Ivanka H. P., de 60 años, pasó todo el domingo trabajando al cuidado de una anciana. Llegó a casa en torno a las 21 horas. Su pareja sentimental, Matey L. C., de 57 años, la esperó como de costumbre en la vivienda, ubicada en el barrio de Desamparados, Orihuela. Cenaron juntos como cualquier noche de verano, con las puertas y ventanas abiertas de par en par para dejar entrar la brisa de la huerta. Pasada la medianoche seguían viendo la televisión, según relató ayer una de sus vecinas. Lo que pasó desde ese momento hasta las 7.45 horas del lunes, cuando el hombre confesó que le había quitado la vida, nadie lo sabe. En la calle no se escucharon ni gritos ni golpes ni llantos. Al parecer, a nadie le constaba que sufriera maltrato, pero lo que sí sabía parte de su entorno es que ella quería romper su relación e iniciar una nueva vida.

La pareja residía en Orihuela desde hacía 16 años y fue en 2013 cuando alquilaron la casa donde ocurrieron los hechos, en el número 39 de la vereda de la Buena Vida, según sus vecinos. Él arrastraba una enfermedad que le afectaba a la espalda y le impidía trabajar. Sólo ella traía ingresos a casa. Su situación económica no debía ser fácil porque el dueño de la propiedad donde vivían aseguró que le debían varios meses de alquiler. Desde un tiempo atrás les estaba pidiendo que buscaran otra vivienda porque tenía intención de venderla.

Los vecinos de la mujer asesinada en Orihuela aseguran que la pareja mantenía una buena relación

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Ivanka y Matey, procedentes de Bulgaria, no estaban casados, pero mantenían una relación de cerca de dos décadas. Ambos tenían hijos de relaciones anteriores, pero ninguno de ellos vivía en España. Según fuentes del entorno, la mujer ya le había dicho en alguna ocasión que pretendía romper la relación, algo que no veía fácil porque él no tenía ingresos y suponía dejarlo en la calle. La dolencia de Matey al parecer iba a más y en los últimos meses había perdido mucho peso. Su entorno asegura que ella no quería dejarlo en la estacada y siguió ayudando al hombre que, finalmente, le arrebató la vida.

Detenido por presuntamente estrangular a su pareja en Orihuela

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Para los vecinos de esta partida rural nada hacía presagiar el fatal desenlace ocurrido ayer mientras muchos de ellos desayunaban. Les sorprendió el despliegue policial, la ambulancia y más tarde y la furgoneta negra de la funeraria. Algunos pensaron que le había pasado algo a él, al estar enfermo. Quedaron consternados entre el dolor y la rabia al conocer el crimen ya que nunca antes habían escuchado peleas o discusiones entre la víctima y el supuesto homicida. En el bar ubicado a poco más de 20 metros del lugar donde sucedieron los hechos no se hablaba ayer de otra cosa. El agresor confeso se dejaba caer por la barra de cuando en cuando, aunque nunca lo vieron ebrio ni montó ningún escándalo. Y fue en ese mismo lugar donde algunos vecinos recordaban ayer que ella tenía intención de dejarlo, que ya se lo había dicho varias veces, pero otro brutal crimen machista truncó su sueño de empezar de cero una nueva vida.

Minuto de silencio en el Ayuntamiento de Orihuela en rechazo al asesinato machista

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