El «cónclave botánico» continuará. Casi siete horas de reunión no dieron lugar ayer a avances de calado de cara a la formación del nuevo Consell. Las expectativas ante la cita de la mesa general de negociación del nuevo acuerdo de gobierno entre PSPV, Compromís y Unidas Podemos eran las de salir con una estructura del futuro Gobierno atada. La realidad, sin embargo, fue otra: no se pasó prácticamente del debate del programa conjunto, que parecía ya muy avanzado.

Los negociadores de la coalición de Mónica Oltra marcaron de entrada los límites del encuentro y enfriaron cualquier expectativa socialista de avanzar en lo que realmente genera diferencias entre las distintas partes: cuántas carteras tendrá el nuevo Consell, cómo se las repartirán entre los tres socios y cómo se distribuirán los cargos de segundo y tercer nivel en cada departamento. Eso que ampulosamente han llamado la «arquitectura institucional».

Los negociadores de Compromís rebajaron al poco de sentarse todas esas expectativas, según asistentes a la cita, al declarar que mientras no estuviera cerrado el «qué» no se zanjaría el «cómo» ni muchos menos se entraría a hablar del «quién». Otros clásicos en el lenguaje «botánico».

Al final, cuando ya se llevaban unas cinco horas de sentada sí que se entró a abordar el «cómo», la estructura del nuevo gobierno, sin conclusiones definitivas, pero sí con indicios sólidos. Del «qué» hubo avances en tres de los seis ejes del programa. Y hasta ahí quisieron leer. Tras una reunión más larga que un discurso de Fidel Castro en sus buenos tiempos, los socios subrayaron en su comunicado que la mesa programática se volverá a reunir hoy para cerrar los ejes restantes y los remitirá a la comisión negociadora para que los valore. Y destacaba que esta parte, el programa, es «la cuestión clave de la negociación a partir de la cual se podrá pasar a conformar la estructura del futuro Consell».

O sea, lo dicho, que la composición del futuro Ejecutivo queda aparcada, a la espera de los progresos que puedan darse en la sesión de hoy, cuando está previsto un encuentro de la subcomisión creada para este objetivo. Los avances se produjeron en tres de los seis ejes del Botànic II, en los que se llegaba con un borrador consistente. Son los que afectan a feminismo, servicios públicos y cambio climático, tres de las patas de acción global en las que los programas de los tres partidos incidían. Hasta ahí hubo consenso, queda para próximos encuentros el resto de ejes de actuación. Y queda la parte fundamental y más sensible del hipotético acuerdo.

El tiempo pasa y la fecha para la investidura de Ximo Puig es la misma: el miércoles 12. Mientras, el acuerdo parece lejano, aunque los representantes de las tres partes entraban al encuentro de ayer con la esperanza de que mañana todo puede quedar cerrado. Se antoja difícil a la vista de la velocidad del proceso hasta la fecha y de qué continúan sobre la mesa los asuntos más peliagudos y en los que se ha dado algún paso atrás en los últimos días.

Arquitectura

Hubo un momento de la semana pasada en el que parecía que la arquitectura podía pactarse. Un total de doce consellerias con seis para el PSPV, cuatro para Compromís y dos para Podemos era el esquema. Después, la opción se torció cuando Compromís y los morados aumentaron sus pretensiones. Los de Oltra elevaron la suya a cinco, el mismo número de áreas que han controlado en la anterior legislatura, y la reacción de los de Rubén Martínez Dalmau fue subir a tres la suya (y con una vicepresidencia además).

El PSPV tiene una línea roja clara, que es contar con, al menos, el mismo número de carteras que los otros dos socios en conjunto. Eso hace inviable, en principio, una solución como la planteada, porque llevaría a un gobierno con 16 consellerias. La franja aceptable está entre diez (como en el mandato último) y 15, el máximo que ha habido en el pasado.

De este modo, la salida del callejón pasa por la cesión de Compromís o Podemos. O Mónica Oltra y su equipo asumen bajar a cuatro (con los problemas internos que ello puede generar de reparto a su vez entre Bloc e Iniciativa) y entonces prosperaría la fórmula de 6 (PSPV), 4 (Compromís) y 2 (Podemos y EU). O la confluencia morada acepta quedarse en esas dos mientras Oltra retiene las cinco carteras actuales. La ecuación entonces sería siete (PSPV), cinco (Compromís), dos (Podemos). Esta última solución parece la más cercana a prosperar ante los planteamientos observados en la parte final de la reunión. Todo apunta a un gobierno de catorce o quince carteras, en función de si Ximo Puig decide que Presidencia tenga el rango de conselleria al margen o la incluye en las siete del PSPV con el voto de calidad ante hipotéticas situaciones de conflicto interno.

Esta alternativa deja la pelota en el tejado de Podemos y Esquerra Unida, que tendrán que decidir el reparto de esas dos áreas entre ellos. EU ha dejado claro desde antes de la negociación que aspira a liderar una conselleria.

Si este paso se solventa con la estructura mencionada, quedará por ver además si ese juego de cifras puede estar condicionado por el tipo de departamentos que se incluyen en cada paquete. Nadie quiere perder lo que ya gestiona y todos pretenden sumar algún área nueva. Hacienda, ya lo han dicho, es irrenunciable para los socialistas, que ponen el foco también en Sanidad.

Sin ansiedad

Pero ayer, los negociadores del nuevo gobierno del Botànic entraban a su tercera reunión sin «ansiedad» y con la confianza en llegar a tiempo al debate de investidura del actual presidente y líder socialista. Todos parecen esperar al último momento para pisar el acelerador. De momento, vistas las sesiones hasta la fecha, proliferan las condiciones irrenunciables y las exigencias. Las cesiones, si llegan, parece que será cuando la campana esté a punto de sonar.

El equipo negociador volvía a verse las caras tras las reuniones de la semana pasada en las sedes del PSPV y Compromís, siempre en València. Antes de sentarse, las tres partes coincidieron en que no había nada cerrado.

Por parte de los socialistas, el número dos, Manolo Mata, se lo tomaba con calma. «Tenemos seis días todavía: hay que continuar hablando y sobre todo escuchando, que es fundamental», subrayaba. La coportavoz de Compromís, Àgueda Micó, puso el foco en «un gobierno cohesionado, plural y proporcional». De Podemos, el secretario general, el alicantino Antonio Estañ, incidió en «ahondar más en vivienda, la emergencia habitacional, la creación de una empresa pública de energía y la educación de 0 a 3 años».

Compromís amaga con no apoyar a Puig en la investidura si no confirma antes los consellers

Compromís no quiere cambios de última hora en el nuevo gabinete de Puig como ocurrió hace cuatro años en la configuración del primer Consell del Botànic cuando la propuesta que presentó el Bloc para ocupar la conselleria de Educación fue cambiada en el último momento. La coalición quiere conocer los nombres que compondrán el futuro gobierno antes de la sesión de investidura del próximo 12 de junio. Compromís amenaza con llevar hasta las últimas consecuencias esa reclamación e incluso se plantea no votar a favor de la investidura de Ximo Puig en el pleno del próximo miércoles. Sobre esta cuestión, entre los socialistas se considera que este amago de Compromís de no apoyar la investidura obedece principalmente a equilibrios internos de la coalición.