La sociedad estatal Acuamed tiene paralizadas todas las inversiones previstas en Torrevieja de restitución por la instalación de la desalinizadora, que está ubicada en la ciudad. Una especie de compensación de la administración central por el impacto de las obras y actividad de la infraestructura, una de las desalinizadoras más grandes del mundo. El ejemplo más claro en estos momentos es el paseo del dique de Poniente. Que comenzó a construirse en 2014 y no está terminado. Pero los vecinos y visitantes de los barrios del Acequión y San Roque quieren disfrutar de ese paseo, situado entre la playa de Los Náufragos y la bahía. No han dudado en hacer suyo el espacio de paseo aunque no esté terminado.
La empresa Becsa, filial de la antigua Lubasa, comenzó las obras en octubre de 2014, con un plazo de ejecución de solo cinco meses y un presupuesto de algo menos de un millón de euros. La idea era adaptar el dique de Poniente, que ganado anchura porque ahora discurren en paralelo los tubos de captación de agua y vertido de salmueras, al uso peatonal, instalar pérgolas, iluminación, algo de jardinería y bancos. Sin una explicación oficial clara las obras se paralizaron meses después. Se mantuvieron bloqueadas durante algunos meses y volvieron a retomarse pero solo para culminar el pavimento. Están sin actividad desde hace más de dos años.
Sin las medidas de seguridad suficientes, pero con todo el pavimento terminado hasta el faro, las vallas del perímetro de la obra han sido derribadas dejando el acceso libre a todo aquel que quiera pasear a lo largo de unos 700 metros. La apertura sin control del paseo inacabado permite también que los más «aventureros», bañistas y pescadores, puedan acceder a la escollera de roca del dique. O que los más jóvenes se den un baño, saltando al mar desde varios metros de altura, en la punta del faro de Poniente.
El control de acceso al muelle de personas y vehículos, que realizaba la empresa contratista ha desaparecido. Solo está restringido el paso a las instalaciones de la salinera y a la captación de agua del mar para la desalinizadora. El mal estado de la cinta de la sal, que se utiliza para transportar a granel el producto desde las lagunas al muelle de atraque hasta los barcos mercantes, ha provocado algunos daños en el pavimento sin concluir del nuevo paseo. Las tapas de registro de los distintos servicios, bajo el nombre de Acuamed y fechadas en 2012, están oxidadas. Al igual que la barandilla de protección a lado y lado del paseo. Una para evitar el paso a la zona industrial de la salinera y otra para impedir el acceso a la escollera.
La única obra terminada de ese plan de restitución es la reurbanización del barrio de San Roque, adjudicada a Acciona, la misma empresa que lideró la UTE constructora de la planta desalinizadora. En aquella actuación, finalizada entre 2014 y 2015, Acuamed invirtió cinco millones de euros. La desalinizadora, ahora funciona produciendo agua a un 30% de su capacidad total y que costó casi 300 millones de euros. Solo dota de agua para uso agrícola, a un precio muy elevado. Aunque podría hacerlo, en caso de necesidad, para el consumo humano. La desalinizadora es una inversión investigada judicialmente por supuestos sobrecostes y que provocó la detención de la cúpula de la empresa estatal. Esa intervención policial y judicial sería una de las causas que explica el parón de estás obras y el resto.
Lo que falta
Además del paseo de Poniente, ese plan contempla la construcción de un paseo marítimo en la playa del Acequión, la reurbanización de la avenida de Gregorio Marañón, la adecuación del cauce del canal del Acequión, reurbanización del paseo de la Playa de Los Náufragos y senda peatonal de la misma playa hasta Rocío del Mar, en paralelo al mar. Todo con una inversión que supera los seis millones de euros. En el caso de la senda y el paseo y reurbanización del Acequión los proyectos están culminados. En enero Acuamed se comprometió a reiniciar las obras. No lo ha hecho.
