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Análisis

El «papelón» de Toni Cantó

El virtual candidato de Cs radicaliza el mensaje marcando distancias con el Consell

El «papelón» de Toni Cantó

Es difícil de saber si Toni Cantó, aún diputado en el Congreso para cobrar sueldo de aquí a mayo y virtual candidato de Ciudadanos a la Generalitat gracias al «dedazo mágico» de Albert Rivera en unas «primarias fantasma», ejerce como actor o de político desde que ha tenido que volver a la escena de la Comunidad Valenciana. Ayer mismo a Cantó le tocó hacer de nuevo el «papelón» en una «performance» frente a la conselleria de Educación que dirige Vicent Marzà, de Compromís y el hombre que encarna todos los males del Pacte del Botànic, de acuerdo a la versión extendida entre la derecha autóctona. Denunció un supuesto «adoctrinamiento» en las escuelas con «connotaciones negativas», dijo, para todo aquello que huela a España. Puede que se haya producido algún caso pero no es, desde luego, nada generalizado entre los más de 60.000 maestros que hay en esta Comunidad, la mayoría, y eso no lo dijo el aspirante de Ciudadanos, trabajando en el Consell desde la etapa del PP.

El discurso no es ninguna novedad. Es calcado al que, en su día, Ciudadanos utilizó en Cataluña. Pintando una Comunidad que, en la visión de Cantó, se parece cada día más a la del cuadro catalán. Sólo hay que darse una vuelta por la calle para evidenciar que ese decorado o está en la imaginación de Toni Cantó -algo que es seguro- o, lo que es más grave, es una estrategia electoral para intentar marcar perfil propio de cara a unas elecciones en las que Ciudadanos corre el riesgo de quedarse en tierra de nadie entre el discurso del PP de Isabel Bonig y el populismo de los ultras de Vox, como apuntan algunos síntomas demoscópicos. Puede que la franquicia de Santiago Abascal, sin candidatos y sólo con la marca nacional, acabe sumando más votos de la bolsa del PP pero, desde luego, a Ciudadanos le tapona las opciones de un mayor crecimiento. Eso lo sabe Rivera y también lo sabe Toni Cantó, que va a exprimir al máximo ese argumentario que tanto juego le ha dado en Cataluña ahora que, además, arranca el juicio contra los líderes independentistas por el «procés».

No es como se recordará la única actuación del candidato de Ciudadanos. Ya se empleó a fondo la semana pasada para dinamitar el pacto contra la violencia de género en las Cortes y que su grupo parlamentario -razonable durante toda la legislatura, con criterio propio, al menos, hasta que estuvo al frente Alexis Marí y de perfil moderado con la alicantina Mari Carmen Sánchez como síndica- marcara distancias con el Consell del Botànic. No le importó que fuera una cuestión tan delicada. Como tampoco le importó mentir en su debut de hace unos días cuando habló de un colegio en el que, según su denuncia, sólo imparten clases en valenciano. Lo hace también en lengua castellana. ¿La próxima función?

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