Tocada, pero no hundida. La presidenta del PPCV y candidata fallida a la Presidencia de la Generalitat, Isabel Bonig, pidió ayer a su partido una tregua para afrontar en las mejores condiciones posibles la próxima prueba de fuego: las municipales del 26 de mayo. Tras la debacle electoral del 28M (doce escaños y 161.000 votos menos que las autonómicas de hace cuatro años), Bonig reunió a la junta directiva regional, una reunión que, pese a la catástrofe (el PP está condenado al menos cuatro años más a estar en la oposición) acabó siendo un paseo en barco para la presidenta popular.

Ni catarsis colectiva, ni nada parecido. Recibida con aplausos, la reunión apenas duró una hora y, a parte de la propia Bonig, hubo intervenciones contadas y ninguna de ellas crítica. Hablaron los históricos Pedro Agramunt y Alejandro Font de Mora para despedirse y el presidente del PP de Castelló, Miguel Barrachina, para pedir unidad en torno a Isabel Bonig y Pablo Casado. En la sala había «casadistas» de pro (los futuros diputados nacionales Luis Santamaría y César Sánchez), pero ninguno habló. Otros, considerados voces críticas al PPCV, como los futuros diputados Belén Hoyo o Vicente Betoret excusaron su asistencia.

La conclusión es que, de momento, todo seguirá igual en el PP valenciano y la doble derrota (en las nacionales y autonómicas) no traerá cambios inmediatos. Después del 26 de mayo, como la propia Bonig repitió en varias ocasiones, «ya veremos». La consigna de contener las críticas y el desánimo es la misma que ha lanzado el líder del PP, Pablo Casado, cuya situación de debilidad es también fundamental para entender el oxígeno del que dispone Isabel Bonig.

La dirección regional mantiene que las voces que piden la cabeza de la lideresa son puntuales y que no están en sintonía con Casado. Según estas fuentes, Casado y Bonig han hablado personalmente largo y tendido de los resultados electorales y el presidente nacional ha expresado abiertamente su respaldo a Bonig, quien además controla el partido y el grupo parlamentario.

Así las cosas, durante la junta, Bonig admitió que los resultados eran malos, aunque se agarró al cálculo según el cual apenas 4.000 votos podían haber hecho realidad el vuelco electoral a favor del centro derecha. Los populares son conscientes de que la fragmentación del voto les ha perjudicado y que el partido se ha desangrado a favor de Ciudadanos y Vox.

Con todo, la presidenta del PPCV se mostró convencida de que los resultados pueden mejorarse en las municipales. Bonig defendió la campaña «centrada» de las autonómicas aunque admitió que el PP debe hacer una renovación en los mensajes y convertirse en un proyecto que vuelva a ser atractivo para la mayoría de los valencianos.

Consciente de que Cs está envalentonado tras el buen resultado obtenido (a un escaño del temido sorpasso), Bonig se reivindicó ante los medios como líder de la oposición del bloque de centro derecha en la Comunitat. «He visto a Toni Cantó muy eufórico, pero el liderazgo es del PP y yo soy la líder de la oposición», aseguró.

Haciendo de la necesidad virtud, Bonig se ofreció al presidente Ximo Puig «para todo lo que sea bueno para la Comunitat». «No va a tener ningún problema de convivencia por parte del PP, sino todo lo contrario lealtad y firmeza», dijo, si bien matizó que esperaba «respeto».«Yo estoy dispuesta a hacer borrón y cuenta nueva, pero exijo un mínimo de respeto a partidos constitucionales, a la líder de la oposición y al principal partido de la oposición, que es el PP», indicó para acto seguido advertir del riesgo de un nuevo pacto con «radicales de izquierda» y con «nacionalistas» en alusión a PP y Cs.

Las siglas del PP «desaparecen» en la campaña de los candidatos locales

Las siglas del PP restan más que suman en estos momentos, una realidad de la que es consciente no sólo la cúpula regional, sino también los candidatos municipales. Muchos de ellos, empezando por la candidata al cap i casal, Maria José Català, han decidido esconderlas y hacer una campaña en clave personal. La exconsellera de Educación ya eligió antes de las elecciones autonómicas un logo más personal y sus nuevos mensajes van en esta línea de borrar las siglas. Pero no es ella sola. El alcalde de Alfafar, Juan Ramón Adsuara, también está centrado en una campaña muy en clave local y ha distribuido carteles para convocar actos en los que, al margen del color azul, no hay rastro de la siglas.

Juan Ramón Adsuara es presidente de la gestora de la provincia de València, por lo que la estrategia no parece anecdótica. De hecho, Isabel Bonig, al ser preguntada ayer por esta campaña sin siglas, evitó cuestionar la decisión de Adsuara. Defendió que las campañas municipales se hagan poniendo en valor a las personas, más allá que el partido. Como ya informó este diario, la cúpula regional prefiere una campaña lo más pegada posible al territorio y con ausencia de líderes nacionales. En privado están convencidod de que el giro a la derecha de Pablo Casado perjudicó la estrategia propia, basada en un mensajes positivos y alejados de las estridencias.