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Fabra llama a Císcar y el líder del PP de Alicante ratifica que no le apoyará

El titular del Consell intenta frenar sin éxito la rebelión de los «barones» provinciales contra la recogida de avales para garantizarse su candidatura y hoy los vuelve a reunir en busca de un pacto

El presidente de la Generalitat y José Císcar durante un pleno en las Cortes Valencianas EFE

Guerra abierta en el PP. El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, intentó ayer frenar sin éxito la rebelión de los «barones» provinciales contra la recogida de avales con la que intenta meter presión a Génova para asegurarse su candidatura a la reelección en los comicios de 2015. El titular del Consell llamó tanto al presidente del PP en Alicante, José Císcar, a la sazón su vicepresidente en el Ejecutivo autonómico; como al líder popular en Valencia, Alfonso Rus, al Palau de la Generalitat para tratar de convencerles de que firmaran ese documento a favor de su gestión como salvoconducto para disipar las dudas sobre su elección como aspirante a un segundo mandato en el Consell. No lo consiguió. Al líder regional del PP le ha quedado claro que por esa vía tiene las puertas cerradas y hoy se reunirá a comer con los tres presidentes provinciales -los citados Rus y Císcar además del castellonense Javier Moliner- para intentar recomponer la relación a la vez que arrancar, aunque sea de puertas hacia fuera, imagen de una unidad que, en estos momentos, esta rota y muy deteriorada.

La situación en las filas del PP es de alta tensión. A seis meses de las elecciones autonómicas, se ha desatado la batalla por la candidatura a la Generalitat. Fabra lucha a brazo partido para intentar que Génova le nomine mientras que, sin embargo, la cúpula popular alimenta las dudas. Ha encargado sondeos, de cara a tomar la decisión en febrero, en los que pregunta, además de por Fabra, por Esteban González Pons, las conselleras Isabel Bonig y María José Catalá e, incluso, por el propio José Císcar. Por eso, el titular del Consell tenía la intención de ganarse la nominación haciendo ver a Madrid que cuenta con el apoyo de todo el PP de la Comunidad. De momento, sin embargo, no sólo no lo ha conseguido sino que, además, ha abierto una brecha enorme, otra más, con los «barones» provinciales y ha levantado ampollas en Génova, donde se ha desatado el malestar por la actuación de Fabra. El sistema de elección de candidatos en el PP, alegan desde Madrid, no incluye la recogida de avales con lo que la actuación del jefe del Consell no encaja en la normativa interna. «Ahora cualquier alcalde, por ejemplo Castedo, inicia una recogida de firmas para avalar su candidatura y se abre otro problema», advirtieron dirigentes del PP.

A finales de la semana pasada, Fabra encargó a su número dos en el PP, la consellera Isabel Bonig, recabar avales para exhibir músculo frente a la cúpula popular. Pero los «barones» provinciales se negaron. Luego reconvirtió la iniciativa en un documento de apoyo a su gestión en el Consell durante los últimos tres años y medio. Tanto Císcar, avanzó el jueves este periódico, como también Rus y Moliner descartaron ofrecer su aval a Fabra. El vicepresidente de la Generalitat y máximo responsable del PP en la provincia reclama, además, ampliar la cuota de poder de los populares alicantinos. Una rebelión en toda regla que Fabra intenta por todos los medios calmar. Ayer mismo llamó al Palau de la Generalitat a los dirigentes territoriales del PP.

Por la mañana acudió a la sede del Gobierno el líder de los populares en la provincia de Valencia, Alfonso Rus, que ratificó a Fabra el rechazo a su iniciativa. Por la tarde, el jefe del Consell llamó a su despacho al propio José Císcar. Fuentes conocedoras de la conversación apuntaron que ambos dirigentes no profundizaron sobre la situación pero también señalaron que el presidente de la Generalitat era consciente de la negativa de Císcar, que se mantiene firme en una decisión que cuadra por completo con la postura de su más estrecho núcleo de colaboradores y de un buen número de alcaldes, que mostraron su agrado por el movimiento de la dirección provincial del PP. La posición del presidente de la Diputación de Castellón, Javier Moliner, todavía es más dura por la comparación que el jefe del Consell realizó con la figura de Carlos Fabra.

Con la negativa de los tres presidentes provinciales encima de la mesa, el mandatario regional del PP está más necesitado que nunca de intentar recomponer la relación y buscar un acuerdo para no comprometer todavía más sus opciones de repetir como candidato a la Generalitat en 2015. Hoy mismo ha citado a los tres presidentes provinciales a comer en Valencia para ofrecer, aunque sea de puertas hacia fuera, unaimagen de unidad. Habrá, apuntan, hasta convocatoria oficial del PP para garantizar la difusión de una fotografía y una nueva propuesta de Fabra para lanzar su candidatura. A estas alturas, el único apoyo explícito, paradojas de la política, con el que se encontró Fabra fue el de la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo. «¿Fabra es el mejor aspirante? No tengo la más mínima duda», proclamó.

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