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La plaga de la avispilla que arruina la almendra irrumpe en la provincia por Biar

La Conselleria de Agricultura trabaja con expertos de la Universidad de València en la búsqueda del tratamiento más eficaz para evitar que el voraz insecto se extienda por las comarcas alicantinas

La avispilla que arruina la almendra irrumpe en Biar

El campo alicantino se enfrenta a otra plaga cuando todavía está sufriendo los devastadores efectos de la «Xylella fastidiosa», la bacteria que daña a olivos y cítricos. La reciente amenaza viene con la avispilla del almendro, que ha sido detectada por vez primera en la provincia de Alicante. Concretamente en dos fincas de Biar próximas al término municipal de Villena que suman una superficie de 50 hectáreas.

«Eurytoma amygdali Enderlein» es el nombre científico de este insecto volador que causa graves daños en las cosechas. Cuando llega a la madurez pone sus huevos en el interior de la almendra y las larvas crecen alimentándose de las pepitas hasta convertirse en ninfas.

La Conselleria de Agricultura ya tiene conocimiento de su presencia en la comarca del Alto Vinalopó desde el mes pasado y los técnicos de la Universidad de Valenciana están midiendo la eficacia de diversos tratamientos, tanto fitosanitarios como ecológicos y biológicos con la suelta de un parásito que no daña el ecosistema, para detener su avance y exterminar su población.

Los expertos consultados por este diario temen al himenóptero por formar una plaga muy destructiva, que se extiende de forma exponencial y es muy difícil de identificar y combatir a tiempo. El único aspecto positivo es que aunque acaba con la cosecha no daña el árbol, lo que evita los arranques masivos que se producen en otras especies.

«Nos enfrentamos a un problema muy serio que va a traer pérdidas económicas muy elevadas para el sector de la almendra», señalaba ayer Arturo Belmonte, director técnico de la Cooperativa Frutos Secos del Mañán, una de las entidades con mayor volumen de producción, comercialización y exportación de toda España.

«Seguimos a la espera de las oportunas indicaciones por parte de la Conselleria de Agricultura, pero nosotros ya estamos recomendando a los agricultores que si sus fincas están afectadas por la avispilla deben recoger igualmente la almendra para quemarla». Buscando el mismo fin se va a solicitar a las autoridades agrícolas de la Comunidad, la provincia y las entidades locales que sea obligatorio arrancar todos los almendros plantados en campos abandonadas. «Estas fincas constituyen un foco propagador y es necesario actuar sobre ellas para que las medidas que aplique la colectividad sean efectivas», subraya Belmonte añadiendo que «no hay fórmulas mágicas para acabar con la avispilla. En las provincias donde llevan años sufriéndola no han encontrado remedios milagrosos. Lo único que nos queda es tener paciencia y dedicarle tiempo y esfuerzo a los tratamientos que nos indique la Conselleria que debemos seguir. Es lo único», insiste.

Fue en julio de 2010 cuando se tuvo conocimiento de la existencia de la plaga de la avispilla del almendro en España. Se sospecha que llegó con importaciones sin el debido control y se detectó inicialmente en la provincia de Albacete. Pero en febrero de 2016 ya se tuvo constancia de la presencia del himenóptero en varias zonas de la Comunidad Valenciana. Concretamente en el Valle de Cofrentes-Ayora y La Plana Utiel - Requena. Dieciocho meses después ya ha llegado a la provincia de Alicante.

Las hembras adultas realizan sus puestas en el interior de las almendras cuando están en fase de crecimiento, perforando las cortezas. Las larvas que salen de los huevos crecen alimentándose durante el verano y el invierno de las pepitas que son la parte comercial de la almendra y que quedan completamente inservibles mientras los gusanos completan su metamorfosis, convirtiéndose en ninfas o crisálidas, de las que saldrán más tarde las fases adultas. Es en abril cuando salen de las almendras para iniciar una nueva puesta en las que pueden depositar entre 50 y 100 huevos. Y es entonces cuando se produce el momento idóneo para exterminarlas por su vulnerabilidad.

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