A 72 horas de que arranque el congreso que elegirá al sucesor de Mariano Rajoy, el pulso por el control del PP ha perfilado un escenario en el que el «aparato» provincial controlado por José Císcar se juega la hegemonía del partido con el pacto de la horchata, el grupo afín a Pablo Casado al que se han sumado el presidente de la Diputación, César Sánchez, y el alcalde de Alicante, Luis Barcala, después de un brindis en una conocida horchatería de la Explanada. El equipo del presidente provincial del PP confía en una victoria de Soraya Sáenz de Santamaría tanto en Alicante como en la Comunidad Valenciana y también en el resto de España para reconducir al grupo que se ha ubicado junto al hasta ahora vicesecretario de Comunicación de Génova. Es un escenario complicado para la formación popular y una espiral de tensión interna incómoda a menos de un año para las elecciones locales y autonómicas de 2019.

A pesar del movimiento que ha llevado a buena parte de los apoyos de María Dolores de Cospedal en Alicante al bando de Casado, las cuentas que realiza el equipo de Santamaría dibujarían un panorama en la provincia de dos compromisarios a uno. Es decir, la exvicepresidenta estaría entre los 110 y los 120 delegados mientras Casado sumaría unos 70. Los afines a la exvicepresidenta del Gobierno apuntan que, en estos momentos, están pendientes de los compromisarios, que son los únicos que participan en esta segunda vuelta. Y, por ejemplo, señalan, en el acto de Casado en Alicante había alcaldes, caso de la primera edil de Bigastro, que ni siquiera podrán votar en el congreso que arranca el próximo viernes en Madrid. Los «casados», por su parte, creen que la cuenta estaría más ajustada después de la incorporación del grupo de Cospedal y aseguran que «pescarán» votos ahora atribuidos a Santamaría por la presión del «aparato» alicantino del PP.

El cálculo de la proporción es similar en la provincia de València e, incluso, más amplio en Castellón. En esta última provincia, Casado resultó ganador en el voto directo de los militantes pero, sin embargo, el reparto de los compromisarios favoreció a Santamaría. Sea como fuere, la cautela es máxima. Ninguno de los dos grupos se considera ganador y, más allá de eso, entiende que el resultado está abierto con un buen número de delegados indecisos en los que podrían tener incidencia los discursos de los aspirantes antes de la votación prevista para el próximo viernes. En cualquier caso, el resultado del congreso, como admitieron ambas partes y después del bloque que ha conformado Pablo Casado junto a los dos dirigentes institucionales más importantes del partido en la provincia, va a medir la estabilidad de los populares en Alicante.

El bloque de Santamaría, controlado por Císcar, quiere esperar al final del congreso para valorar los daños del proceso. Confían en la victoria para reconducir al grupo que se ha alineado con Pablo Casado y tratar de calmar el ambiente. Sin ir más lejos, el propio presidente de la Diputación, César Sánchez, tanto a sus colaboradores como de forma pública, ha trasladado su voluntad de que los compromisarios voten en libertad y de trabajar a favor de la unidad del PP, especialmente, con la ejecutiva de Císcar. Sin embargo, una victoria del exvicesecretario de Comunicación del PP espolearía a cargos que sí quieren ahormar una nueva mayoría o sacar beneficio en enfrentamientos internos como ocurre, por ejemplo, en Orihuela.