Apenas 48 horas de vida ha tenido la difunta comisión del centenario del Hércules tras el escándalo suscitado por la condición de investigado por supuesto cohecho del presidente de este órgano, el empresario Pablo Rico Prats, al que el fiscal acusa de presuntas entregas de dinero por parte de Enrique Ortiz al exalcalde Alperi en el caso de los amaños del Plan General de Alicante.

Todo parece posible en el club blanquiazul, que aderezó la composición de este comité para captar fondos destinados a la efeméride con el nombramiento como vicepresidente del exconsejero del Elche Javier Vidal Albaladejo.

Todo apunta a que la decisión de estos nombramientos, y particularmente la de Rico Prats, partió del propio Ortiz, "factotum" del club desde su despacho de Grupo Cívica, acostumbrado a ponerse el mundo por montera. Como quiera que él ya sabe lo que es pasar por los tribunales por diferentes causas y salir en los papeles por la supuesta compra de partidos de fútbol, pues debió de pensar que el joven Rico Prats podría capear el chaparrón con su mismo cuajo.

Y en cuanto al exconsejero franjiverde, pues más de lo mismo. Si hemos tenido como presidente del Hércules a uno de los accionistas de referencia del Elche, Juan Carlos Ramírez, igual puede pasar inadvertido en la comisión del centenario el vicepresidente Vidal.

Ni que decir tiene que la presunción de inocencia prevalece en este país, pero destila mucha negligencia, pereza y/o indiferencia situar a un investigado por cohecho al frente de una "iniciativa para aunar los valores de la sociedad alicantina" con el argumento de los 100 años de su club más representativo.

Como si el dueño de Cívica y su entorno no conocieran de sobra el impacto mediático, político y social de este tipo de decisiones, que tienen hasta pinta de provocación.

La iniciativa del Club Centenario partió del expresidente Quique Hernández, que tenía en mente otra composición para la presidencia, pero su renuncia hace dos meses dio al traste con su propuesta y Ortiz tiró por la calle de enmedio con el resultado ya conocido: otro escándalo institucional cuando el equipo marcha colíder y una buena idea que nace muerta por la temeridad y la imprudencia de un nombramiento absurdo.