Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Quique Hernández: «Los fuegos los apagamos entre todos»

«De un dirigente se espera que arregle las cosas, no que las complique más». Lo dice alguien que sabe de lo que habla

Quique Hernández: «Si no llegamos a 6.000 socios estaré decepcionado»

Quique Hernández respira a través de sus cigarros. El humo ha convertido su voz en un eco grave bien modulado que le habría granjeado un notable éxito como contador de historias. Habla con calma, sin perder la mirada, sin divagar, y dice cosas con sentido. El domingo vivirá en el palco la puesta de largo de un proyecto deportivo que arranque libre de venenos estivales y egos pegajosos, que ha despertado el interés de los aficionados y que tiene a Javier Portillo como principal artífice de la criatura. No le gusta hablar de fracaso, pero tampoco rehúye el vocablo. El objetivo es innegociable: subir; pero hasta que eso ocurra, aún va a necesitar sofocar algunos incendios, los propios de una entidad casi centenaria que trata de librarse torpemente de las fauces de su propia ruina.

¿Tienen algo en común el sillón presidencial y el del entrenador?

Nada. El entrenador está centrado sólo en lo deportivo; pero el presidente es la cara visible de la institución a todos los niveles.

Si pudiera elegir...

Hay que vivir el momento que toca. He sido entrenador, secretario técnico, director deportivo y presidente, y siempre lo he afrontado con actitud positiva. Como dirigente, lo que trasciende es la parte amable, pero lo cierto es que tiene sinsabores porque no lo puedes abarcar todo ni hacer todo lo que te gustaría. Se te abren muchos frentes y es imposible resolverlos todos, así que siempre hay alguien que se queda descontento contigo.

A los futbolistas que llegan a los clubes a mitad de curso les cuesta encajar en el equipo, ¿pasa lo mismo con los presidentes?

En mi caso, no. He vivido este club en primera persona durante muchos años. Siempre he tenido casa en Alicante y, aunque no hubiera contrato delante, he vivido el día a día del Hércules de forma muy intensa porque me une a él un vínculo sentimental muy fuerte. Siempre que me han necesitado he acudido y cuando ocupé el despachó del presidente ya estaba al tanto de la realidad, nada me pilló de nuevas.

¿Por qué aceptó ?

Porque no fue de un día para otro, fue algo que surgió de manera natural. Juan Carlos Ramírez tenía mucha carga de trabajo, tanto en sus empresas como en el club, y necesitaba delegar, confiar el día a día a alguien. Los dueños me explicaron lo que necesitaban de mí, creí que podía dárselo, y acepté. La confianza mutua entre todas las partes es fundamental para mí, de no haber sido así, no habría aceptado.

¿Y ha sido mejor o peor de lo que imaginaba?

Tal cual pensaba que sería porque soy el presidente del consejo de administración de un club que tiene sus propios dueños. Hago lo que considero mejor para que las cosas funcionen, trato de consensuar los asuntos más relevantes y rindo cuentas a los accionistas.

Entonces, ¿cuánto manda el presidente del Hércules?

(Risas). Me viene a la cabeza una anécdota. Mi relación con Ortiz siempre ha sido cercana. Después de concretarlo todo, de dejar mis funciones muy claras y con el contrato ya firmado; Enrique me estrechó la mano, me miró, me guiñó un ojo y me soltó: «¿Tú no querrás mandar, verdad»? En ese instante, consciente de la ironía, le dije que no, que por quién me tomaba... A los tres días me llamó por teléfono preocupado. «Oye, Quique, que eso que te dije era broma, ¿lo sabes, no»? Me reí. Desde el primer minuto, tomo mis decisiones pensando en el bien común. No soy un pelele, tengo 60 años y conozco bien este mundo. Defiendo unos intereses y hago lo que considero más conveniente para no perjudicar ni al club ni a sus dueños. Mando lo mucho o lo poco que exige en sí el cargo de presidente? pero siempre desde el diálogo.

La historia reciente del club dice que el suyo es un cargo altamente inflamable, ¿le preocupa?

En absoluto. El fútbol ha cambiado, los clubes ya no son de los compromisarios, son de los máximos accionistas, de los que arriesgan su patrimonio, y ellos te dan y te quitan la confianza. Si respondes a sus expectativas, continúas? Y si no estás de acuerdo con ellos, te marchas tú. Es una relación profesional sencilla en la que todos queremos lo mismo, que el Hércules sea fuerte.

¿Ha tenido que sofocar algún incendio grave?

Los fuegos los apagamos entre todos y, hasta ahora, no nos han quedado heridas. Lo que ocurre en los despachos debe solucionarse ahí. Todos esperan de los dirigentes que arreglen las cosas, no que las compliquen más.

Alguna vez se ha dicho: ¿pero por qué me he metido en este lío?

Nunca. El reto que tenemos es apasionante. Volveremos al fútbol profesional, no tengo dudas. Y si somos capaces de levantar entre todos una ciudad deportiva para que este club sea estable y se desarrolle desde la base, garantizaremos muchos años más de vida saludable al Hércules.

¿Hay algo de lo que se sienta especialmente satisfecho?

De haber ido todos de la mano, de la sensatez que está demostrando todo el mundo, del trabajo en equipo.

¿Su pasado en un fútbol tan pasional como el griego, con presidentes armados, le ha servido de algo?

No. Grecia es un país extraordinario lleno de gente maravillosa. Pero en el fútbol tienen mucho que aprender todavía. Están muy detrás, pero de todo se aprende, claro, todo enriquece... (risas).

Dijo que no quería entrometerse en la parcela deportiva, ¿lo ha cumplido?

Sí. He expuesto qué necesidades, en mi opinión, se debían cubrir con mayor interés para evitar un tercer fracaso sonado, pero una vez consensuadas esas carencias, se le ha dado libertad a Javier Portillo para hacer el equipo.

¿Y está satisfecho con el resultado?

Mucho. Javier Portillo y Lluís Planagumá se han comunicado bien, se han entendido y el resultado creo que es muy bueno. Siempre hay que dar explicaciones de lo que quieres hacer, pero considero que han tenido autonomía suficiente para trabajar y que pueden decir que tienen el equipo que querían.

Póngale una nota del 1 al 10.

Un nueve.

La campaña de abonos no ha levantado ampollas y eso no es lo habitual aquí, ¿a qué cree se ha debido?

No lo sé exactamente. Después de dos años decepcionantes, hay que ponerse en la piel de quienes tienen que pasar por la taquilla. Hemos tratado de escuchar a todo el mundo, a las peñas, a las asociaciones? y elaborar un producto que atendiera sus demandas sin obviar que necesitamos liquidez porque tenemos compromisos fiscales urgentes que atender y que son irrenunciables. Fue un trabajo complejo equilibrar las fuerzas, muy duro en muchos casos, pero la predisposición de los dueños y el esfuerzo de todos los que sacan adelante el día a día de la entidad está permitiendo acercar el club a su masa social, que la necesitamos más que nunca.

¿Con qué cifra de socios se sentiría satisfecho?

Hemos puesto tanto esfuerzo en esta campaña, nos hemos arriesgado tanto, que si no llegamos a los 6.000 socios, yo, personalmente, me sentiré decepcionado. Hemos superado los 5.000, así que si el equipo arranca bien, podemos rebasar esa cifra. Pero si finalmente no sucede, alguien en el seno de la entidad me lo podrá recriminar, y con razón, porque se han sacrificado ingresos.

Que Ortiz y Ramírez hayan guardado, hasta la fecha, un escrupuloso silencio público, ¿es bueno o es para preocuparse por lo que puede llegar?

Hablan donde tienen que hablar. Sus opiniones se escuchan siempre porque son quienes ponen el dinero y han de dar el visto bueno a todo lo realmente importante. Nada relevante ocurre sin su consentimiento. Pero estamos trabajando para que no sean los únicos que inyecten liquidez a la tesorería del Hércules, queremos generar un grupo de empresas alrededor del club para producir sinergias que beneficien a todas las partes. Aún es pronto, pero estamos avanzando. Necesitamos ayuda externa para que esta entidad crezca de manera sostenible, para que viva sin sobresaltos.

Aplicando el sentido común, ¿cómo cree que acabará la temporada?

Bien, tiene buena pinta. Las cosas bien hechas, normalmente acaban bien (cruza los dedos).

Libérese, ahora que no nos lee nadie, pida un deseo...

Celebrar el ascenso a lo grande en la Plaza de Los Luceros justo antes de las Hogueras.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats