Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Caos con las emergencias

La desaparición del CICU en Alicante provoca la acumulación retrasos y problemas de localización para el traslado de enfermos a los centros hospitalarios

Caos con las emergencias

El traslado del centro de emergencias de Alicante a Valencia hace poco más de un año no ha hecho más que acumular quejas y retrasos por falta de coordinación. La decisión de la Conselleria de Sanidad, adoptada con el único e inconfesable objetivo de ahorrar en costes económicos, supuso el traspaso de los avisos que se atendían hasta entonces a través del Centro de Información y Coordinación de Urgencias, que estaba ubicado en el Hospital General de Alicante, al 112, cuya centralita está ubicada en Valencia y que depende de la Conselleria de Gobernación.

Pese a la experiencia que ya se había producido en Castellón y donde se demostró en el día a día que los tiempos de respuesta habían aumentadolos tiempos de respuesta habían aumentado, la Conselleria no dudó en suprimir el CICU y permitir que los ciudadanos asumieran la demora en el tiempo de reacción. De hecho, el primer día en el que el traslado se hizo efectivo, en Elche un accidentado en la carretera de La Marina tuvo que esperar tendido en la calzada durante más de 40 minutos a que llegara la ambulancia, ya que el vehículo de emergencias había sido enviado inicialmente por las teleoperadoras a Torrellano. Ese mismo día, también en Elche, un enfermo con problemas cardiacos tuvo que esperar tres cuartos de hora en El Altet a la llegada de los sanitarios.

El caso más reciente se produjo a finales del mes pasado, cuando una mujer de 79 años estuvo a punto de morir porque el SAMU fue enviado a un domicilio equivocado, a varios metros de la casa de la enferma.

Pero estos problemas no se han circunscrito únicamente al término municipal ilicitano, sino que situaciones similares se han registrado tanto en la localidad de Alicante como en el resto de municipios de la provincia, donde cada vez se alzan más voces en contra del mal funcionamiento de un servicio básico.

Pero estas demoras no atendían únicamente a los desajustes propios de la remodelación de un servicio de emergencias, sino que los retrasos y las equivocaciones han continuado a lo largo de los meses sin que los responsables de la Conselleria que dirige Manuel Llombart hayan dado su brazo a torcer. Y en el mejor de los casos, las teleoperadoras son las encargadas de enviar a través del móvil un sucinto mensaje al personal de las ambulancias para que acuda al lugar en el que se halla el enfermo, con lo que el personal médico difícilmente puede valorar la gravedad del caso.

En el caso de los pacientes menos graves, son las propias teleoperadoras las que gestionan directamente la asistencia a estos pacientes, contactando directamente con los centros de salud de los departamentos sanitarios, que ya no reciben las llamadas desde el CICU de Alicante, sino desde la central del 112 en La Eliana.

El propio personal del SAMU reconoce que hasta el traslado de la central de emergencias a Valencia el servicio funcionaba con absoluta normalidad y en la práctica totalidad de los casos las indicaciones sobre el lugar a acudir se daban con exactitud, aunque la situación ha cambiado y las equivocaciones se producen con más frecuencia de la que sería aceptable en un servicio sanitario de estas características. Las unidades del SAMU reciben los avisos a través de un aparato receptor con una serie de códigos donde se geolocaliza el punto donde debe acudir. Eso, unido a que el operador que está en Valencia suele desconocer con frecuencia las localizaciones de la provincia, provoca muchas equivocaciones y pérdida de tiempo en momentos vitales.

A pesar de las críticas, desde la Conselleria de Sanidad se defiende el buen funcionamiento de la central de emergencias y se asegura que el tiempo máximo de respuesta es de doce minutos y que las equivocaciones en el destino parten en la mayoría de los casos de los propios comunicantes. La justificación parece que da carpetazo a la posibilidad de que la provincia pueda volver a disponer de un sistema como el que tenía antes de mayo del pasado año y cuyo buen funcionamiento estaba avalado por los datos.

A esta situación se une la queja de algunos de los trabajadores del SAMU que critican el cambio de desfibriladores que se ha realizado sin contar con los profesionales. Al parecer, los nuevos aparatos tienen un peso excesivo, sin tener en cuenta que muchas veces los sanitarios tienen que subir grandes alturas en edificios que no tienen ascensor para atender a los enfermos. El personal asegura que estos nuevos aparatos ofrecen las mismas prestaciones que los que empleaban hasta ahora.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats