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De Cospedal cuestiona "la línea roja" de Fabra y da aire a Castedo

La «número dos» del PP plantea esperar a los tribunales para decidir el futuro de la alcaldesa de Alicante

María Dolores de Cospedal, «número dos» de Mariano Rajoy en el PP y la dueña de las llaves de Génova, le disparó ayer un torpedo en toda la línea de flotación al presidente de la Generalitat, Alberto FabraFabra, para cuestionar su «medida estrella» contra los imputados por corrupción y, de paso, concederle un balón de oxígeno a la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo. A De Cospedal no le importó que Castedo esté imputada por tres delitos en la pieza de Brugal imputada tres delitos Brugal que investiga el supuesto amaño del planeamiento urbanístico de Alicante. Ni tampoco que esté encausada y pendiente de declarar en los juzgados por otros dos delitos en el sumario por el supuesto trato de favor a Enrique Ortiz -imputado junto a la primera edil en ambas piezas- por la concesión del plan Rabasa. Al término del comité ejecutivo del PP, la también presidenta de Castilla-La Mancha le dio un poco de aire a Castedo, desaparecida y con la ciudad paralizada, para a la vez ponerle una bomba con onda expansiva a Fabra. «Una imputación no significa una condena», aseguró De Cospedal que evitó pronunciarse sobre la presencia de la alcaldesa de Alicante en las listas frente al veto que propone el titular del Consell.

No se trata de un comentario para salir del paso. Ni mucho menos. La pregunta dirigida a De Cospedal, en su habitual comparecencia posterior a la reunión de la cúpula popular, tenía como objetivo aclarar la posición del PP sobre Castedo, con sus imputaciones por supuesta corrupción urbanística a cuestas; pero también sobre Esperanza Aguirre, aspirante a encabezar la lista municipal de Madrid y pendiente de juicio por un incidente de tráfico. Es en la calle Génova, de hecho, donde reside la competencia para el nombramiento y ratificación, previa propuesta de los comités de cada provincia, de los alcaldables de las capitales. Es decir, el futuro de Castedo, diga lo que diga el jefe del Consell, se jugará en Madrid. La opinión de Cospedal será clave. Y la dirigente del PP, desde luego, dejó en el aire lo que pueda ocurrir con Castedo. No se pronunció ni en un sentido ni en otro frente a la tajante negativa de Fabra y dejó entrever que la cúpula popular está dispuesta a alargar ese margen en tanto se pronuncian los jueces. «Nos sometemos a las decisiones de los tribunales», recalcó la mandataria del PP sobre Castedo, una candidata de innegable «tirón» electoral a la que, por contra, Fabra quiere echar de las candidaturas en el supuesto de que llegue imputada al momento en el que arranque la confección de las listas para los comicios locales de 2015.

Durante su comparecencia, la segunda de a bordo de Rajoy avaló la legitimidad del PP para lanzar propuestas de regeneración democrática pese a contar en sus filas con personas imputadas por corrupción, algo que, dijo, no es ajeno tampoco a otros partidos políticos para recordar, finalmente, que hay casos que afectan a dirigentes populares en los que los acusados han sido absueltos. En este sentido, defendió la presunción de inocencia tanto de Castedo como de Aguirre y confirmó que el proceso de confección de las candidaturas electorales se apurará al máximo. «Hay un plazo para presentarlas que empieza abril. Hay tiempo. Vamos a esperar para considerar si alguien está o no inhabilitado», vino a decir sin dar ningún respaldo a Fabra en una posición que choca, por ejemplo, con la postura que esgrimen concejales de Alicante, que quieren resolver cuanto antes la sucesión de Castedo para preparar en mejores condiciones los comicios de 2015. Ningún órgano directivo del PP -ni Madrid pero tampoco Valencia o la provincial- está dispuesto a adelantar el proceso. Y es casi imposible que la alcaldesa llegue a ese proceso con su situación resuelta. Así que la decisión final podría convertirse en un pulso entre Madrid y Valencia, en el caso de que el liderazgo de Fabra se consolide.

A falta de proyectos y con las arcas vacías, el presidente de la Generalitat quiere centrar el mensaje de la recta final del mandato en la regeneración democrática. Y la exclusión de los imputados por corrupción de las listas electorales era una de sus grandes bazas para «vender» un cambio de imagen. En el supuesto de que Génova quebrara la voluntad de Alberto Fabra, el discurso del jefe del Consell quedaría muy tocado. Desarbolado y falto de credibilidad. Sólo falta saber una cosa... Si, finalmente, Fabra será el cabeza de lista.

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