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Entre la broma y el insulto

Comprobar que el Ministerio de Fomento destina 50.000 euros a la conexión ferroviaria del aeropuerto con Alicante suena a chiste malo

Entre la broma y el insulto

Cincuenta mil euros para conectar el aeropuerto con el ferrocarril. Entre la broma y el insulto. Han pasado ya tres años desde la última visita a Alicante, en concreto a una jornada organizada por el Club INFORMACION sobre la Alta Velocidad, de la hoy presidenta del Congreso, Ana Pastor, entonces ministra de Fomento, y todo su equipo. El AVE entre Alicante y Madrid no dejaba de ganar pasajeros y todo iba como la seda durante aquella jornada hasta que a un alto cargo del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif), alicantino para más señas, se le ocurrió soltar, no textualmente pero así le entendimos todos los que estábamos sentados junto a él, que reclamar una conexión ferroviaria de Alicante con su aeropuerto era algo así como de paletos. Solo le faltó añadir que qué nos creíamos los alicantinos para plantear tamaña reivindicación.

Tres años después, y con un gobierno nuevo en Madrid, todo sigue igual. Ni los 14 millones de pasajeros con los que el aeródromo provincial cerró 2018 han hecho posible que Madrid, siempre Madrid, se ponga las pilas y se tome en serio la urgencia que tiene la provincia de estar conectada mediante el tren con una terminal que es nuestra puerta de entrada y salida a Europa. La nuestra y la de los millones de turistas que nos visitan. Y eso que la Unión Europea recomienda que un aeropuerto debe tener enlace ferroviario cuando supera los seis millones de usuarios, cifra que rebasó el aeródromo provincial en 2010.

¿Y por qué está reflexión? Pues porque tras contemplar los 50.000 euros que el ministro de Fomento, el valenciano José Luis Ábalos, ha consignado para estudiar cómo hacer esta conexión -incluso negro sobre blanco al aeropuerto se le sigue denominando El Altet ignorando su nombre oficial-, que incluso está decidida, a uno le viene a la cabeza aquella insinuación del entonces presidente de Adif, que nos lleva siempre a la misma conclusión: Alicante no pinta nada en las mesas donde se toman las decisiones que afectan a una provincia que tiene el aeropuerto como uno de los principales motores de su economía porque, de hecho, 3.000 personas trabajan directamente en su terminal.

El Gobierno se ha limitado, en este asunto, a cumplir el expediente y consignar una cantidad, aunque sea mínima. Ojo, el mismo expediente que cumplía el PP en sus últimos años de Gobierno, porque la verdad es que desde aquel junio de 2013 en el que llegó el exitoso AVE a la estación de latón, no ha vuelto a haber una gran obra en la provincia. Tres presidentes - Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez- y el mismo resultado.

Cierto que, por fin, parece que se activa la remodelación de la carretera (N-338), que da acceso al aeropuerto (no lo tomen como una obsesión mía con la terminal) con una inversión prevista de 8,5 millones de euros y, cierto, también, que la variante de Benissa sigue su curso. Enhorabuena, pero recordemos que hablamos de dos obras anunciadas y proyectadas desde hace 20 años.

¿Y el resto? Por supuesto, no somos Extremadura, donde todavía el viaje a Madrid se debe hacer en trenes propulsados por el ya condenado diésel, pero seguimos sin ningún tipo de noticia del tren de la costa -escandaloso es que el TRAM tarde 75 minutos en llegar de Luceros a Benidorm-, o la urgente y necesaria remodelación de la autovía A-31 que conecta Alicante y Villena, un vial estratégico en la provincia, colapsado en ciertas horas del día, y zona caliente de la red viaria al ser un punto de concentración de accidentes. Una autovía de las denominadas de primera generación que se construyó desdoblando la antigua carretera nacional, y permanentemente olvidada por todos los titulares del Ministerio de Fomento. Ayer, una mañana más, las retenciones para entrar a Alicante y la Universidad volvieron a ser kilométricas.

Decepcionante pues ha resultado la lectura del esfuerzo inversor del nuevo Gobierno en una provincia donde sigue habiendo multitud de asignaturas pendientes sin resolver mientras pasan y pasan los años. Seis años se cumplirán, por ejemplo, el próximo junio, de la llegada del AVE a Alicante y la ciudad sigue con vías sin retirar en medio de unos terrenos donde debía ir un parque y la estación intermodal es una quimera.

La historia se repite y tras releer el documento y encontrar los 10.000 euros que va a invertir Fomento este año en la «rehabilitación integral del edificio de la estación de Benalúa» (Casa Mediterráneo), me ha venido a la cabeza la reflexión que me hizo hace un par de semanas una compañera. Cito textual: «Yo creo que Pedro Sánchez no debe ni saber ni siquiera qué es la Casa del Mediterráneo de Alicante». Que se lo expliquen y le recuerden que, además, Alicante es la quinta provincia española.

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