Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Un portal para buscar empleo sin clandestinidad en Elche

El Banco de la Piel ofrece a las aparadoras una web desde la que acceder a puestos de trabajo fuera de la economía sumergida

Un portal para buscar empleo sin clandestinidad en Elche

Los fabricantes de calzado llevan meses alzando la voz para advertir de que hace falta mano de obra cualificada, y que el sector se enfrenta a un problema por la falta de relevo generacional. Por este motivo, el Ayuntamiento de Elche va a destinar parte de sus recursos económicos a financiar cursos para formar aparadoras. Y todo ello cuando se cuentan por miles la manos de mujeres que se dedican al aparado escondidas en talleres clandestinos y en habitaciones de sus propias viviendas, malviviendo en la economía sumergida, que en Elche, según un estudio de la Universidad Miguel Hernández (UMH), se considera algo normal. Para luchar contra esta situación, acaba de surgir un colectivo de mujeres aparadoras, que reclaman trabajar con contrato y con derechos, y optar así a todos los servicios del Estado de bienestar. A este colectivo, el Banco de la Piel, una iniciativa de economía colaborativa con sede en Petrer, le ha ofrecido su portal para ponerse en contacto con empresas que busquen aparadoras para trabajar de forma legal.

El Banco de la Piel, explica Paco Amorós, que es uno de sus promotores, se puso en marcha a finales de 2016 para ofrecer a empresarios y diseñadores de calzado, bolsos, confección y tapicería el acceso a un buscador de pieles y componentes sin coste para los usuarios, una especie de almacén virtual, y tenía pendiente ser un portal de empleo, en el que las empresas publicasen sus ofertas, y los trabajadores su disponibilidad.

Ahora, cuando las aparadoras que llevan décadas trabajando en la economía sumergida han salido a la luz, el Banco de la Piel considera que es un buen momento para que este colectivo sea el primero de trabajadores del sector que haga uso del portal para ofrecer sus servicios a las empresas que juegan limpio y dicen no a la economía sumergida. La intención es ir abriendo el acceso al resto de oficios tradicionales del sector zapatero.

«Es un tema que teníamos pendiente», explica Paco Amorós, que aseguró que «vemos positivo que puedan ser las aparadoras las primeras en hacer uso del portal, y que las empresas sepan que hay mano de obra cualificada disponible».

La portavoz de la Asociación de Aparadoras y Trabajadoras del Calzado, Isabel Matute, indica, por su parte, que siempre que las propuestas lleven a que las afectadas salgan de la economía sumergida va a ser positivo. «Llevamos décadas apartadas y olvidadas. Está bien que empiecen a contar con nosotras», dice esta aparadora ilicitana, que espera que sean muchas las trabajadoras del sector que se puedan beneficiar de este portal.

Una de las impulsoras del colectivo de aparadoras es Aurora Sales, que no duda a la hora de defender que «a nosotras nos encanta nuestro trabajo, nos sentimos muy orgullosas de él, y lo que siempre hemos querido es hacerlo conforme a la ley, con un contrato y con derechos, que es lo que reclamamos ahora».

El acceso de las aparadoras al portal del Banco de la Piel puede ser un primer paso para que estas trabajadoras del sector dejen la clandestinidad en la que han estado trabajando durante las últimas cuatro décadas.

El convenio laboral del calzado, recuerdan desde el colectivo, contempla el contrato laboral a domicilio. Es decir, que las aparadoras pueden trabajar en casa con un contrato. El problema es que se ha llevado a la práctica en muy pocas ocasiones, y ahora, con esta revolución, puede ser el momento de darle mayor visibilidad.

Según un estudio de la Universidad de Alicante (UA) sobre economía sumergida, el 88% del trabajo de aparado lo realizan mujeres sin contrato, y se estima que son más de 7.000 frente a 1.500 hombres.

Desde el colectivo de aparadoras denuncian que, en la actualidad, muy pocas de estas trabajadoras conocen el destino final del producto que pasa por sus manos, que llega a sus viviendas en sacos, a través de repartidores, y con un cartón en el que se refleja el trabajo que tienen que realizar. «Nosotras no conocemos la empresa para que la que trabajamos, cada vez se nos proporciona menos información», asegura una de las impulsoras de la Asociación de Aparadoras y Trabajadores del Calzado.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats