Volver a los orígenes y al trabajo artesanal. El Museo del Calzado en Elda acoge esta semana y las dos próximas un curso de montado y acabado artesanal de zapatosartesanal de zapatos. En principio, según indicó el director de la colección zapatera, Gabriel Segura, estaba previsto que sólo se hiciese uno de una semana. Pero, debido a la creciente demanda de esta formación, se ha ampliado dos semanas para dar cabida a los alumnos inscritos.
Allí, en una sala que recrea una vieja fábrica de zapatos con sus sillas de anea, sus botes de cola, sus tenazas, sus cepillos y lijadoras, -en definitiva todos los utensilios para fabricación artesanal de zapatos-, Hermelando Albert, maestro artesano del museo, enseña los secretos del oficio a sus nuevos aprendices.
Una de ellas es Berta Latorre y su objetivo es ser patronista. Por ello, necesita saber cómo montar un zapato para trasladar el diseño que plasma sobre el papel a una horma.
Por afición
Su compañero en esta aventura, Ramón Casanova, es un ingeniero que aprovecha sus vacaciones para aprender el arte de este oficio. El calzado es una de sus aficiones y decidió colgarse al cuello el delantal de zapatero y aprender a dominar el cuero y montarlo en la horma así como, a colocar el tacón y el piso. Insiste en que «a unos le gusta rescatar las agujas y hacer ganchillo y a mi me interesa el calzado».
Por su parte, Albert relata que «en este curso el cuero ya está cortado y les mostramos cómo montar la piel en la horma, primero en un zapato de señora y después en uno de caballero». Tras dos días de formación, el modelo de salón de señora está a punto de pasar por la lijadora, la única máquina que los alumnos utilizan. En los tres días que restan, crearán con sus propias manos un blucher, un clásico entre los modelos de caballero.
El director del museo afirma que «son cursos demandados por patronistas, diseñadores de moda e incluso por zapateros remendones que llegan incluso desde Asturias, pero también aficionados de los oficios artesanales».