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La venta de casas al mercado ruso se desploma con la devaluación del rublo

Numerosos compradores ordenan a sus agentes en España que pongan sus propiedades en alquiler al no poder hacer frente a la crisis en Rusia y para obtener divisas

Imagen de una feria de venta de propiedades al mercado ruso en el Auditorio de Torrevieja. Tony sevilla

La llegada del turismo ruso y la ventas de viviendas turísticas a este mercado emergente en la Costa Blanca se ha paralizado por la abrupta devaluación del rublo. En algunas zonas el desplome de las ventas es evidente desde el pasado mes de diciembre, fecha desde la que esta divisa ha perdido casi la mitad de su valor frente al euro en los últimos meses. La depreciación del barril de crudo y los efectos de la presión internacional en la economía rusa por el conflicto en Ucrania ha motivado que si antes la equivalencia era de un euro por cada 48 rublos, ahora sean necesarios casi 70 para obtener un euro. Tipo de cambio que incluso llegó a rondar los 100 rublos por euro a finales de 2014.

La situación de crisis que vive la economía rusa afecta especialmente al prototipo de turista ruso que ha recalado al sur de la provincia desde mediados de la década pasada. Ciudadanos con un poder adquisitivo medio que ahora deben afrontar tanto el encarecimiento del nivel de vida en Rusia como el importante aumento de los precios en sus lugares de vacaciones -de hasta un 50%- por la pérdida de valor del rublo frente al euro.

Según fuentes del sector inmobiliario dedicado exclusivamente a este mercado ruso en Orihuela Costa y Torrevieja, una parte importante de sus clientes ha ordenado a sus agentes en España que pongan en arrendamiento sus viviendas vacacionales alicantinas para rentabilizar la inversión que han realizado en los últimos años. Una decisión que los compradores adoptan cuando comprueban que sus ingresos ya no les permiten -quizás en mucho tiempo- regresar a España para pasar sus vacaciones. Ese tipo de turismo familiar que apostaba por la zona atraído sobre todo por la calidad de vida y el clima, que pasaba largas temporadas en la zona -varios meses al año-, o residentes -profesionales liberales- que podían desarrollar su actividad laboral a caballo entre Rusia y España -hay cinco mil censados solo en Torrevieja-.

Para ellos también han llegado los despidos y la crisis, y no parece que la situación tenga visos de mejorar en los próximos meses. Alquilar ahora sus viviendas vacacionales les permite contar con una fuente adicional de ingresos para afrontar el coste de la vida en Rusia, donde el incremento de los precios de productos básicos y alimentación ya ha alcanzado el 50% de aumento en los últimos tres meses. La Asociación de Promotores Inmobiliarios de la Provincia de Alicante, PROVIA, confirma esta tendencia y asegura que los primeros síntomas de lo que ha ocurrido ahora comenzaron a hacerse evidentes en 2013. En ese ejercicio los rusos concretaron en las notarías 1.900 compras de viviendas en la provincia y 2014 todavía culminó con una cifra mayor, superando las 2.000, según explica el secretario general de la entidad Jesualdo Ros. Para PROVIA el parón ruso no es ninguna novedad. Ya ocurrió en 2008 con alemanes y británicos. Entonces llegó la esperanza rusa y ahora que ésta falla y tardará en recuperarse, el mercado europeo repunta y vuelve a equilibrar la balanza y mantiene a flote una venta de viviendas turísticas, que no obstante, nada tiene que ver todavía con los boyantes ejercicios previos a 2007 pero que es suficiente para retomar la marcha del sector.

Las compras de ciudadanos rusos de viviendas en Orihuela y Torrevieja supusieron un balón de oxígeno para la construcción durante lo peor de la crisis inmobiliaria. Entre 2008 y 2012 la poca obra nueva de uso turístico que salía al mercado en esta zona se vendía entre la demanda rusa. Aunque su peso real en las estadísticas siempre ha estado algo sobredimensionado, y en ocasiones se promocionó como un mercado floreciente lo que tan solo representaba un volumen relativo.

La paralización de la entrada del turismo ruso tiene un efecto económico en cadena en la Costa Blanca y no solo afecta al sector de la construcción. En zonas como Torrevieja el cliente ruso ha sido especialmente apreciado como dinamizador del pequeño comercio y la hostelería local por su alegría a la hora de consumir. También el sector bancario se resiente. Aunque más del 60% de las operaciones de compra de viviendas turísticas se han realizado en los últimos años a tocateja -los interesados pagaban al contado-, un tercio se concretaron a través de una hipoteca financiada por entidades de crédito españolas. Esos compradores rusos de viviendas cuyo valor no superaba los 200.000 euros, han quedado atrapados en una devaluación que les obliga a «poner» el doble de rublos para pagar la misma mensualidad. La crisis ha tenido además consecuencias en las empresas inmobiliarias hispano-rusas que han debido afrontar reducciones de plantilla y un replanteamiento de su actividad a proyectos de urbanización con financiación rusa.

Recuperación europea

El parón en el mercado ruso se ve compensado con la promoción en uno de los mercados tradicionales más fieles con la oferta de Orihuela y Torrevieja, los ciudadanos de países nórdicos: Noruega, Suecia y en menor medida Finlandia, a los que se suma la recuperación alemana, británica y belga e incluso la llegada de nuevos compradores: los polacos. El litoral sur de la provincia sigue concentrando la mayor actividad de compra y venta de viviendas de segunda mano del país -algo que ni la peor crisis inmobiliaria pudo frenar- y una de las mayores de venta de viviendas de nueva planta.

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