El tiempo de reacción del servicio de emergencias del "112" en atender a los heridos en el accidente de Orihuela, en el que falleció un conductor, fue ayer comentario en las redes sociales por parte de algunos testigos, que consideran que fue excesivo. Aseguran que "cerca de 40 minutos" tardaron las dos ambulancias medicalizadas desde que se produjo el suceso.

Lo cierto y verdad es que la vía donde ocurrieron los hechos es el principal acceso al municipio y que las ambulancias tienen su base de operaciones en el Hospital Vega Baja, en San Bartolomé, a varios kilómetros de distancia en otra carretera comarcal, la CV-95 con numerosos cruces y que obligan a atravesar hasta dos pedanías para llegar al casco urbano oriolano. Así, no es difícil tardar 15 minutos para llegar de una vía a otra, la CV-91, en la cual ocurrieron los hechos, ¿pero 40 minutos desde que se supo el accidente? Parece excesivo. Otras fuentes, caso del policía nacional que intervino en el accidente salvando la vida a los dos ocupantes del turismo, la mujer y el niño, no observó retraso alguno dentro de lo que se podría considerar normal. Los agentes de la policía local que acudieron al lugar tampoco consideran que fuese excesivo y lo cifran entre 15 y 20 minutos -ahora bien, ellos llegaron cuando el accidente hacía minutos que se había producido- y sí posible que los ciudadanos que allí estaban se impacientaran y para ellos el reloj "corriera".

El Consorcio de Bomberos aseguró a esta redacción que la notificación de la colisión se recibió sobre las 19.25, mientras que el Centro de Información y Coordinación de Urgencias (CICU), la tiene registrada cinco minutos más tarde, a las 19.30, según los datos que INFORMACIÓN ha podido recabar. Hasta cuatro ambulancias se desplazaron al lugar de los hechos, dos de ellas, dos soportes vital básico y las otras dos, dos Samu.

La carretera donde se sucedieron los hechos es el mejor acceso a Orihuela, es una vía rápida -y así se explicó cuando se estrenó hace menos de una década, siendo alcaldesa Mónica Lorente- pues es preferente al tráfico en todos los cruces, quien se incorporan a la misma a través de un carril de aceleración. Cuando se vendió su construcción todo el mundo esperaba una vía de doble sentido de circulación que fuese el principio de la prometida autovía hasta la costa (35 kilómetros) pero nada de nada. Su puesta en funcionamiento acabó con un problema endémico que tenía el municipio: cuando uno abandonaba la autovía AP7, Alicante-Murcia, en dirección a Orihuela y a otros municipios próximos de la Vega Baja, tenía que ir por un vial sinuoso y sin arcén para llegar a Orihuela, desde allí cruzar la ciudad para seguir camino. La nueva vía es en su mayor parte una recta de gran visibilidad a excepción hecha de un cambio de rasante para permitir el tráfico por debajo.

Lo que también es curioso de esta vía es que tiene más de un centenar de farolas que, sin duda, entraron en el presupuesto pero nunca han funcionado. Nunca.