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La crisis que se cerró con una abstención y una dimisión

La mayor parte de los diputados socialistas se abstuvo en la investidura de Rajoy, lo que posibilitó que el líder del PP repitiera en el cargo

La crisis que se cerró con una abstención y una dimisión

r. e. madrid

n España puso fin el 29 de octubre a la etapa más larga vivida con un presidente del Gobierno en funciones y abrió una legislatura que lleva de la mano la incógnita de si el diálogo que todos pregonan fructifica y permite que tenga recorrido, o si los españoles tendrán que volver antes de tiempo a las urnas. Fueron 314 los días transcurridos desde las elecciones del 20 de diciembre de 2015 y esa jornada de octubre en la que Mariano Rajoy logró la confianza mayoritaria del Congreso al sumar al voto afirmativo de los diputados del PP, el de Ciudadanos y Coalición Canaria y la abstención de la gran parte de representantes del PSOE.

Felipe VI se estrenó en estas lides postelectorales con cinco rondas con los representantes de los partidos en menos de un año, y en ese tiempo se sentaron en los escaños del Congreso y el Senado parlamentarios de tres legislaturas distintas.

Sólo se evitó una cuarta casi al límite, con la salida de Pedro Sánchez como secretario general del PSOE y la creación de una gestora con Javier Fernández al frente que aparcó el «no es no» argumentando el interés general.

Solo seis meses separaron al PSOE de volver a la Moncloa de la mano de Pedro Sánchez a verse inmerso en una de las peores crisis de sus 137 años de historia, sin secretario general, en manos de una gestora y con un cisma que no tiene visos de cerrarse a medio plazo. El PSOE convirtió un prometedor 2016 en su «annus horribilis», que tuvo su momento culmen el pasado 1 de octubre, cuando el partido estalló en el Comité Federal más convulso que se recuerda.

Fue a los pocos días de que 17 miembros de la Ejecutiva dimitieran como punta de lanza de una ofensiva liderada por la andaluza Susana Díaz y otros barones críticos empeñados en impedir las nuevas elecciones a las que abocaba el «no es no» de Sánchez a la investidura de Mariano Rajoy.

Después de meses de tiranteces y guerra soterrada, Sánchez no tuvo más remedio que tirar la toalla, al fracasar su órdago de imponer su estrategia y celebrar de inmediato el congreso para renovar la dirección. Una gestora encabezada por el presidente asturiano, Javier Fernández, tomó las riendas del partido de forma interina, poniendo fin a dos años de mandato «sanchista».

Quien fuera encumbrado como sucesor de Alfredo Pérez Rubalcaba con la bendición de Díaz, tras ganar en primarias a Eduardo Madina, decía adiós a su aspiración de llegar a la Moncloa.

A pesar de que en las elecciones del 20 de diciembre de 2015 el PSOE tocó fondo al lograr solo 90 diputados, aún le fue peor en la repetición de los comicios el 26J al obtener solo 85 diputados.

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