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La negociación del nuevo Consell abre más las heridas

Las tensiones entre el PSPV y Compromís por el adelanto electoral, que se sumaban a los choques por la gestión, se agravan con la llegada de Podemos y la falta de acuerdos

La negociación del nuevo Consell abre más las heridas EFE/ biel aliño

Las diferencias se acrecientan en el nuevo Consell, y eso que aún no hay pacto de gobierno y, por tanto, no ha echado a andar. A última hora de ayer, las relaciones de los representantes de PSPV, Compromís y Unidas Podemos pendían de un hilo a tan solo unas horas del comienzo del pleno de investidura de Ximo Puig, que está previsto que arranque esta mañana. Atrás queda el buen ambiente entre los socios del primer acuerdo del Botànic, hace ahora cuatro años. Ahora, en un escenario mucho más frío y distante, cada uno mira hacia un lado al no conseguir sacar adelante la negociación para la reedición de un segundo Botànic por el reparto de las competencias y la exigencia de Podemos de gestionar el área de Cambio Climático, que Compromís no está dispuesto a desgajar de la conselleria de Medio Ambiente. Esa discrepancia, entre otras.

Las discrepancias ya se pusieron de manifiesto en la última cena del gobierno de esta legislatura a la que los consellers de Mónica Oltra decidieron no acudir. Pero los encontronazos vienen de lejos. A lo largo de la legislatura, PSPV y Compromís han mantenido posiciones que chocaban frontalmente por diferentes cuestiones, en multitud de ocasiones derivadas del mestizaje de las consellerias. Además, la pasada legislatura terminó de la peor manera para los socios, con la decisión de Puig de adelantar un mes las elecciones autonómicas, haciéndolas coincidir así por primera vez con las generales y creando una situación insólita en la Comunidad. La vicepresidenta Mónica Oltra estaba en contra del cambio de fechas, al considerar que Compromís iba a salir perjudicado. Y el tiempo y las urnas le dieron la razón, puesto que la coalición obtuvo 17 diputados, tres menos que en 2015 y se conformó con un cuarto puesto, por detrás de PSOE, PP y Cs. Además, la formación valenciana dejó en el camino tres escaños en el Congreso y obtuvo uno solo, el mismo resultado que en 2011, cuando se presentó con Podemos.

Ahora, con heridas que se mantienen latentes, las relaciones entre los socios del primer Botànic siguen zarandeando el gobierno del Consell y dejan su futuro en el aire.

Miradas divergentes de Puig y Oltra a horas de la investidura

El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, acompañado por la vicepresidenta, Mónica Oltra, durante los tres minutos de silencio guardados por el último crimen de violencia machista ocurrido en la Comunidad Valenciana, el de una joven de 29 años asesinada en la localidad valenciana de Alboraya, que ha decretado dos días de luto oficial. Los líderes de PSPV y Compromís miran hacia otro lado, evidenciando que el principal elemento de distorsión que tienen ante sí es la firma de un gobierno de izquierdas que en estos momentos está en peligro. El reparto de las competencias ha encallado el pacto para el nuevo Consell y anoche, a tan solo unas horas de la investidura de Puig, la alianza seguía sin cerrarse y todo quedaba en el aire. Ante las exigencias de Podemos, Compromís ha dejado claro que no quiere entregar más competencias para contentar a los socios del Botànic II. La tensión se palpó ayer entre los líderes del PSPV y Compromís.

Alcaraz: «El Botànic era un sistema para dos, bailar con tres es más complicado»

El conseller de Transparencia en funciones, el alicantino Manuel Alcaraz, aseguró ayer que es más difícil la gestión de un Consell con tres que con dos y que «el Botànic era un sistema pensado para dos; bailar con tres un pasodoble es más complicado». Alcaraz no será el único miembro del Gobierno que no seguirá en el Botànic II, pero sí el único que se va voluntariamente. El jurista y referente de Iniciativa indicó ayer, en declaraciones a Levante-EMV (del mismo grupo editorial que INFORMACIÓN), que la relación entre PSPV y Compromís ha sido un matrimonio «con mucho amor que como todo matrimonio tiene muchos problemas internos, algunos los ha sabido gestionar bien, pero hubo uno que no: la disolución anticipada». Para Alcaraz, «el Botànic fue posible porque en muchos años se había forjado una cultura compartida enraizada en la crítica a una derecha corrupta» añadiendo que «los discursos de ambas fuerzas se habían difuminado mucho en 2015».

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