Entiendo que cuatro meses sin rascar bola política le deben dar a uno para calentarse mucho la cabeza. La soledad de la noche madrileña y el haber pasado de cabeza de león y frustrado aspirante a ocupar la Alcaldía de su Torrevieja a cola de ratón en el Congreso, o quizá el constante cambio de altitud al que le llevan sus constantes viajes de Torrevieja a Madrid y de la capital a la Ciudad de la Sal nuevamente, hacen que quizá usted esté sufriendo algún tipo de síndrome obsesivo del cual, si es así, espero que se recupere con prontitud y abandone ya de una vez por todas las alucinaciones que le llevan a usted y sólo a usted a ver o soñar con sobres marrones y «sorpasos» inexistentes, y a confundir lo verde con lo morado.

He de decirle que cobro exactamente lo que me corresponde por un acuerdo plenario en el que usted, por cierto, votó a favor, y que no fue otro en lo que a mi sueldo se refiere que cobrar exactamente lo mismo que los concejales de la oposición con dedicación exclusiva -a saber, tres del PP y una de Ciudadanos; es decir, yo Paqui Parra.

Entiendo que usted este quizá acostumbrado a sobres, pero yo le aseguro que cobro a través de mi cuenta bancaria, y de sobres del Deutsche Bank sólo conozco los de correo blancos con letras azules, que en mi etapa como directora de oficina de esa entidad manejaba a diario; de los marrones usted sabrá y espero que sepa por su bien explicárselo al juez.

He de reconocer señor Albaladejo que nunca pensé que me vería obligada a escribir un artículo así ya que yo a la política llegué, además de porque los votantes de Torrevieja así lo expresaron en las urnas, a trabajar para desde mi modestia y sin necesidad de notoriedad alguna, tratar de hacer de la ciudad que considero mía, ya sé que soy de Albacete, un poco mejor.

Entiendo don Joaquín, aunque me resulta realmente patético, ver cómo usted intenta hacer méritos por todos los medios posibles para que le vuelvan a colocar en un buen «puestesico» de salida que le garantice la cómoda poltrona de diputado en el congreso durante cuatro añicos ya que se le ha pasado el autobús para la mamandurria de la Diputación y no vaya a ser que tenga que ganarse la vida fuera de la política. Comprendo también su estupor, su rabia y hasta su ira al ver cómo por su falta de modestia y su nulo saber negociador no fue capaz el pasado junio de poner encima de la mesa, además de lo que puso, una propuesta de gobierno que convenciera a la formación que represento, Ciudadanos, que hubiera propiciado un entendimiento con su partido, el PP, al que además de respetar a sus representantes admiro a sus votantes, entre los que se encuentran, por cierto, muchos de mis amigos.

Mi propósito es el de conseguir el bienestar de las gentes de Torrevieja como si del mío propio se tratase, no el mantener una guerra con ninguno de mis compañeros de corporación, y digo compañeros porque así lo siento, ya sean del color político que sean, para mi antes son personas con las que comparto trabajo y a las que respeto. Yo, señor Albaladejo he llegado a la política torrevejense a construir y no a destruir como acostumbra a hacer usted, que cual Sancho Panza cabalga tras Don Quijote y en cuanto el hidalgo se descuida le despelleja sin rubor. Yo no soy tan «ruiz», que diría Rajoy, que me dedico cual «hooligan» descerebrado a la difusión por las redes sociales de imágenes denigrantes, injuriosas y que atentan contra su honor, ese es usted señor Albaladejo ese es usted. Hágaselo mirar por favor don Joaquín, y cuando quiera hablamos de Jost, de la Plaza de Oriente y de lo que se tercie; de lo de los sobres marrones y las injurias, ya sabe usted de eso en el juzgado.