De película. Que la Lilí, lo más torrevejense que te puedes echar a la cara, no sea de Torrevieja cuesta creerlo. Pero así es. Y que es la estrella de las fiestas patronales (con permiso de la Purísima) lo tienen claro los torrevejenses, pero que además sea toda una estrella de cine muy pocos lo deben saber. El Lobo, el Gigante y la Lilí, el trío más famoso de la popular Charamita, son personajes de película. Llegaron (nada más y nada menos) de la mano de la Metro- Goldwyn- Mayer, y de una de sus famosas producciones, «Lili», dirigida por Charles Walters en 1953 . Y a la vista está que llegaron para quedarse y convertirse con el tiempo -y ya hace 65 años-, más que en santo y seña de las fiestas patronales de Torrevieja, en un icono de la ciudad, de su idiosincrasia y de su gente.

La gran popularidad obtenida tras su estreno en España de esta cinta protagonizada por Leslie Caron y Mel Ferrer (seis nominaciones y Oscar a la mejor banda sonora), está en la base de su adaptación como «gigantes» en los desfiles de la Charamita. Es más que evidente el parecido de «la Lilí» torrevejense con la actriz francoamericana que interpretaba a una chica ingenua y conmovedora fascinada con las marionetas de un titiritero. Mientras, el Lobo (con más pinta de zorro en realidad) y el Gigante vestido de troglodita y un poco «mindolo» son dos de las marionetas que acompañaban a la protagonista en la película (Reynardo y Golo) y que los artistas del cartón piedra de la localidad tomaron prestados también de la Metro para que desfilaran con la chiquillería los días previos al ocho de diciembre.

No era raro. El éxito de esta película, mitad musical mitad drama romántico, generó una serie de productos -hoy lo conocemos como merchandising- entre los que se encontraban marionetas y muñecas de Lili y sus amigos. Y en aquella Torrevieja de casicas de planta baja, del bar La Marina y el Casino, de economato salinero, de mamparras y de «huelgas» en el verano, se quedaron estos personajes llegados de Hollywood, brillando con luz propia en una de las instituciones más grandes que había en el pueblo: su popular Charamita.

Poco queda de aquel pueblo, pero 65 años después todavía siguen esos tres llevándose a la gente de calle, y con cada salida de Lili y su comparsa se recrea (sin saberlo) la última escena de la película cuando la protagonista baila con sus amigos marionetas. Igual que bailan chicos y grandes en Torrevieja con la Charamita. Con diferencia, el acontecimiento más esperado del año. Ese en el que los torrevejenses sacan el repertorio que nos dice que Serafina la Rubiales es una chica muy fina o que los «garbansos torraos, por debajo la puerta te los echo a puñaos». El del «ora por nobis» y «tomate, lechuga, el lobo a la basura». Entrañable y divertida. Tradicional e irreverente. La que anuncia que llegan las fiestas de la Purísima pero que la Lilí viene antes, y lo que toca es cantar y disfrutar. Y para todo el que se quiera dejar llevar por la música que mantiene viva en los corazones de los de aquí el maestro Morales, recién llegado de Beniel, que cada año ejerce de «charamitero», título de gran honor y nombradía porque son muy pocos los que quedan en este noble oficio.

Ayer fue la primera salida. Y así será hasta el día 7 en la calle una o dos veces al día. Lo que se vaya terciando según las ganas de cada uno y el programa de fiestas patronales. Y esa chica de sombrerito rojo y abierta sonrisa invitará una vez más a propios y extraños a reencontrarse con la ilusión y la alegría a los sones de la dulzaina y el tamboril. La Lilí reconocida ya como estrella de cine. De las de verdad.