Torrevieja acogió ayer la última jornada en el casco urbano de su tradicional mercadillo semanal de los viernes. Era la última estampa de calles abarrotadas en esta zona de Nueva Torrevieja y problemas de tráfico en los accesos. Un emplazamiento que se escogió, a su vez, hace más de veinte años, para evitar ese colapso en la Avenida de las Habaneras. En una de las mañanas más concurridas de público en meses, fue el principal tema de conversación: la mudanza que se avecina y para algunos su despedida definitiva con la cita semanal de compra.
El próximo día 12 se estrena el nuevo recinto, sobre 80.000 metros cuadrados en la Avenida de Delfina Viudes. La sensación general, al margen del optimismo de la campaña institucional municipal, es de incertidumbre. Clientes y vendedores coinciden en que las condiciones para llevar a cabo el mercadillo en el nuevo espacio son mucho mejores desde el punto de vista de la seguridad, la distribución de espacios y los servicios que puede ofrecer el Ayuntamiento. Pero la gran duda es si la multitudinaria asistencia al mercadillo -ayer sobre las once había «atasco» para avanzar en las zonas de alimentación- será la misma en el nuevo emplazamiento.
Representantes de los vendedores reconocen que el mercadillo de Torrevieja es uno de los más grandes de la provincia -más de 700 puestos-. Pero la multitudinaria asistencia de público nunca se ha correspondido con la caja -paradójicamente, ingresan más en municipios más pequeños-, por lo que un cambio que haga reducir todavía más esas ventas les llevaría a renunciar a su espacio -pagan tasas por ocupación de vía pública al Ayuntamiento-. De hecho, muchos de esos comerciantes siguen instalando en Torrevieja como segunda generación, heredando de sus padres la ocupación de vía pública, a la que en su día accedieron.
Los vendedores consultados por este diario ayer indican que su experiencia de ubicaciones en «mercadillos cerrados» no es positiva, aunque la práctica totalidad han confirmado su lugar en el nuevo recinto. Aseguran que en las últimas semanas muchos de sus clientes más fieles les han anunciado su dificultad para acceder a la zona en la que se encuentra el nuevo mercadillo, pese a que se ha puesto en marcha una línea específica de bus con 30 paradas, o sus dudas de si se animarán a acercarse.
Los hosteleros situados en el entorno de las que eran hasta ahora las calles del mercadillo y que completan sus ventas semanales con la aglomeración de los viernes van a perder un porcentaje importante de sus ingresos, y el nuevo recinto abre sus puertas sin que el contrato de la cafetería haya sido adjudicado. Durante las dos últimas semanas los comerciantes dedicados a la venta de ropa han recogido firmas en contra del traslado. Una iniciativa que llega tarde para tener cualquier efecto sobre el cambio, que fue notificado en mano a más de 650 vendedores. Comerciantes que además comenzaron a saber de los planes de cambio de ubicación hace ahora siete años. La resolución de la junta de gobierno en la que se aprobó el traslado el pasado mes de abril recoge, como principal documentación, los informes de 2011 de los técnicos municipales que justificaba la idoneidad de la obra y la inversión del Plan Confianza, que costó más de 5 millones de euros, y que además de servir para albergar el mercadillo una vez a la semana, también se planteó para acoger grandes eventos. Los que sí están contentos son los residentes que han convivido con el zoco durante dos décadas: sus calles estarán abiertas y no deberán prescindir de aparcar junto a sus casas.
Trabajos
En el nuevo recinto de mercados ayer mismo se trabajaba para seguir adecuando la zona. Había operarios trabajando en el transformador eléctrico -el mercadillo contará con iluminación de grandes torres- y en la limpieza de la zona de parque infantil.
