Una licenciada en Bellas Artes de Málaga, una interiorista de Lleida, un ceramista de Valencia y una economista gallega son algunos de los alumnos que se han apuntado al último taller de Calzado Artesano que imparte el Museo del Calzado tres veces al año en sus instalaciones. Todos ellos tienen en común su pasión por el calzado y albergan la esperanza de encontrar un futuro en alguno de los múltiples ámbitos del sector, desde el diseño a la reparación. Son grupos reducidos -un máximo de seis personas- y llama la atención que ninguno de los aprendices del oficio sea de Elda ni de la provincia. Y también que el único alumno zapatero sea Fernando Viejo, un profesional con taller de reparación en Valladolid que se ha dado cuenta de «la cantidad de señoras mayores que necesitan anchos o tacones especiales y calzado cómodo que ahora les voy a poder ofrecer». «La cosa es aprender la técnica», añade.

Técnica y de la de toda la vida es la que les enseñan Hermelando Albert y José Menárguez, dos maestros zapateros que disfrutan compartiendo el oficio. «Este curso dura dos semanas, así que es muy intensivo y vamos al grano», explica Menárguez. «Si se quieren dedicar a esto tendrán que perfeccionar después pero de aquí salen sabiendo diseño, patronaje, cortado y cosido», afirma. Y algo «muy importante», las hormas, el tacón y los materiales que deben utilizar en función del zapato que quieran conseguir.

«Muchos de los alumnos que hemos ido teniendo son licenciados, desde en Derecho hasta en Biología o Arquitectura, que cuando han acabado se han dado cuenta de que su verdadera vocación está en el calzado que era algo que siempre tenían en mente pero que no se habían atrevido a probar», explica. «Es una toma de contacto con el mundo del calzado que es muy amplio y complejo», añade Albert.

«Yo hago tocados, carteras y forro zapatos, pero esto no tiene nada que ver. Me ha encantado, no he parado de aprender y cuando sepa más me encantaría diseñar», cuenta la malagueña Pilar de San Juan que, al igual que sus compañeros se enteró de la existencia del taller por internet. A la leridana Olga Valls lo que más le ha llamado la atención es «que en este mundo está todo muy especializado y es muy complicado, las hormas por un lado, el tacón por otro etc». Mientras la economista Antía López piensa aprovechar lo aprendido para hacerse sus propios zapatos «y si a la gente le gustan pues nunca se sabe....», concluye.