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Pluriempleo

Con un trabajo no basta

Cada vez más personas necesitan completar su sueldo buscando uno o más trabajos para llegar a fin de mes

Una emprendedora inquieta que da clases en la universidad y enseña repostería creativa por las tardes . ANTONIO AMORÓS

Emilce Cardile tiene quince minutos cada tarde para ir de un gimnasio a otro. Trabaja por horas en cinco distintos, y no todos están en Alicante. Los fines de semana es camarera en el bar de la calle Valdés de un amigo, y ayer sábado estuvo en Valencia contratada para animar un acto contra la violencia de género, porque también ofrece clases de baile. En su casa viven prácticamente todo el año estudiantes extranjeros que llegan a Alicante para aprender español. Y aún le queda tiempo para ayudar a su hija de 11 años con los deberes, eso sí, a las diez de la noche.

La educación de su pequeña le preocupa mucho y se lamenta de no tener tiempo para atenderla, ya que tiene déficit de atención que le obliga a darle una medicación que cuesta 150 euros al mes. Algunas mañanas limpia escaleras, cuida niños y ancianos y ha sido pizzera. Todo para llevar un sueldo de algo más de 1.000 euros que le permite pagar la hipoteca, cubrir sus necesidades básicas y ahorrar los 6.000 euros que necesita para que la familia pueda viajar, cada dos años, a su país natal, Argentina, y asegurar el pago de la hipoteca en su ausencia.

Si el trabajo es una bendición, el pluriempleo, ¿qué es? Cada vez más trabajadores se ven abocados a completar con otras actividades su sueldo, que generalmente no alcanza para vivir. Y están condenados a no quejarse porque en estos tiempos de tasas de desempleo disparadas, como asegura la psicóloga Belén Claver, Consultora en Desarrollo Profesional, «no pueden, porque su entorno se lo echa en cara, les dicen que al menos tienen trabajo, aunque las condiciones en las que trabajen sean precarias».

El secretario de Comunicación de CCOO en L'Alacantí y Les Marines, José María Ruiz, tiene claro que la reforma laboral ha abocado a los trabajadores a la precariedad laboral y les obliga a buscar otros trabajos para completar lo que en otros tiempos no haría falta con un único empleo. «El sueldo de los que menos cobran ha empeorado con la crisis», justifica. A su juicio, el modelo de las trabajadoras de hogar se está implantando en otros sectores.

Este año son 44.204 las personas registradas en el servicio de empleo valenciano, Servef, que trabajan y buscan otro empleo. Mientras que engrosan las listas del paro en la provincia de Alicante 204.037 personas. La contratación se recupera gracias a los contratos temporales. Sin embargo, «el empleo respecto a 2008 sigue mostrando pocos síntomas de recuperación», explica Ruiz. La contratación a tiempo parcial es actualmente más elevada que en épocas pasadas: en 2014 suma 186.443, un 64% más que hace seis años, lamenta el responsable de CCOO.

Hay más contratos pero más personas en paro y menos afiliados a la Seguridad Social, según apuntan desde CCOO. «Esto señala la altísima precariedad de la contratación realizada: menos jornada, menos duración de los contratos y más sucesión de contratos,que la reforma laboral legitimó ampliando la capacidad del empresario de contratar repetidamente a una persona sin tener que hacerla fija».

Montse Navarro tiene dos trabajos y lamenta no llegar a los 1.000 euros al mes. Ambas ocupaciones suman 35 horas a la semana. Por las mañanas trabaja como administrativa y tres tardes a la semana ejerce su verdadera profesión en una clínica dental como higienista, aunque ella realmente es protésico dental. Con un trabajo estable de 40 horas a la semana hace cinco años, afirma que nunca se imaginó que su vida cambiaría de esta forma. «No me da para vivir trabajar sólo por las mañanas», cuenta.

El responsable de CCOO apunta que «muchas personas a tiempo parcial no pueden buscar otro empleo «que complete ingresos» ya que, aunque el contrato sea parcial, la jornada es completa o, incluso, superior a la legal. Esta situación, más que típica en hostelería o en el calzado, desmantela la política de minijobs que venden desde Europa. Los minijobs llevan años en España y son, en muchos casos, fraude, abuso y explotación».

El último informe realizado sobre pluriempleo en la provincia por la empresa de recursos humanos Ranstad reflejaba que un 10% de los trabajadores tenían dos o más empleos. Hoy, cerca de 42.000 personas está pluriempleada y son más de 44.000 trabajadores los que optan a un segundo empleo. Los sindicatos no se atreven a dar cifras y apuntan que a la cantidad de pluriempleo reconocido hay que sumar otro porcentaje de trabajadores que lo hacen dentro de la economía sumergida, difícilmente computable.

Mercedes Carbonell no se queja de ser pluriempleada, le gusta dar clases como profesora asociada en la universidad, aunque eso le reporta pocos ingresos. Le preocupa no tener plaza fija en su puesto como funcionaria interina como Técnico de Valoración de la Conselleria de Hacienda, lo que hace que contemple dar clases como una alternativa laboral. A la vez, vive con la incertidumbre de saber si seguirá dando clases el año que viene en su especialidad de arquitectura. Es aparejadora y posteriormente se sacó la carrera de Arquitectura «llevo toda mi vida estudiando y no descarto hacer una oposición», cuenta, recién cumplidos los cuarenta y pesimista por la incertidumbre laboral.

El caso de Mari Luz Roca es otro. Estudió Biología y Bellas Artes y se pluriemplea porque ha logrado hacer de una afición un modo de ganar dinero extra. Es profesora en Elche de Educación Plástica y Visual en el grado de Educación Infantil y Primaria y por las tardes ofrece cursos de modelado en azúcar para decorar tartas y repostería creativa. Asegura que es su naturaleza inquieta le obliga a estar siempre «ideando algo». Afirma sentirse privilegiada porque aunque pluriempleada, no lo hace por necesidad.

El secretario de UGT, Óscar Llopis, lamenta la inexistencia de datos reales de pluriempleo «porque por desgracia la mayoría es economía sumergida» y critica que la reforma laboral ha favorecido contrataciones precarias «por las que muchos trabajadores se ven en la necesidad de buscar otra ocupación». Advierte de un fenómeno cada vez más recurrente, personas en edad de jubilarse o ya retiradas que buscan trabajo, generalmente en la economía sumergida, para mantener a sus familias.

Mila Muñoz trabaja desde hace 15 años en la misma empresa como monitora de comedor en colegios y ahora en una guardería. Hace cuatro comenzaron a rebajarle las horas de trabajo y de ocho paso a cuatro y este año está contratada por dos horas y media al día, lo justo para dar de comer a los bebés y dormirles. La reducción de horas supone una bajada de sueldo por lo que «tengo que buscar más trabajo y estoy moviéndome, pero no sale nada». Es su entorno el que le está echando una mano y gracias al cual trabaja también limpiando en alguna casa, por lo que cobra unos cinco euros a la hora. Al final de mes ingresa 500 euros, y lamenta que la mitad lo gasta en transporte público para ir a trabajar.

«No tengo cargas porque no tengo piso, pero sí cargas familiares con una hija estudiando», cuenta con pesimismo.

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