La de Elche estaba siendo una campaña electoral de guante blanco y de perfil muy bajo. Puede que incluso bastante sosa. Solo el dichoso vídeo del exCiudadanos David Caballero, ahora cabeza de lista por Contigo, rompió la dinámica. Para mal, eso sí. Porque consiguió colar a Elche en el panorama nacional para que, de nuevo, propios y extraños se rieran de nuestras miserias. Ahí está el monólogo que se marcó Andreu Buenafuente, sin ir más lejos, en el que, ya puestos, incluso hizo algún chascarrillo con la ocurrencia del alcaldable socialista Carlos González de meter a Nino en campaña, prometiendo que será el pregonero si su partido gana. Total, que en esas se estaba cuando el viernes todo reventó. Justo cuando se cumplía el ecuador de la campaña, y a nueve días de la cita con las urnas. El tripartito de PSOE, Compromís y Partido de Elche aprobaba, a través de la junta de gobierno local, el pliego de condiciones para la contrata del servicio de limpieza y recogida de basuras, la más importante tanto cuantitativamente, son 285 millones en diez años, como cualitativamente, por la importancia que tiene el saneamiento viario para la ciudadanía. Las reacciones, como es lógico, no se hicieron esperar. La oposición salió en tromba, en el que, hasta la fecha, ha sido el único punto en el que han coincidido todos los grupos de la oposición, tanto los que están dentro del Ayuntamiento en estos momentos como los que no tienen representación.
Los hubo más moderados, como el jefe del PP, Pablo Ruz, que tachó la maniobra de «injustificable» y anunció que su grupo lo paralizaría todo si llega al Gobierno; como David Caballero, de Contigo, que le afeó al Gobierno local que «hipotecara» el próximo mandato; o como el número dos de Ilicitanos por Elche, Fernando Durá, que destacó que no se puede consentir que se presenten ya ofertas. Y también los hubo más duros, como la número dos de Ciudadanos, Eva Crisol, que habló de «pelotazo»; como el líder de Podemos, José Vicente Bustamante, que calificó la aprobación del pliego de «canallada»; o como la alcaldable de Vox, Amparo Cerdá, que, no menos contundente, deslizó que «hay intereses detrás», y que solo así se explicaban las prisas. Todo por más que Carlos González, en su faceta de alcalde, se afanara en subrayar que no se ha adjudicado el contrato ni mucho menos, que solo están dando el primer paso, y que, sea como fuere, están «facultados» para hacerlo. Atrás quedaban las buenas formas que habían marcado la campaña, a cuenta del pliego de la basura. La confrontación, eso sí, duró bien poco. Prácticamente ese día, lo que no le quita gravedad al tema.
Sin embargo, ¿a qué responde esta polémica? Cierto es que, efectivamente, el equipo de gobierno, a priori, no ha hecho nada ilegal. El tripartito sostuvo desde el principio que la intención era aprobar el pliego en este mandato y, hasta pasado el próximo domingo, el Ejecutivo no estará en funciones. Por tanto, está «facultado», expresión que es la que utilizaba Carlos González, para aprobar el documento con las condiciones del nuevo contrato. El problema, no obstante, han sido los tiempos, poco estéticos. Se da luz verde a las condiciones de la contrata a nueve días de las elecciones. Y lo hace, además, un Ejecutivo al que se le ha criticado la parálisis a la hora de adoptar decisiones importantes. Ahí está el Mercado Central, prácticamente en el mismo punto que cuando empezó el mandato, con la única salvedad del campo de minas en el que se ha convertido el centro de Elche por las catas arqueológicas. Y ahí está también el giro que se dio con el que se vendió como el proyecto estrella del mandato, la peatonalización de la Corredora, que se acabó bloqueando a última hora por el rechazo de los vecinos y de la oposición. Por no hablar de los sainetes en los que acabaron convirtiéndose cuestiones tales como el edificio de Nuevos Riegos El Progreso o el hotel de Arenales, judicializados y encallados sine die.
Con estos puntos de partida, y como era de esperar, parte de la oposición se fue a lo fácil y comenzó a sembrar la sombra de la duda el viernes, hablando de «pelotazo» e «intereses ocultos». Ya no tanto por el puñado de votos que se pueda recoger con el pliego en sí -que probablemente sean bien pocos por no decir ninguno-como por el hecho de que se trata de un contrato de 285 millones de euros, que, a la sazón, supondrá, sin entrar en las mejoras que se incorporan, desembolsar 6 millones más al año de las arcas municipales.
Ahora bien, más allá de las suspicacias que se hayan podido generar, y que pueden ser subjetivas, en parte hasta interesadas, el pliego en cuestión, sobre todo por los tiempos, pone en un brete a la Corporación que pueda salir de las urnas el próximo domingo. Cabe la posibilidad de que el actual tripartito repita con su configuración actual, o al menos en su esencia, y no habría más problema. Sin embargo, también puede ocurrir que haya una Corporación en la que el PSOE y hasta Compromís repitan con otro socio o socios, o que haya un vuelco y el bastón de mando lo ostente un alcaldable de otras siglas. Dejaría, pues, una hipoteca al Ejecutivo entrante -ahí David Caballero sí acertó-, con todo lo que eso supondría, tanto si todo continúa adelante -alguien se tendría que comer sus palabras-, como si el proceso se paraliza -con el consiguiente problema para las empresas que presenten ofertas-, y ahí es posible que fueran los ilicitanos los que tuvieran que pagar las consecuencias.
«Lo peor es que cualquiera con un poco de experiencia política sabe que aprobar algo así, y con las elecciones a la vuelta de la esquina, se arriesga a que solo le caigan críticas. Por tanto, o es inconsciencia, que ya de por sí es bastante mala en política, o es algo peor», argumentaba sotto voce a principios de esta misma semana alguien de la cúpula de uno de los partidos que se presenta a las elecciones municipales en Elche. «Si el tripartito hubiera actuado con la misma decisión y se hubiera dado la misma prisa con el Mercado Central, las cosas podrían haber sido bien distintas», se lamentaba un veterano político. Afortunadamente para el equipo de gobierno, el grueso de la oposición, tal y como ha ocurrido en los últimos cuatro años, y pasado el calentón del viernes, puede que porque no le quedaba otra, parece que está en otra cosa. No ha hecho demasiada sangre, al menos públicamente, en estos últimos días.
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