El decreto del Gobierno de España que activa unos 200.000 millones para hacer frente al caos social y económico del coronavirus se ha convertido ya en el mayor plan de ayudas de la Democracia. Son dos terceras partes de las actuales cuentas del Estado, que datan de 2018. Y equivale a nueve veces el presupuesto anual de la Generalitat Valenciana. Dos datos que evidencian el alcance del momento histórico que vivimos.

Dentro del Ejecutivo se ha impuesto, finalmente, la posición que defendía una respuesta pública contundente abanderada, entre otros, por José Luis Ábalos o el bloque de ministros de Unidas Podemos frente a la ortodoxia económica en la que se habían instalado la vicepresidenta Nadia Calviño o la titular de Hacienda, María Jesús Montero, partidarias de la moderación y de un gasto menos expansivo. John Keynes le gana a Adam Smith... De momento.

Nadie hubiera entendido de un gobierno progresista una respuesta diferente. Pero incluso se le podría reclamar más audacia en alguna de las medidas. Una de las que estaba sobre la mesa era liberar el superávit de los municipios en 2019, unos 525 millones en toda la Comunidad y 180 en la provincia. Efectivamente, el Gobierno abrirá la mano para que parte de ese dinero, más allá de inversiones sostenibles, se pueda gastar en acción social que alivie los efectos del virus. Ya era hora. Pero será una parte muy pequeña. Un total de 33 millones en la Comunidad y cerca de 12 en Alicante.

Es una porción mínima de esos «ahorros» del año pasado que, desde luego, parece a todas luces insuficiente ante una alerta de esta magnitud. La gestión pública requiere de cercanía. Los problemas se afrontan mejor cuando se conocen. Y tanto la Generalitat, que recibirá un 10% más de financiación autonómica en 2020 aunque ya sabe que este año tampoco habrá una reforma del sistema; como los municipios, la administración más próxima, necesitan sumar espacio y recursos para desplegar acciones contra esta crisis. Valentía y cercanía.