de la entidad bancaria, que podría acoger algunas de las reuniones del consejo de gobierno de la Universidad, que tiene unos 40 consejeros.

Es la sala más destacada de la zona noble del edificio, y tiene en otra de sus paredes un quinto cuadro costumbrista, de Gálvez. Llaman la atención la antigua y valiosa mesa clásica que había que mover por piezas y sacar por los ventanales, y que finalmente Sabadell CAM ha dejado donde está porque no había garantías de que, una vez desmontada, se quedara igual.

En todo el edificio hay numerosas lámparas arañas de cristal de principios del siglo XX; y en inventario una veintena de mesas clásicas, de palisandro, cristal o roble; y una decena de sillones de piel antiguos, algunos en buen estado y otros restaurados por la entidad antes de cederlos, así como alfombras de época. Hay tapices como el de Gabelinos, una escena clásica que decora el vestíbulo de la entrada, al pie de la señorial escalera, y al llegar al primer piso sorprenden, esculpidos, dos mosaicos de Gutiérrez de 1960; una claraboya vidriera en el centro que inunda el vestíbulo de luz, y debajo el espacio que dejó una escultura en forma de iceberg de Eusebio Sempere, que no está en su sitio y que el rector quiere recuperar. En la fachada los relieves «Alegoría al trabajo» y «Alegoría a la familia», de Vicente Bañuls, reciben al visitante de un inmueble que en 1929 se reprodujo en maqueta para la Exposición Universal de Barcelona.

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