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Fomento abre la variante entre Alicante y Valencia que acaba con el punto negro de Font de la Figuera

El nuevo ramal de conexión entre las autovías A-31 y A-33 tiene una longitud de 3,2 kilómetros y recibirá una media de 7.500 vehículos diarios

Fomento abre la variante entre Alicante y Valencia que acaba con el punto negro de Font de la Figuera ÁXEL ÁLVAREZ

El Ministerio de Fomento ha puesto en servicio el ramal de conexión entre la autovía de Alicante-Madrid (A-31) con la de Valencia-Murcia (A-33) en la variante del municipio valenciano de Font de la Figuera. Se trata de un tramo de 3,2 kilómetros de longitud que permite conectar directamente el tráfico que, procedente de Alicante por la A-31, se dirige a Valencia por la A-33. De este modo se sustituye el ramal existente en el enlace de conexión de la A-31 con la N-344 que tantos heridos y víctimas mortales se ha cobrado, durante las últimas décadas, en los numerosos accidentes de tráfico registrados en este punto negro. Fundamentalmente por su trazado estrecho y sinuoso, acompañado de desniveles y cambios de rasante, que además soportaba en ambos sentidos de la circulación una alta densidad de tráfico de vehículos pesados. De ahí que fuera conocida popularmente entre los habitantes del Alto Vinalopó como la «ruta de los camiones».

Un tramo muy peligroso que deja una larga lista de siniestros. El más trágico de los últimos años se produjo en febrero de 2017 con un balance de dos personas fallecidas, una grave y otra en estado crítico. En el suceso, que tuvo lugar dentro del término municipal de Valencia, a unos dos kilómetros de la provincia de Alicante, se vieron implicados un camión y un turismo, cuyos cuatro ocupantes quedaron atrapados y tuvieron que ser excarcelados por los bomberos de Villena, Xàtiva y Ontinyent desplazados al lugar. A consecuencia del accidente la carretera N-344 tuvo que ser cortada por completo a la circulación en ambas direcciones durante hora y media, lo que provocó colas kilométricas afectando a cientos de conductores -sobre todo transportistas- que se dirigían o procedían de distintos puntos de las provincias de Alicante, Valencia y Murcia. Escenas que por desgracia se han sucedido con demasiada frecuencia, tal y como este diario ha venido informando.

Tres minutos menos

La nueva calzada dispone de las características propias de una autovía con dos carriles para el sentido del tráfico puesto en servicio. También incluye tanto un ramal directo unidireccional de 1,2 kilómetros como dos kilómetros adicionales de nuevo tronco de autovía en sentido Valencia.

Según los datos que maneja el Ministerio de Fomento, está previsto que sobre la nueva calzada circulen 7.500 vehículos diarios en sentido Valencia, de los cuales casi la mitad son pesados -camiones y tráiler- que cubren la ruta de mercancías Murcia-Alicante-Valencia.

Con el nuevo tramo abierto al tráfico rodado esta semana, los conductores que se dirijan de Alicante a Valencia reducirán el recorrido de cinco kilómetros que realizaban por carretera convencional a dos kilómetros. Además, el tiempo de paso se reducirá de cinco a dos minutos respecto al tramo que ha sido sustituido. Ventajas a las que se suma la más importante: la sustancial mejora que experimenta la seguridad vial.

Con esta nueva apertura ya son 12 kilómetros de autovía en sentido Valencia y 8 kilómetros en sentido Alicante los que se han puesto en servicio dentro de las obras de la variante de Font de la Figuera. Una actuación esencial para la construcción de la A-33, la autovía que unirá Valencia y Murcia a través del Altiplano.

Cinco años de retraso

Fue en agosto de 2013 cuando el Ministerio de Fomento retomó estos trabajos. Estaba previsto que la conexión entre Font de la Figuera y la autovía de Madrid, presupuestada en 37 millones de euros, finalizara en 2014. Sin embargo, cinco años después ese objetivo sigue sin haberse alcanzado por los recortes presupuestarios que se prodigaron con la crisis económica. No obstante, en estos momentos queda menos de un 20% para conseguirlo. Los retrasos se han debido, principalmente, a los recortes presupuestarios sobrevenidos por la crisis que, una vez resueltos, han permitido recobrar el ritmo natural de esta infraestructura destinada a enlazar las autovías A-35 y A-31.

Los primeros estudios técnicos se realizaron antes de 2003 y las primeras licitaciones de obra se remontan a finales 2007. Doce años después la provincia de Alicante sigue esperando la apertura del corredor natural que conectará Murcia y Andalucía Oriental con Valencia, Cataluña y Europa. Un pasillo terrestre de estratégica importancia para las mercancías agrícolas e industriales que se exportan a la Unión Europea.

Fue en diciembre pasado cuando los trabajos para construir la autovía de Valencia-Murcia llegaron a la provincia de Alicante al alcanzar el término municipal de Villena. La futura A-33 conectará la A-35 de Valencia con la A-30 de Murcia por un trazado de 90 kilómetros que transcurre por el Altiplano y cruza Yecla y Jumilla. Los movimientos de tierra y la ejecución de la explanada necesaria para la posterior instalación del firme ya se están desarrollando a la altura de la cárcel de Villena. Concretamente en el punto en el que la A-33 enlazará con la colapsada autovía de Alicante-Madrid.

Desde el Ministerio de Fomento se ha recordado que entre junio de 2017 y julio de 2018 se han acometido en este trazado tres puestas en servicio parciales. Concretamente los cinco kilómetros de la circunvalación que el 19 de junio de 2017 permitió desviar el tráfico del casco urbano de Font de la Figuera; los dos kilómetros de la rectificación del trazado de las «Curvas del Angosto» en la A-31 que se abrieron a la circulación el 31 de diciembre de 2017 y los cuatro kilómetros inaugurados el 26 de julio de 2018 que han dado continuidad a la variante que se ha puesto en servicio esta semana.

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